Inseminado

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Por mucho que lo intento, se me hace imposible dormir durante la noche. El bunker sería seguro en caso de un ataque nuclear, pero sin duda sería un desastre en detalles de insonorización. Puede oirse todo, desde la tele al final del pasillo, bebés llorando y parejas teniendo relaciones. Sin embargo, nada de eso es lo que me impide conciliar el sueño. 

Las palabras de Charles todavía resuenan en mi cabeza. Pronto Mark aparecerá buscándome, con una muestra del señor Cleaver recién recolectada para inseminarme con ella. Para embarazarme. Y seré otro mas, como muchos otros en estos pasillos. Embarazado, una y otra vez. Teniendo niños que correrán por estos pasillos, destinados a ¿qué?¿Ser esclavos?¿Crecer encerrados en esta cárcel subterránea? No quiero eso para mis hijos.

Unos golpes resuenan en mi puerta temprano por la mañana y la puerta se abre segundos después, un hombre de cara alargada y profundos ojos azules deja asomar su cabeza. -¿Eres Alec, cierto? Charles me ha hablado de ti. ¿Puedo pasar? -Asiento desperezándome, dejando un hueco en la cama para él cuando veo el prominente estómago que carga. Se sienta dándome las gracias. -No es fácil moverse cuando estás casi a punto de caramelo, te lo aseguro. - sonríe levemente y me tiende la mano. - Soy Eric, por cierto. -Se la estrecho dudoso, mi mirada clavada en su estómago. -Charles me ha dicho que no has estado embarazo nunca aún... no es tan malo, te lo puedo asegurar. Este es mi tercero, y estoy deseando que llegue. No es el lugar ideal para vivir, ni para criar niños... pero son felices aquí. Ellos no conocen otra cosa, esto es lo normal en su vida.

-Verás, Alec... he venido para darte un consejo. No te resistas. No es para tanto, en serio. Será un poco incómodo, pero nada doloroso y puede que ni siquiera funcione. No se paran a tener en cuenta tus ciclos, así que si no es el momento ni siquiera hay posibilidades de que ocurra. -Coge una de mis manos entre las suyas, cálidas y amables. - Si opones resistencia no dudará en sedarte, y créeme, la cabeza te matará los próximos tres días. Lo hará, te guste o no. Es mejor saber lo que te están haciendo. -Me da un leve toque en la mejilla y sonríe, apoyándose en mi rodilla para ponerse en pie, su otra mano sujetando su estómago. -Y no te encierres en ti mismo. Aquí abajo hay hombres de todo tipo, pero si algo tenemos todos en común es la situación en la que estamos. Nadie va a juzgarte, amigo. No lo olvides. -va hacia la puerta, una mano siempre posada en su barriga, ya sea acariciándola o sujetándola.

-¡Eric!- me pongo de pie, alcanzándolo en la puerta, aún algo atemorizado. ¿He dicho ya que odio los cambios? - Gracias... de verdad. 

Aprovechando que ya estoy en pie, acompaño a Eric hasta la zona del comedor, donde me sorprendo al verlo saludar a Charles con un beso, este segundo acariciando su vientre con cariño, besando también la acentuada curva. No son los únicos que parecen ser una pareja aquí abajo. La cantidad de gente por la mañana es bastante diferente a la que había ayer cuando llegué. Los niños se cuentan por docenas, los mas mayores tendrán alrededor de cuatro o cinco años. Los esclavos embarazados también abundan, aunque no llegan a ser mayoría entre los que estamos aquí. O al menos no que sea visible. 

-¡Alec!¡Alec!¡Mira!- Bajo la mirada a mis piernas, donde un pequeño de cabellera castaña y ojos claros me mira con energía desbordando por todos sus poros. Me agacho reconociéndolo. Es Hank, el hijo de Charles y Eric. Viéndolo ahora que conozco a sus dos padres, es mas que evidente la mezcla de ambos en el pequeño. Lo alargado de su rostro es de Eric, pero la barbilla puntiaguda me recuerda mas a Charles, los ojos una extraña mezcla del azul de sus dos padres. El color castaño chocolate de su pelo es mas similar al que puedo intuir en el vello facial de Charles, pero los labios finos y rosados son sin duda herencia de Eric. Una bonita y traviesa mezcla. -¿Recuperaste tu avión, amigo? - Asiente, una sonrisa pilla dejando ver sus pequeños dientes. -Gideon siempre esconde las cosas bajo la almohada. -Le revuelvo el pelo con media sonrisa. Ese tono de sabihondo me recuerda muchísimo a mi hermano Max, haciéndome sonreír con nostalgia. Me enseña el avión en sus manos y me hago el sorprendido, dejando que hable por los codos hasta que uno de sus padres le llama la atención para que vuelva a su desayuno. 

Me pongo en pie de nuevo y cuando yo mismo voy a servirme algo para desayunar uno de los esclavos desde la puerta me llama la atención. -24, Mark te está esperando en la puerta. Date prisa, no le gusta que le hagan esperar. - Asiento y tras una mirada rápida a las únicas dos personas que conozco aquí abajo me adentro en el laberinto de puertas hasta llegar a la escalera que implica la salida del bunker, subiéndola sin prisa al ver al final de ella la puerta abierta y a un serio Mark esperando allí. -Vamos 24, no tengo todo el día. -Me coge del brazo con brusquedad, caminando hacia el interior de la casa por una puerta casi escondida tras unos arbustos. Una vez entramos, reconozco la enfermería del día anterior, la camilla esta vez posicionada en el centro de la habitación y una pequeña nevera acomodada encima del escritorio. 

-Desnúdate de cintura para abajo, vamos, ¡deprisa! - Recuerdo las palabras de Eric y obedezco aún con la vergüenza invadiendo mi cuerpo. Lo veo abrir la nevera con una jeringuilla en la mano. No hay aguja esta vez, solo un tubo largo y transparente, bastante estrecho. Abre un tarro estéril como los que se utilizan para las muestras de orina, solo que esta vez puedo ver dentro una cantidad considerable de semen fresco. 

Con las manos enfundadas en guantes de látex lo veo llenar el tubo con la muestra mientras me ordena tumbarme en la camilla boca abajo. Todo mi cuerpo tiembla pero recuerdo la advertencia de Eric y hago caso. Ya está, voy a tener un bebé. No hay vuelta atrás. No hay forma de que pueda escapar de esto, no esta vez. 

Lo veo embadurnar la jeringuilla con lubricante, sintiendo uno de sus dedos acariciando también mi entrada, haciendo el contacto entre el tubo y mi cuerpo mucho mas sencillo, notándolo entrar con facilidad. El frío del tubo me provoca un escalofrío, quedándome sin respiración cuando noto como lo vacía en mi interior, retirándolo como si no hubiese pasado nada. -Quédate ahí, no queremos que se pierda la muestra, ¿cierto? -Trago saliva, las lágrimas acumulándose en mis ojos. Me muerdo el labio, negándome a dejar caer ni una sola. No dejaré que esto me afecte, al menos no delante de él.

Pasan diez eternos, agónicos y horribles minutos antes de que Mark me dé permiso para levantarme y volver a vestirme, lo cual hago lo mas rápido que mi cuerpo me permite. -Come bien, evita las porquerías que comen ahí abajo. Nos veremos en un mes para controlar ese embrión. Y no te sobreesfuerces, no es bueno para el bebé. -Me da unas palmaditas en la espalda como quien felicita a un niño por sumar dos mas dos.

-Oh si, casi se me olvida. Dame tu brazo. -Parpadeo confuso pero lo hago, demasiado centrado en la incomodidad de mi trasero. Donde hay un buen chorro de esperma intentando fecundarme para crear un bebé de un completo desconocido. Un pinchazo me hace saltar, devolviéndome a la realidad, una aguja bastante gruesa saliendo de mi brazo, el pulgar del hombre haciendo un ligero masaje sobre la zona. -Es un chip de rastreo. No intentes hacer ninguna tontería, como intentar escapar. Te encontraremos allá donde vayas. Sus hijos son muy importantes para Daniel, aunque no lo creas. Y ahora tu eres responsable de uno. Cuídalo mas que a tu propia vida.

No soy capaz de salir de mi habitación el resto del día. Charles pasa por allí un par de veces intentando animarme, pero nada de lo que pueda decirme me hará salir de mi encierro. Ahora mismo el semen del señor Cleaver podría estar engendrando un bebé dentro de mi. Dentro de unos meses podría estar igual de embarazado que Eric, con la responsabilidad de un niño pequeño, ¡no sabría que hacer con él!

Por el ángel... ahora mismo desearía estar muerto. 


I dreamed a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora