Las cartas sobre la mesa

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La mañana del cuarto día como dueño de un esclavo -de Alexander- me encuentra con un café cargado en la mano y mi vista centrada en la carpeta de Alexander. Todo lo que puedo saber de él está aquí. Ni siquiera se refieren a él como un humano... Su nombre sólo aparece una vez en 'datos anteriores'. A partir de ahí se le denomina 'el sujeto', 'el reproductor' o '24601'. 

Mi mano tiembla solo de pensar lo que implica ese número. 24600 reproductores registrados antes que Alec en todo Estados Unidos. Quien sabe cuál será el número ahora, tres años más tarde. 24600 hombres que han podido pasar por cosas horribles, desde tratarlos como un objeto o un trozo de carne hasta ser vendidos, violados y maltratados. Y el miedo. El miedo a, queriendo o no, ser obligados a ser padres. A tener relaciones con alguien que quizá no te guste, que quizá no te trate debidamente o a quien no puedas darle un alto o un 'no'. 

Siempre he tenido la libertad de poder elegir a mis múltiples parejas sexuales, e incluso a veces una vez en el asunto he llegado a echar a alguien de mi cama por no ser compatibles o no hacerme sentir a gusto. Con la de cerdos inhumanos que hay por el mundo no me quiero poner a imaginar todo lo que puede ocurrirle a un esclavo, me dan arcadas solo de pensarlo. 

Mis ojos abandonan el papel cuando un cuerpo se mueve a través de la entrada del salón, un Alec aún adormilado frotándose la cabeza desprovista de pelo mientras bosteza, sus pantalones colgando con gracia de sus condenadamente atractivas caderas. -Buenos días, ángel. Me temo que no he preparado nada hoy - de hecho yo mismo tengo un bol lleno de cereales que he empezado a picotear pero he abandonado a un lado conforme mi mente ha empezado a divagar. 

Se sienta frente a mi, alzando las cejas de forma curiosa cuando ve los papeles frente a mi. -Es tu información... Tu historial, tus datos, anotaciones, el contrato, condiciones especiales... Esas cosas. Todavía no he tenido tiempo de verlo todo. - pone una mueca y extiende la mano hacia el bol con cereales, cogiendo unos pocos y llevándoselos a la boca. - ¿y dice algo interesante?
Cojo aire, pasando adelante y atrás algunas páginas. -Eres más joven de lo que creía... Por ejemplo. - Le sonrío divertido - Aunque la edad es lo de menos, te echaba unos 25.. no se. 

-¿Cuántos tienes tu? No respondas si no quieres... -sonrío levemente y me levanto a por otra taza de café para él, sacando también la leche y el azúcar para que se lo sirva como guste. - 27 desde hace unas semanas. No veo justo que pueda saber lo que quiera de ti por esto -señalo los papeles- si no tienes tu la misma ventaja sobre mi. Así que vamos a hablar de ello, ¿si? Siéntete libre de preguntar lo que quieras.

Cojo unos pocos cereales mas esperando a que termine de servirse el café, usando yo entonces la leche para llenar el bol y saco una cuchara. -¿Quieres?¿Prefieres unas tostadas? - Niega con media sonrisa. -Cereales esta bien, estos me gustan. - Me levanto y saco otro bol y otra cuchara, tendiéndole ambas cosas antes de sentarme de nuevo, observándole servirse y empezar a comer. Vuelvo mi vista a los informes, pasando hojas al azar. - Dice que has tenido tres dueños antes de mi... y eso crea condiciones especiales para nosotros. 

-¿Condiciones especiales?¿A que te refieres? - me mira dejando la cuchara, interesado de pronto en lo que pueda decir. -¿Sabes las condiciones normales? Uso en tres meses, embarazo en el transcurso de un año... - Veo en su expresión que no sabe de lo que le hablo y abro la boca incrédulo. -¿No lo sabes? - ¿Cómo puede ser? Yo nunca he estado interesado en los esclavos y aun así se esas cosas.

Suspiro y aparto el tazón del desayuno, cruzando los brazos sobre la isla. -Cuando un reproductor es adquirido en condiciones normales se dan tres meses para que sea 'usado', y un año para lograr un embarazo. Si algo de esto no se cumple, se devuelve al centro para una reventa. Lo que te ocurrió a ti con tu primer dueño, ¿no? -Lo veo asentir y suspiro, recordando las anotaciones que vi sobre ese señor. -Odio usar esta clase de términos pero es la mejor forma que tengo de explicarme. - Compra, venta, uso, devolución.. no son palabras que deberían usarse para referirse a personas. 

-Bueno, soy la cuarta persona con la que estás... esto es una situación extraordinaria. No se como ha pasado porque normalmente el límite son tres dueños... Pero la cuestión es que... en tus condiciones... bueno, los tiempos no son los mismos. No quiero decidir por ambos, Alexander. Quiero que ambos pensemos en lo que consideramos que es lo mejor, quiero tener en cuenta tus preferencias y tus deseos... porque de verdad, no tenía intención de hacerme con un esclavo reproductor. No había pensado jamás en ponerme a tener hijos o una responsabilidad así. Y no se que idea llevas tu o que piensas... -siento como me voy poniendo nervioso y decido que va a ser mejor callarme. Busco entre las páginas las condiciones extraordinarias y giro la carpeta para que las vea. Las he leído tantas veces que creo que podría recitarlas de memoria.

2.3.1<<En el caso extraordinario del esclavo 24601, la confirmación de la compra debe ser efectuada en un plazo máximo de siete días desde la fecha de compra. En caso contrario, el esclavo será retirado para su confinación a una fábrica de repoblación.>>

2.3.2<<En el caso extraordinario del esclavo 24601, la confirmación de un embarazo debe ser efectuada en un plazo máximo de noventa días desde la fecha de compra. En caso contrario, el esclavo será retirado para su confinación a una fábrica de repoblación.>>

-¿Fábrica de repoblación?¡Creía que eran un mito para asustar a la gente! - Pongo una mueca, tan desagradado con la idea como debe estarlo él. -Yo también... hasta que conocí a algunos que fueron a parar allí. Conocí a gente que murió allí. No son los mejores sitios para vivir, me temo. - Veo como su mirada repasa las líneas una y otra vez, sus manos agarrando los papeles con fuerza, arrugandolos. -¿Siete días? Magnus, ¿cuántos días hace que estoy aquí? 

-Cuatro... - mi voz suena grave y floja, casi ahogada. Puedo notar como deja de respirar por unos instantes, la realidad llegando hasta él. Nos quedan tres días. Tres días para llevar a cabo la confirmación de compra si no queremos que se lo lleven de aquí directo a una habitación para el resto de su vida, pariendo un niño detrás de otro. Niños que una vez alcancen la madurez sexual serán vendidos como esclavos, igual que su padre. 

-Seré claro, Alexander. Nunca he pensado en tener hijos. Ni una pareja. Ni un esclavo. A mi me gusta mi libertad, mi soledad. - Me muerdo levemente el labio inferior, cogiendo con cuidado las hojas de sus manos para que no las eche a perder, reemplazandolas con mis manos en las suyas, haciendo una leve presión al tiempo que le acaricio con los pulgares. -Pero quiero ayudarte. Estoy dispuesto a sacrificar eso. Creo que... no se, podemos convivir un poco, ¿cierto? Considero que eres fácil de soportar alrededor, podría acostumbrarme. Y respecto a los embarazos... bueno, es un marrón, pero hay algunas parejas que quieren adoptar o... no sé. A menos que no quieras y prefieras la fábrica y acabar con tu vida, es una opción tan válida como cualquier otra y al fin y al cabo la decisión es tuya...Solo quiero que sepas que no estás solo. La idea tampoco es agradable para mi pero quiero que tengas la opción. 

-No he elegido esto, Magnus. No tengo culpa de que mi padre decidiese venderme. - Noto como aprieta sus manos con fuerza, incluso llegando a hacerme daño, pero aún así no dejo de acariciar sus manos. El silencio inunda la habitación mientras el horror invade mis pensamientos. ¿Su padre fue tan imbécil de venderlo?¿Cambiar a un hijo por dinero? 

Un sollozo me devuelve a la realidad y mis ojos vuelan hasta Alec, mi agarre volviéndose más fuerte. -No quiero acabar en una granja, embarazado una y otra vez hasta que muera... no quiero estar embarazado ninguna vez... yo no quiero tener hijos... no quiero... no se suponía que mi vida iba a ser así...

Una mueca de lástima se apodera de mi rostro y acuno sus manos juntas entre las mías, siguiendo con las caricias. -¿Cómo se suponía que iba a ser? Cuéntame... Yo vivo con la idea de no definir mi futuro, pero entiendo que otros lo hagan... que les ayude a cumplir objetivos. Así que dímelo...¿qué planeabas para tu vida antes de que te vendieran?

Un sonido entre sollozo y risa sale de él, pero sus labios tienen una mueca desagradable. -¿Qué mas da? Nunca va a pasar. Soy un puto esclavo reproductor. Soy una jodida propiedad que se puede regalar. Solo les importa que le de niños al mundo. No pienso hacerlo. 

-Alexander... -me levanto al verlo temblar. No se si es por rabia, por impotencia, por miedo o por las tres cosas juntas. Suelto sus manos y rodeo la isla de la cocina hasta posarme a su lado, abrazándolo con fuerza. Un sollozo mas fuerte se escucha ahogado contra mi cuello y lo retengo aún mas fuerte. -No vuelvas a pensar así... eres una persona. Tienes sentimientos, valores, capacidades y una larga vida por delante... No digo que vaya a ser fácil, pero lo arreglaremos, pequeño... Te ayudaré...



I dreamed a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora