- Maldita sea. - Veo el pequeño detector rodar lentamente hacia mi sobre la mesa de la cocina, cuando lo sujeto entre mis dedos encuentro un firme 'negativo' brillando en la pequeña pantalla. Suspiro con una pequeña mueca, limpiando correctamente el aparato antes de guardarlo, acercándome a Alec, mis brazos alrededor de su cintura. -Lo conseguiremos. No desesperes.
Se separa de mi con un gesto brusco, su postura encogida, inseguro. -¡No es a ti a quien llevarán si no funciona! Dos intentos, Magnus...¡dos! No nos queda mucho tiempo... -Suspiro de nuevo, alzando mis manos en señal de calma. -No es fácil conseguirlo, ambos lo sabíamos. Pero podremos. -voy acercándome a él poco a poco hasta que consigo abrazarlo, frotando su fuerte espalda con cariño. -Lo lograremos, ángel... ya lo verás.
Vuelve a apartarse de mis brazos, los nervios recorriendo su cuerpo. Da vueltas por el salón, como si de pronto una solución mágica fuese a arribar a nosotros. -Algo estamos haciendo mal. -Lo veo dar vueltas, alterado, los nervios provocando que frunza su frente, una mueca creciendo en su cara.
-Alexander, de verdad... ¿te estas oyendo? El sexo son dos mas dos, no hay error ahí. -Suspiro, apoyándome en uno de los taburetes de la isla, observándolo ir y venir. -¿Quieres que vayamos a ver a un médico? Quizá sepa algo que nosotros no... ya sabes, internet está tan lleno de verdades como de mentiras...
Lo veo ir a la estantería, sacando la caja donde guardo todo lo referente a él. El contrato, las explicaciones, las máquinas y sus respectivas instrucciones... -Tiene que haber algo que hayamos pasado por alto. - Lo dejo hacer, a sabiendas de que nada de lo que diga va a calmarlo. Debo dejar que sea él mismo el que vuelva a la normalidad. Pasa todos los archivos rápido, volviéndolos a repasar después mas lentamente, leyéndolos con atención. Aprovecho el momento para preparar algo de comer, sabiendo que va a tardar un rato en volver a la normalidad. A pensar como él y no este intento de Alec paranóico y excesivamente preocupado.
Tras nuestro primer intento fue parecido, aunque en ese caso fue mas bien un gran bajón. Como una mini depresión momentánea. No me dejó acercarme en un par de horas, enfadado como un demonio, no sé si con él o conmigo. Pero una vez consiguió calmarse aceptó que no era fácil que saliese bien a la primera. No las teníamos todas con nosotros tampoco, estábamos nerviosos, tensos y solo lo intentamos una vez. Tal vez ese fue el problema. Si, la primera carga es la mas efectiva, pero no está de mas querer asegurar el tiro. Eso pensamos hace una semana, pero por lo visto tampoco ha salido bien. Y nos quedan tres intentos antes de que aparezcan un par de guardias del estado y se lo lleven a la fuerza.
Porque si algo está claro es que si tienen que llevarselo, tendrán que pasar primero por encima de mi. Apuesto por Alec con todo. Lo quiero a mi lado, tengo una necesidad de protegerlo que no se como explicar. Quizá por culpa de él... porque no fui capaz de protegerlo en aquella ocasión. Nunca podré perdonarme lo que le pasó. No dejaré que Alec termine igual.
Noto un cuerpo a mi lado y giro la cabeza para mirarlo, besando su hombro en una caricia. -¿Estás mas calmado? -le hablo suave, no queriendo que se altere de nuevo. No es que tenga miedo de él, pero no me gusta que se ponga así. No es bueno para él, ni para su cuerpo o sus hormonas. Cuando había mujeres, su humor y su ánimo influían en conseguir un embarazo, y también los nervios... Debo conseguir que esté tranquilo si queremos lograrlo.
Asiente a mi lado y apoya la cabeza en mi hombro, un suspiro derrotado escapando de sus labios. -Va a ser imposible... me inseminaron 11 meses en la granja del señor Cleaver... y no funcionó... ni una sola. Quizá hicieron algo mal en mi... quizá hay algo conmigo... a lo mejor no puedo quedarme embarazado o... que se yo. - Mi mano va de forma involuntaria hasta su cabello, acariciandolo entre mis dedos con todo el cariño del mundo, intentando reconfortarlo.
-Tu mismo lo dijiste, no controlaron tus ciclos. Son demasiado exactos como para lograrlo sin llevar las cuentas. Nosotros lo conseguiremos. Sé positivo. No dejaré que te lleven. -Beso su cabeza, extrañamente feliz al sentir que confía en mi. Que se refugia en mi. Que se siente protegido a mi lado. Mi adorable y joven Alexander. No puedo perderte. - Sé que vamos a hacer hoy, ángel. Vístete.
Una hora y media mas tarde encajo un casco duro en la cabeza del chico, ajustandole el cierre para que no se le mueva. -¿Estás seguro de esto, Magnus? - Río asintiendo. - Estás adorable, Alexander. Además, me gusta ver esos brazos en funcionamiento. No todo ha de ser levantamiento de pesos y maquinaria en esta vida. - Me pongo un casco también yo, poniendo una mueca al pensar en mi fabuloso pelo siendo aplastado. -Yo también me animo, no seas tan gruñón.
Cojo uno de los bates apoyados contra el banco, alzando las cejas con chulería hacia él, haciéndole un gesto para ir hacia las jaulas de bateo. Cuando dejé las drogas esto fue una gran ayuda para mi, aunque nunca he sido el mejor deportista. Es mejor que pegarle a las paredes y destrozarte los nudillos, sin duda. -Me trajeron aquí con 16 años... bueno, no exactamente aquí pero... a una como esta. Me ayudó a relajarme entonces. Quizá te ayude a ti ahora. -Le tiendo el bate con media sonrisa, activando la máquina para que empiece a lanzar bolas.
Estamos en las jaulas de bateo hasta que los brazos nos duelen, lo cual pasa bastante antes con los míos que con los suyos, pero no me importa esperar en el banquillo con un frío refresco light bajando por mi garganta mientras observo esos músculos trabajar.
Cuando un Alec sudado y agotado al fin abandona la jaula, lo veo muchísimo mas relajado, descargado por lo menos. -¿Mas despejado? -Asiente, esa sonrisa tímida asomando en la comisura de sus labios. -Perfecto. Vamos a seguir siendo urbanitas. Te invito a una hamburguesa.
Y no es cualquier hamburguesa. No suelo comer en puestos callejeros, pero veo como Alec tiene una ligera atracción por esta clase de cosas. Por él, estoy dispuesto a hacer el esfuerzo. Ninguna hamburguesa puede compararse a las de mi hamburguesería favorita pero tengo que admitir que no es tan grasa, tan plástica ni tan insípida como había imaginado. De hecho puedo afirmar que está hasta buena. -Tu ganas, Alexander... voy a pedir otra...¿quieres? -Asiente, chupando el queso de sus dedos de forma adorable. Casi puedo recordar esos labios haciendo lo mismo alrededor de mi... -doble de queso esta vez, por favor. -Asiento, maldiciéndome a mi mismo por el rumbo que tomaban mis pensamientos.
Volvemos a casa tras tres hamburguesas cada uno, cuatro en el caso de Alexander, y un montón de azúcar en vena provocado por la ingesta de refrescos. Volvería a hacerlo, solo por tener a Alexander de tan buen humor. La sonrisa no abandona su rostro y no puedo evitar besarlo una y otra vez, contento de sentir sus manos en mis mejillas, la calidez de su cuerpo cuando atrapa el mío contra la pared de la entrada, las llaves cayendo de forma desordenada sobre el suelo.
No me importa dejar de respirar para seguir besándolo, pero parece no opinar lo mismo y se separa de mi, un brillo extraño decorando sus ojos. Le sonrío, acercándome a morder su labio inferior. -Creo que deberíamos...seguir en la cama. ¿tu no?
Sus fuertes manos en mis muslos me dan la respuesta, sus labios atrapando los míos mientras mis piernas rodean su cintura, mis manos desabrochando su camisa con prisas, mi piel ardiendo con la necesidad de sentir la suya bajo mis dedos. -Oh Alexander... vas a volverme loco.
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I dreamed a dream
FanfictieEn un mundo donde los esclavos son tan comunes como las mascotas, los hombres están obligados a reproducirse para evitar la extinción. ¿Por qué demonios has comprado un esclavo, Magnus? MALEC. M-PREG. AU. #10 en Malec 24/05/2018