Cap. XV [Cae el sol]

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NARRA GUIDO.
Ya habían pasado dos semanas del regreso de las chicas. Todo estaba volviendo a su lugar.
Nosotros nos quedamos los primeros días con ellas, y después volvimos a nuestras casas. Veníamos siempre a verlas. La mayor parte del tiempo estábamos a su lado.

En cuánto a lo que pasó, no se hablaba. Ellas se negaban a hablarlo. Y cuando podíamos establecer una conversación ligera, se tensaban. Al parecer, les dolía recordar. Y es completamente entendible. Vivieron un infierno.

Pero estábamos acá. Para escucharlas y acompañarlas siempre que nos necesitaran.

No estában solas.

Giuliana nunca más volvería a ver el dolor con sus propios ojos.

Amaba estar a su lado, pero había algo que aún salpicaba dolor. Anteriormente, había estado varios días pensando cómo decirselo. No quería quebrantarla. Ella aún estaba frágil y dolida por el reciente acontecimiento.

El sol caía en la ciudad. La noche presentaba su llegada. Ella preparaba café. Yo me encontraba sentado en la terraza. El ventanal me permitía verla. La observaba bailar mientras batía en la preparación. Movía sus caderas al ritmo de una canción únicamente audible para sus adentros.
La imágen me causaba ternura. Ella era hermosa. Siempre lo fué.

Llevaba puesto un pantalon gigante de color blanco con corazones rojos. Una musculosa gris. Una media verde y la otra azúl. Un domingo muy domingo para ella. Pero no dejaba de ser hermosa. Día a día me enamoraba un poco más, y eso me asustaba.

¿Será normal enamorarse de esta manera?

Ella apareció con dos tazas, y posó una frente a mí. La recibí. Se sentó a mi lado.

Giuliana- ¿Está bueno?- dijo luego de que le diera un sorbo a mi café. Sonreí.

-Yo puedo hacerlo mejor- dije. Ella reía muy fuerte.

Su risa. Mi motor de todos los días.

Estuvimos un buen rato mirándonos. Riéndonos. Observando la ciudad. El silencio impedía que soltáramos palabras al aire.

Giuliana- Em...- rompió el hielo- ¿Podemos hablar?

Se venía. Lo sentía.

- Hablemos- le dije.

Ella suspiró.

Giuliana- Hace rato que lo vengo pensando, y me tiene bastante mal..- continuó- te siento raro, y frío..- dijo- ¿Estás con otra?

Me miraba firmemente a los ojos. Intentando obtener mi respuesta más sincera.

- ¿Es un chíste? Decime por favor, que es una joda- le dije un tanto enojado- ¿Enserio pensás que soy capáz de algo así, Giuliana?

"Hoy estás muy extraña"

No podía creer que esas palabras salieron de ella. No entiendía la idea de que me creyera capáz de cometer una infidelidad.

Giuliana- Bueno... ¡Pará! Fué una pregunta, nada más- dijo algo retractada de lo que me había preguntado- Es que te vi raro, y te sigo viendo raro. Era sólo una pregunta, nunca pensé que te iba a afectar tanto- dijo. Ahora ella era la enojada.

-No me afecta tu pregunta, me afecta que pienses cualquier cosa. A ver...-expliqué- si estuviera con alguien más, vengo y te lo digo. No voy a jugar con vos, ni con tus sentimientos- dije directo.

Ella quedó estática frente a mi respuesta.

Giuliana- Per... perdoname, no sé de dónde salió eso. No sé en qué pensaba- dijo acomodándose el pelo tras las orejas. No hacía contacto con mis ojos.

Me dolía todo esto. Hace un tiempo atras, había dejado mi vida de mujeriego. Le puse un fin. Sabía que así no iba a llegar a ningún lado.
Muchas mujeres estaban junto a mí en mis buenos momentos, compartiéndo fama, plata y... sábanas. Pero ninguna estaba a mi lado cuando me faltaba todo. Cuando estaba sólo.

- ¿Puedo hacerte una pregunta, yo?- pregunté.

Giuliana- Obvio que sí, mi amor- dijo.

- ¿Cuándo ibas a decirme que estuvíste con Gastón?

NARRA GIULIANA.
Mis ojos estaban abiertos como dos naranjas. No esperaba esa pregunta. No quería, ni sabía cómo responderla.

Balbuceaba. No tenía respuésta aún. Estaba nerviosa. Muy nerviosa.

- Em... Guido, yo- me trabé.

Guido- Tranquila, no te voy a odiar. Sólo quiero que me digas la verdad- buscaba mi mirada con sus ojos. Me negaba a tener que mirarlo. No me daba la cara. Nuestras miradas, finalmente, se encontraron- La verdad- insistió un tanto amenazante.

- La verdad...- tragué saliba- La verdad es que... te quiero mucho- el me miraba extrañado- y me di cuenta tarde de eso. Pensé que lo nuestro iba a ser algo de algunas horas, pero al final me di cuenta de que vos vales mucho más que un par de sábanas húmedas y una noche de pasión. Me enamoré de vos. De tu personalidad. De tus virtudes, pero más aún de tus defectos. De tus rulos- alboroté su pelo con mis dos manos- de tu boca. De tus ojos. De todos tus collares. Me enamoré de vos, Guido. No del Guido Sardelli de Airbag.
Y Gastón... Él fué quien me hizo dar cuenta. Estar con el, abrió mi cabeza. Yo sentía que estaba haciendo las cosas mal. Fué un mal desliz, y estoy segura de que no va a volver a pasar. Yo no siento nada por el- continué- Perdón por no haberte dicho nada de esto antes, mi amor.

Un peso se desprendió de mi. Listo. Él ya lo sabía.

Su boca se posó sobre la mía, dándole riéndas a un fogozo beso bajo la creciente luz de luna.

Esa era la respuesta que esperaba.

Crucé mis brazos en su nuca. Y lo atraje aún más a mí. Cayó encima mío, y me abrazó. El beso fué tomando potencia, y estábamos desaforados entre los dos. Quería más de él, y él de mi.

No me sentía lista para volver a tener relaciones, pero esto se sentía bastante bien.

Guido- Giu... No hay apuro- dijo al verme un poco tensa- Tengo toda una vida para vos.

Guido Armido, mi corazón es tuyo.

Lo besé con más fuerza, y posteriormente, lo abracé.
Él se recostó sobre mi pecho. Acariciándo su pelo, me di cuenta de que era así como quería estar. Y que era él, con quién quería estar. Y que ese momento, era eterno. El amor hacia Guido, era eterno en mi.
La luna apareció en el cielo. Nos quedamos profundamente dormidos.

"Descubrí,
entendí el infinito entre los dos"

Solo es imposible si lo crées. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora