Nadie dijo que fuera facil

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La llamada a la clínica ha sido fácil. Reaccionar después de ella, no tanto. Tras describir los dolores de Alec al teléfono, el parto está casi confirmado. Es algo peligrosisimo que un parto se adelante, pues no hay una salida como tal. Todos los bebés nacen por cesárea programada, así que debemos llegar a la clínica lo más rápido posible.

-¡Magnus!¡La bolsa! - Asiento corriendo al cuarto del bebé, sacando la bolsa que llevaba unas semanas ya preparada, con algunas mudas para el bebé, pañales, biberones, un par de peluches y toda clase de productos que probablemente no llegaremos a utilizar. Me tiemblan tanto las manos que dejo caer las cosas un par de veces antes de cogerlas firmemente. -Vámonos ya...-asiente y salimos por la puerta, pero ya en el parking tengo que volver corriendo escaleras arriba... maldita cabeza  y malditas llaves del coche. 

-Magnus, cálmate. Vamos a tener un accidente, me estás poniendo nervioso y... - un agarre en mi muñeca me hace gritar, Alec gritando a mi lado. -¡Maldita sea, Alexander!¡Necesito mis manos para conducir! - acabo de saltarme un semáforo en rojo y un par de bocinas sonando me lo hacen saber, pero no me detengo y el susto parece hacer reaccionar a Alec, que se centra en su estómago y en su respiración para aliviar el dolor de las contracciones.

Cuando finalmente llegamos a la clínica, el recepcionista acude a nosotros con una silla de ruedas nada mas vernos. Un celador empuja la silla de Alec por los pasillos, en dirección contraria a la zona de la clínica que conocemos de las visitas. La silla de ruedas es rápidamente cambiada por una camilla y la ropa de Alec por un camisón de clínica. No me separo de su lado, mi mano unida a la suya mientras un enfermero coloca unas correas para monitorizar al bebé. Otro de ellos se encarga de tomar la temperatura, presión sanguínea y frecuencia cardíaca de Alec mientras un tercero le coloca una vía en el brazo. -La anestesia puede hacerle bajar un poco la tensión... esto ayudará. -Alec está por sonreirle al chico por informar un poco de la situación, pero una nueva contracción fuerte hace que solo le pueda dar una mueca mientras se encoge sobre si mismo en la camilla.

Cuando el doctor llega, sus viejas gafas mal apoyadas sobre el puente de su nariz, Alec está como nunca antes lo había visto. En mas de una ocasión he pensado que iba a arrancarle el brazo a alguno de los chicos. La situación cambia bruscamente cuando, tras una ecografía rápida, deciden llevar a Alec de urgencia al quirófano. La placenta se ha desprendido y Rafa probablemente esté ya sin oxígeno... hay que sacarlo rápidamente. 

Puedo notar como Alec se pone mas nervioso por segundos y cojo su mano con fuerza, acompañando la camilla por los pasillos al ritmo de los celadores. -Estará bien, Alexander... es fuerte, como su padre... -Le doy un beso en la mano cuando pasan las puertas de quirófano y un hombre me impide el paso. -Nada de acompañantes en quirófano, señor. -¿Cómo? Ni hablar. Es Alec quien está ahí dentro, en peligro... y Rafa. No voy a dejar que me alejen de su lado. 

Peleo con el celador de tal forma que vienen un segundo y un tercero e incluso un guardia de seguridad que amenaza con echarme de la clínica. -¡Es mi pareja quien está ahí dentro pariendo muerto de miedo!¡Es mi hijo el que va a nacer! -No me van a dejar fuera. Antes muerto.

Estoy ya atrapado entre los brazos del guardia de seguridad cuando una cabeza conocida asoma por la puerta del quirófano. -Dejad pasar al señor Bane... - Suspiro aliviado, ya con el susto en el cuerpo al pensar que me iban a echar fuera. Lo único que quiero es estar al lado de mis chicos, poder estar ahí para ambos. Agradezco al doctor con un gesto de cabeza. -Sois una de las pocas parejas que he visto llegar aquí enamorados últimamente... y sinceramente, mi equipo me es mas útil aquí dentro auxiliandome que fuera peleando con usted, señor Bane.

Uno de los enfermeros me frena en la antesala del quirófano, haciendome vestir con un traje estéril, gorro y mascarilla antes de entrar al quirófano, donde Alec ya está parcialmente sedado por la anestesia, su abultado estómago al descubierto, la vista del mismo tapada por una pequeña cortinilla que impide que Alec pueda ver. No hace el mismo trabajo conmigo, pero en cuanto veo el bisturí hacer su trabajo decido que tampoco quiero mirar o me marearé. En su lugar, me centro en Alec, que me mira con los ojos llenos de pánico.

I dreamed a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora