La granja Cleaver

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Me sorprendo al ver que esta vez la casa no es una gran mansión rodeada de naturaleza. Pensaba que la gente que compraba esclavos tenía recursos, pero lo único que hay frente a mi es una casa de campo sencilla de dos plantas, con la pared blanca y un tejado rojizo. 

Por extraño que resulte, ningún coche me ha recogido sino que los propios empleados de los laboratorios me han traído hasta aquí. El conductor ni apaga el motor mientras el otro me coge del brazo y me guía hasta la puerta, llamando.

Un pequeño jaleo se oye dentro antes de que la puerta se abra y un hombre de mediana edad aparezca en el umbral con un niño pequeño sujeto en su brazo, contra su cintura. Me quedo mudo cuando noto la creciente tripa bajo su camisa. Un esclavo. -¡Papá!¿Por qué paramos? - un segundo niño, algo más mayor que el que se encuentra en los brazos del hombre aparece a su lado, pero al vernos se esconde tímido tras sus piernas.

-Tu debes de ser el nuevo... Pasa. Gracias por traerlo. -y sin más, cierra la puerta en sus narices y me mira de arriba a abajo. -Gareth, ves a la habitación con tu hermano. Enseguida voy. - Deja al niño pequeño en el suelo y ambos desaparecen por una puerta cercana. Una vez los niños están fuera, el porte, la voz y la mueca del hombre se hacen presentes. -Sígueme. -abre la carpeta que le han dado desde los laboratorios mientras camina hacia la parte trasera de la casa - 24601, vaya, si que adelantan rápido... El último era un 19...- chasca la lengua y abre una puerta de madera, la decoración hogareña y rústica cambiando drásticamente para dar paso a una consulta médica completamente blanca, con una camilla que me produce escalofríos. No es una camilla cualquiera, es una mesa de operaciones. 

-Siéntate, 24. - obedezco con un leve temblor, viendo como se viste unos guantes de látex. Inconscientemente no puedo dejar de mirar su estómago abultado. Se da cuenta mientras llena una pequeña jeringuilla con un líquido ambarino. -Es mi quinto... No te preocupes, pronto tendrás el tuyo también. -se acerca a mi con la aguja y trago saliva. -Solo son hormonas. Incrementarán tus posibilidades. Te las ponen en la comida en los laboratorios, pero esto es más rápido, duradero y eficaz. - la clava en mi cuello y cierro los ojos con un jadeo. Odio las agujas. -Ya está, no ha sido para tanto. 

La puerta se abre, dejando entrar a un chico de ojos claros como el cielo, bastante joven e incluso podría decirse que guapo. Su cabeza está desprovista de pelo pero puedo adivinar por sus cejas que es moreno o castaño oscuro. -Así que tú eres el nuevo...

-15... Limítate a hacer tu trabajo. -El tono es de reproche, aunque puedo ver la mueca divertida del chico, 15, recuerdo. Se quita los guantes y los tira en una papelera antes de salir. -Conseguiré la muestra para mañana. Asegúrate de que esté listo.

En cuanto el hombre sale por la puerta la pose de fingida seriedad de 15 cambia por una relajada y amigable. Lo miro con una ceja alzada y me sonríe de vuelta. -Soy Charles, por cierto. Odio eso de que nos llamen por el número de esclavo. -Me tiende la mano y se la estrecho curioso. ¿Donde demonios estoy? 

-Ese tío es Mark. Es el primer esclavo de aquí. Su pareja, Cleaver, es el único que no es un esclavo en esta casa. Es quien te ha comprado. -Prepara una silla en mitad de la habitación y me indica que me siente en ella, sacando un estuche con una máquina cortapelo. -Es muy posesivo... comparte las creencias del señor Cleaver pero no quiere que toque al resto de esclavos, por eso todas estas tonterías... -Oigo el ruido de la máquina poniéndose en marcha a mis espaldas y siento el frío metal contra mi frente, viendo el pelo caer frente a mis ojos. -Se supone que nos hace ver menos atractivos... al principio es raro, pero ahorras en champú - intenta bromear pero no surge demasiado efecto. 

-¿Qué creencias?¿De que hablas? - Me he acostumbrado a no preguntar jamás en el centro porque se que no seré respondido, pero ahora estoy entre esclavos, ¿cierto? Noto un leve apretón de su mano en mi hombro y levanto la cabeza mirándole. Me devuelve la cabeza a la posición original para seguir rapando pelo. - El señor Cleaver cree firmemente en la necesidad de repoblar el mundo. También tiene un ego de aquí a la luna, pero eso es otro tema. Cree que su genética es envidiable y por eso estamos aquí. Su idea es tener hijos sin parar, y como Mark no podía tener mas que de uno en uno, se decidió por comprar cada vez mas esclavos... En los laboratorios lo conocen y saben que su método es efectivo, así que no les importa que tenga una granja de esclavos propia mientras traiga niños al mundo. 

I dreamed a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora