Cap. XXVI [Se fueron hacia México] [Día de los muertos]

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NARRA ____.
_____- ¡Por favor!- dije mientras me sostenía de la silla- ¡Llévame al médico! ¡No doy más!

Antonio- Tío, que la llevéis al medico- dijo dirigiéndose a su hermano- Que está tía va a explotar.

Loan- No veo sangre, así que no debe ser tan importante- dijo sin importancia mientras ojeaba el diario.

_____- La única sangre que vas a ver, es la tuya cuando yo te mate...- dije apretando mis piernas para sentir menos dolor- ¡Loan, por favor!

Loan- No- dijo firme- No y punto. No se discute más- se paró de la silla y se fué.

Me tiré al piso, encorvando mi espalda. Estrujándome de dolor.
Miré a Antonio. Me observaba con ojos brillantes.

____- Por favor...- dije suplicándo entre lágrimas.

Él me miraba. Confundido. Parecía perdido entre lo que su cabeza le decía y lo que su corazón le pedía.

Antonio- Vale- dijo recargándome en sus brazos- Que si mi hermano se entera, tú te quedas sin crío y yo me quedo sin bolas.

Intenté reír ante ese comentario, pero estaba tan destruida que me era imposible. Todo se nublaba, de nuevo. Mis ojos se cerraban. No escuchaba. Caí rendida.

Abrí los ojos. Me sentía rara. El dolor me inundaba. Miré a mi alrededor, estaba en el hospital. En mi brazo se encontraba insertada una pequeña manguera, supuse que era suero. Miré a mis pies. La peor imágen. Mi vientre estaba pequeño.
La desesperación me estaba matando. Quería, necesitaba saber dónde estaba mi hija.

Xxx- Shhh... Tranquila, tranquila- me dijo un dulce voz.

_____- ¿Dónde está mi hija?- intenté levantarme- ¿Dónde está?

Aquella mujer que ejercía su profesión de paramédica, intentaba relajarme.

Xxx- Tranquila mujer...-dijo sosteniendo mi brazo- Su hija está... Bien.

Suspiré y caí más calmada sobre aquella almohada delgada, con una sonrisa en mis labios. La doctora inyectó un líquido en el suero, y lentamente me dormí.

                   .   .   .

Abrí los ojos. Antonio estaba sentado en una silla junto a mí camilla. Tenía una expresión que aparentaba mucho estrés. Sostenía su cabeza con el puño cerrado de su mano derecha.

_____-Ey...- le dije, provocando que me mirara a los ojos. Se descolocó. Se paró y caminó hasta la camilla.

Antonio- Hola, desastre- así solía llamarme. Me regaló una sonrisa apenada, lo cual me preocupó- ¿estás bien?

______- ¿Y eso desde cuando te importa?- pregunté alzando mis cejas.

Antonio- Desde que te quiero cuidar...- dijo firme, mirando fijamente a mis ojos durante algunos minutos de silencio incómodo-... Tengo que charlarte de algo- dijo mientras acercaba su silla a mi lado. Se sentó y tomó mi mano. La situación estaba un poco rara, después de todo, nada podía borrar que estaba secuestrada.

_____- ¿Qué pasa?- dije soltando su mano.

El suspiró.

Solo es imposible si lo crées. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora