Los Anderson

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Convivir con los Anderson no resulta difícil. El señor Anderson se ausenta bastante por viajes de negocios, así que la mayor parte del tiempo sólo somos Cooper, Blaine y yo. 

Mi habitación en la casa es bastante amplia, mucho mas de lo que lo era mi antigua habitación en la casa de mi padre. La cama es gigante, con anchos postes de madera en las cuatro esquinas. El armario está lleno de ropa de mi talla en todos los colores y formas, desde trajes formales hasta ropa deportiva. También tengo un pequeño balcón con vistas al extenso jardín trasero. Elder ama tumbarse allí, y a mi no me molesta. Me gustan los animales, siempre que no se venga a dormir a la cama conmigo en mitad de la noche. 

Los hermanos pronto me preguntan por cosas que quiera o me gustase hacer. No lo dudo. A lo tonto me ha gustado la idea de mantenerme ejercitado, así que me han dado acceso libre al gimnasio que tienen en el sótano. Es sencillo, pero las máquinas que tienen son bastante buenas. Solemos ejercitarnos los tres a la vez y aunque hay una amistad sana entre los hermanos, también se puede ver cierta competitividad entre ambos, no se si a raíz de mi llegada o existente ya desde antes. 

También aprovecho la ocasión para comentarles sobre mi afición cuando todavía era un hombre libre, el tiro con arco. Seguramente no acertaría ni a un objetivo fijo a dos metros después de tanto tiempo sin entrenar, pero me prometen intentar conseguir todo lo necesario.

Blaine es mas joven de lo que creía, tiene sólo 18 años pero es maduro para su edad. Desde antes de la epidemia ya tenía claro que era gay, al contrario de Cooper, quien estaba mas interesado en las mujeres. Ahora no es como si hubiese muchas opciones de todos modos. 

Cooper, en cambio tiene 25 años y amplia experiencia, o al menos de eso le gusta presumir. Es mas abierto y vivaracho que el hermano pequeño y resulta fácil llevarse bien con él, aunque a veces se pase de bromista. En cierto modo me recuerda a Jace, mi vecino de la infancia y, hasta el día que fui vendido, mi mejor amigo. Él también era un poco como Cooper, creído, muy presumido, bromista... pero un buen tío en el fondo.

Jace fue mi primer y único enamoramiento. Ahora, después de todo lo que ha pasado, sé que solo fue un capricho adolescente. Jace lo tenía todo, conforme crecíamos él adquiría todas las habilidades, lograba llegar a donde nadie mas llegaba, y tenía a todo el mundo pendiente de él. Puro talento natural y carisma. Y sin embargo, teniendo toda la compañía del mundo disponible, él me elegía a mi. Supongo que eso ayudó un poco a reforzar mi crush con él. 

Cuando surgieron las leyes de esclavos, supe que no tenía nada que hacer con él. Yo no pretendía acabar siendo lo que soy hoy día, y estaba claro que Jace jamás sería un esclavo. Hay días que me pregunto si me habrá buscado. Si él sabe lo que mi padre ha hecho conmigo. O si, por el contrario, me habrá olvidado. 

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Con el paso de los días me voy percatando de las diferencias entre Blaine y Cooper Anderson. Resulta increíble como dos personas hijos del mismo padre y la misma madre, con la misma crianza, pueden resultar tan diferentes entre si. Donde Blaine es inocente y tímido, Cooper es todo desparpajo y liberación. Donde Cooper es vago y desordenado, Blaine es activo y pulcro. 

Incluso cuando pensaba que no tendría un minuto a solas, los hermanos hacen muy buen trabajo intentando hacerme sentir cómodo en su hogar. Me dejan tiempo para mi mismo, ya sea en mis prácticas de arquería o en el gimnasio, donde Blaine sigue acudiendo frecuentemente pero Cooper ha dejado de lado su competitividad en ese campo. 

A veces, mientras practico con el arco, puedo ver a Cooper observandome desde el balcón de su habitación. Su mirada tiende a ponerme nervioso, aunque él crea que no le veo. 

Otras veces, soy yo el espía, sobretodo cuando Blaine practica música. Es talentoso, debo admitirlo. Ambos hermanos lo son, pero donde Cooper ve un juego, Blaine ve una profesión. Y realmente es hipnotizante verlo sentado al piano, así que no es raro verme rondando la sala de música cuando él está allí, fingiendo hacerme el despistado con alguno de los libros de su biblioteca privada. 

Siempre me ha gustado leer, y agradezco poder volver a hacerlo. En casa leía mucho, y con el señor Lloyd tenía acceso a una librería, pero mientras he estado en el centro de reproducción todos los libros son sobre la nueva anatomía masculina y técnicas de reproducción. O sobre bebés. Echaba de menos una buena historia.

-¿Alec? - Levanto la cabeza del libro, ni siquiera me había dado cuenta de que ha dejado de tocar. -¿te gustaría intentarlo? - Le miro desde el suelo donde me he acomodado sobre unos cuantos cojines para leer. -¿Qué?¿El piano? - Río levemente, negando con la cabeza. -Imposible. - Jace me había intentado enseñar por semanas, hasta que ambos llegamos a la conclusión de que era nulo con las teclas. Él, por el contrario, era muy talentoso. - Intentaron enseñarme una vez, pero el piano no es lo mío. - Siento la necesidad de excusarme, pues no quiero ofenderlo riéndome de algo que se que le importa tanto. Jamás lo haría. 

-¿Qué se te da bien entonces, además del arco?¿Alguna vez has tocado algún instrumento? Ni se te ocurra nombrar la flauta dulce. - Sonrío de medio lado negando. -Se algo de violín. A mi madre le encantaba edcucharlo y yo vivía para complacerla. -Me encojo de hombros- Dejé de tocar cuando ella murió. 

Levanta un dedo como callandome y lo hago por instinto, observandolo levantarse de la banqueta del piano para ir hacia uno de los armarios mas apartados, abriendolo y sacando un manojo de llaves antes de abrir otro más a su derecha. - Mi madre también solía tocar el violín... entre varios otros. Quizá podrías enseñarme. -Me fijo entonces en sus manos, donde hay un violín que se ve usado pero bien cuidado, además de ser de muy buena calidad. 

-No soy buen profesor... - Me pongo en pie, dejando el libro olvidado sobre la tapa del piano, atraído inconscientemente por el instrumento. Le sonrío levemente cuando me lo tiende y me lo coloco en el cuello, tocando un poco hasta que me hago con la confianza perdida tras tantos años sin practicar. -¿Puedes tocar la canción que ensayabas antes? Creo que puedo seguirte. 

Asiente y vuelve a sentarse en la banqueta del piano. Siento la adrenalina recorrerme de los pies a la cabeza y sonrío, cerrando los ojos y guiándome por el piano, empiezo a tocar. Y entonces, tras las últimas notas y casi sin darme cuenta, siento unos labios sobre los míos.

(NdA: Si a alguien le interesa, la versión de 'Blaine' -aka. Darren Criss- de esta canción me parece preciosisisima y digna de escuchar)



I dreamed a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora