Si hay algo que odio de los negocios nuevos es la incesante necesidad de algunos de festejarlo todo. Hemos cerrado un trato publicitario, no es una boda. Pero si hay algo que la vida me ha enseñado es a mantener una buena relación con la gente con la que hago negocios. Nunca sabes cuando algo se te puede volver en contra.
La peor parte, quizá, es cuando, como hoy, la otra parte del trato quiere salir hasta las tantas de la madrugada. Mi opción de noche era mucho mejor. Presidente y yo ibamos a ver una maratón de Sexo en Nueva York mientras bebía algunos Gin Tonic bien preparados.
En fin, no hay nada que pueda hacer ahora. Me aseguro de que me veo bien desde todos los angulos y cojo mi cartera y mis llaves. El móvil vibra sobre la mesa del salón. Como esperaba, la dirección donde debo encontrarme con mi afortunado cliente. Tiene suerte de haberme encontrado de buen humor, o habría dado largas a sus festejos.
Paso una mano por la cabeza de presidente. -Que no me entere yo que traes gatas a casa, presidente.- Cierro con dos vueltas de llave tras de mi y bajo directamente al garaje. No pienso beber esta noche. Odio tener que tomar taxis por la noche. Bueno, y de día también. En la mayoría de ellos ha vomitado alguien alguna vez, pero durante la noche es mas fácil encontrarse el olor reciente.
Pongo la dirección del local en el GPS. Me ha sorprendido la elección, la verdad. No conozco el local. Y es mucho decir que Magnus Bane no conoce un local. He frecuentado la mayoría de buenos locales del país.
Presento mi identificación al hombre de la entrada. Se queda mirando repetidas veces entre la tarjeta y yo y alzo una ceja. ¿Es en serio? Hace mucho tiempo que dejé atrás los veintiuno. Me devuelve la identificación y me abre la puerta a sus espaldas.
Tengo que admitir que el local no está mal. La música no acaba de ser del todo mi estilo y sin duda está demasiado alta. La decoración es algo simplona y se nota que el local ha tenido tiempos mejores... pero en lo general es pasable.
-¡Magnus Bane! Dichosos los ojos que te ven. - Le sonrío por cortesía a mi nuevo cliente. No es de los mas agradables que he tenido, pero sin duda es generoso. - Señor Morgenstern... un placer volver a verlo. -Un placer. ¡Ja! Y una mierda. Valentine Morgenstern vendería a su propia sangre por algunos beneficios. Aunque sin duda su hijo esta aprendiendo bien a seguir los pasos de su progenitor. Puedo verlo al fondo del local en una especie de reservado, invitando a unos tragos a un par de chicos que parecen la mar de interesado. -Parece que el joven Jonathan se lo está pasando bien...¿es su última noche en la ciudad? -Lo veo asentir con las cejas alzadas, siguiendo mi mirada hasta donde se encuentra su retoño. -Deberíamos divertirnos también, Magnus. Deja que te invite a un trago.
No puedo negarme, aunque me aseguro de pedir un cocktail sin alcohol, escudandome en la conducción. Valentine Morgenstern es bien conocido por las modificaciones de sus tratos. No quiero estar con la guardia baja cerca de él.
Tres horas mas tarde, creo que he tenido suficiente paciencia y cordialidad por lo que me queda de vida. ¿De donde narices ha salido este hombre y sus socios? Estoy ya pagando mi cuenta dispuesto a irme cuando un brazo rodea mis hombros, girandome hacia la pista. -¡No puedes irte ahora, Magnus! - El mas joven de los Morgenstern, con mas alcohol que sangre en sus venas grita por encima de la música muy cerca de mi oido. -¡Ahora viene lo mejor!¡Mi padre ha preparado una subasta!
Me quedo helado al oir al muchacho. Ahora si es el momento de salir de aquí. ¿Una subasta?¿En un local como este?¿De donde narices ha sacado a los esclavos? Tarde para mi, me doy cuenta de que la puerta está cerrada hasta el fin de la subasta. Genial, estoy en una subasta ilegal.
Un pequeño escenario se ilumina al fondo de la sala y la música se detiene de golpe, llamando la atención de todos los presentes. Zafarme del brazo de Morgenstern hijo es mucho mas sencillo ahora que está distraido. Sin embargo no logro irme de allí, pues un hombre (bastante achispado, debo añadir) ha subido al escenario con un micrófono en una mano y una cadena en la otra. Una cadena atada directamente a las muñecas de un esclavo.
El chico no pasará de los veinte años. Está ahí, en el escenario, descalzo y desnudo a excepción de unos boxers negros. Su piel clara casi brilla bajo los focos. Aún desde la distancia es fácil distinguir sus rasgos afilados y su cabello rubio, mas corto en las sienes y algo largo en la frente. Su cuerpo no está muy marcado, pero lo suficiente para que pronto empiecen a sonar apuestas a mi alrededor. El hombre a su lado lo presenta, nombrando su edad, estatura, peso, número de embarazos y algunas habilidades. En ningún momento oigo su nombre, ni tampoco la mayoría de los datos. Todavía estoy asimilando que algo así esta pasando.
He oído hablar de las subastas de esclavos, se que incluso hay locales que las hacen como reclamo para atraer clientela...¿pero así, tan de repente? Me doy cuenta entonces que el chico Morgenstern está en el escenario y veo la mirada de complacencia de su padre. ¿Así es como se divierten?
Tres esclavos morenos siguen al chico rubio, uno mas adulto que los otros dos. Me doy cuenta enseguida de que la mayoría de los chicos que pasan por el escenario tienen todavía gestaciones pendientes. Excepto el que parece mas mayor, ese ya ha pasado por cuatro. Esta claro que no son esclavos 'nuevos'. Muchas veces, si un hombre no logra adaptarse a su esclavo, se cansa de él o no consigue un embarazo, puede venderlo antes de que le sea arrebatado. Probablemente estos chicos sean esa clase de 'restos'. La sociedad cada día da mas asco.
Termino por pedirme una copa, asqueado por la situación. Oigo salir al décimo esclavo. Cada vez presto menos atención al escenario, pues contra mas miro peor me pongo. Todavía no entiendo como hay gente que puede tratar así a sus iguales. Pero claro está, no los consideran iguales sino inferiores. Por algo los denominan esclavos.
Cuando consigo mi copa observo al chico sobre el escenario. Ni siquiera he oído los datos que han dado sobre él, pero me parece extraño que todo el mundo esté tan callado. A todos los chicos les han llovido apuestas desde el primer momento.
El cuerpo del muchacho está marcado. Brazos y piernas fuertes pero sin ser totalmente musculoso. Los pectorales están planos pero su estómago da señales de haber sido trabajado con asiduidad. La piel es clara, de apariencia sedosa y su cabeza está completamente desprovista de pelo, aunque por sus cejas me atrevo a adivinar que es moreno.
A diferencia del resto de esclavos, este levanta la cabeza cuando se abre oficialmente la puja, como si no fuese a doblegarse ante nadie. Como si no fuese un esclavo.
-Ofrezco 50.000. - Levanto mi copa hacia el escenario en un guiño, sorprendido de mi mismo. ¿Acabo de comprar un esclavo?
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I dreamed a dream
FanfictionEn un mundo donde los esclavos son tan comunes como las mascotas, los hombres están obligados a reproducirse para evitar la extinción. ¿Por qué demonios has comprado un esclavo, Magnus? MALEC. M-PREG. AU. #10 en Malec 24/05/2018