El fin de la granja

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Me siento nervioso mientras nos movemos entre las personas. La mano de Magnus está apoyada en mi espalda pero aún así no me tranquiliza lo suficiente. Creo que desde que vivo con Magnus no había vuelto a estar rodeado de tanta gente ... de tantos amos. 

Todos a nuestro alrededor se ven poderosos, decididos... y también perversos, para que negarlo. Magnus a mi lado, completamente trajeado, también resulta mas intimidante que en casa, cuando está tirado en el sofá con unos simples pantalones de yoga y cualquier camiseta babeada por Rafa. Increíblemente, hay un punto de erotismo en esta nueva faceta de él que desconocía. Me recuerda al hombre que me compró, aquella noche en la subasta. La noche que mi vida cambió. Hoy, si tenemos suerte, cambiaremos la vida de algunos más. 

Magnus pasa a Rafa de sus brazos a los míos y me aferro a él, mucho mas tranquilo ahora que tengo a mi saquito de alegría conmigo. Siento su pequeña manita agarrarse con fuerza a mi camisa, arrugándola. Beso su frente con cariño, acercándolo mas a mi. No hay muchos esclavos aquí, casi todo son amos... pero por suerte, tener a Rafa conmigo evitará que sea un blanco de violaciones y abusos. Un esclavo embarazado o acompañado de un niño no entra dentro de las permisiones de la ley. 

Una pequeña campana suena varias veces y Magnus se gira hacia nosotros. - Es el primer aviso... no puedes entrar pero ya sabes dónde tienes que ir. No pierdas a Rafa de vista. - Reacomoda el pelo de nuestro pequeño en una caricia y deposita un beso en mis labios, suspirando sobre ellos antes de meterse junto al resto de amos en la gran sala de las subastas. -Buena suerte...

Giro mis pasos en otra dirección. Una pequeña carpa está montada en el jardín del señor Cleaver y solo estar aquí me hace ponerme nervioso. -Tranquilo, Alec. Magnus está aquí. No pasará nada. -Sujeto a Rafa contra mi pecho, sus ojos curiosos observando todo a su alrededor. 

Una vez dentro de la carpa me permito relajarme un poco. Hay mas esclavos aquí, también algunos mayordomos o simples chóferes. Incluso alguno de ellos lleva niños a su cargo, igual que yo. 

Dos mesas en la parte frontal, justo delante de una puerta por la que pronto empiezan a salir esclavos. Puedo reconocer a alguno vagamente de mi estancia en la granja, pero la mayoría son completamente desconocidos para mi. 

Cuando un esclavo sale por la puerta acompañado de uno de los subastadores, este último nombra al ganador de la subasta y siempre hay algún hombre en la carpa para recoger al esclavo, excepto un par de casos en las que amos han entrado en la carpa para recoger personalmente al esclavo. 

Contengo la respiración cuando veo salir a Eric acompañado por uno de los subastadores, presionando a Rafa contra mi pecho con tanta fuerza que el pequeño gimotea queriendo apartarse. -¡Bane! 

El aire vuelve a mis pulmones conformo avanzo hasta la mesa de la izquierda, donde los papeles de Eric son rellenados rápidamente. -Esclavo 11421, tres hijos engendrados, dos llevados a término. Sin cargas. - Mantengo mi cara lo mas neutra posible mientras estampo el sello de Magnus en los papeles que me tienden, recogiendo la cadena de Eric al mismo tiempo que los papeles que lo hacen esclavo de Magnus. 

Rápidamente camino hacia el fondo de la carpa, mirando al hombre a mi lado, dejando que me reconozca, sonriendo levemente cuando veo la sorpresa en su mirada. -¿Alec? Dios mio...¿de verdad eres tu? - Asiento, sonriendo aún más al notar la manita de Rafa en mi rostro. - Oh demonios...¿es tuyo? Vaya con el mojigato... -río levemente, pasando el niño a sus brazos para poder desatar sus cadenas, dejándolas caer allí mismo. 

Veo como su mirada preocupada no deja de mirar a la entrada de la carpa, al mismo lugar por el que no dejan de salir esclavos vendidos. Cleaver debió aumentar la granja después de que me fuese, porque están saliendo muchos mas esclavos de los que esperaba. 

-Magnus... él... -ante su mirada confusa aclaro mi garganta, volviendo a cargar a Rafa cuando sus bracitos me reclaman - mi amo... él va a pelear por Charles, también. En cuanto supe de esto tenía que venir... - todavía no sabemos que pasará con los niños, hasta donde Magnus sabe, irán a hogares de acogida u orfanatos, no los van a derivar a granjas de reproducción hasta que sean mas mayores... pero es probable que si acaban en un orfanato en cuanto lleguen a la adolescencia sean convertidos en reproductores y puestos a la venta. 

-¡Bane! - Devuelvo mi atención al mostrador principal, viendo a Charles esta vez, mucho mas delgado que la última vez que nos vimos pero definitivamente saludable. Dejo a Rafa en brazos de Eric, dándole una sonrisa antes de acercarme a la mesa. - Esclavo 15386, tres hijos llevados a término, sin cargas. - Repito el proceso con el sello de Magnus, disimulando hasta llegar al final de la carpa, donde el mas joven abre los ojos como platos al ver allí a Eric. -¿Pero cómo...? 

Puedo ver como Eric, aún con Rafa en brazos, me señala al tiempo que mi niño exclama un audible 'papi' al verme de vuelta. -¿Me echabas de menos, Charles? - no me da tiempo a reaccionar cuando me encuentro envuelto en un abrazo. -¿Pero cómo es posible?¿Alec?¿Nos has comprado? Es imposible...  - veo su mirada volar de Eric a mi y también a Rafa y de vuelta a mi. 

Cargo de nuevo a Rafa en mis brazos una vez suelto las cadenas de Charles, suspirando mas tranquilo ahora que puedo verlos a los dos. Todavía no se que pasará con sus hijos, pero al menos ellos no tendrán que estar separados. 

Noto una mano rodear mi cintura y me tenso por un instante hasta que oigo una voz en mi cuello demasiado conocida. -Tengo que quedarme un poco mas...¿te importa ir a casa con nuestros nuevos huéspedes? Os he pedido un taxi... - asiento, girando mi cabeza lo justo para robarle un beso, Rafa rápidamente tendiendo sus bracitos para ser cargado por su padre. Como no, lo consiente en todo lo que quiera. 

-Charles, Eric... me temo que tendremos que guardar las presentaciones para otro momento... espero que encontréis nuestro hogar agradable. -Deja un beso en la frente de Rafa y tras acompañarnos hasta el taxi montamos los cuatro en el, dejando a Magnus atrás con un suspiro por mi parte. 

Tardamos cerca de dos horas en llegar al apartamento, pero una vez allí dejo que ambos se aseen antes de darles algo de ropa cómoda para cambiarse, encendiendo el fuego para combatir el frío invernal de la calle. 

Dejo que Rafa corretee por el suelo de todo el comedor, alternando entre perseguir a Presidente y esparcir sus juguetes por todas partes mientras preparo algo para que meriende, sacando también algo para picotear nosotros. 

Oigo un carraspeo a mi espalda y me giro, viendo a Charles con mi hijo en brazos mientras este hace gorgoritos contento. -¿Vas a ponernos al día ahora? - No puedo evitar sonreír ante esa ceja alzada que tanto le caracteriza, asintiendo antes de que nos acomodemos en el sofá, dando su papilla de frutas a Rafa mientras cuento a mis viejos amigos los pormenores de mi nueva vida. 

Ya muy entrada la noche, con el niño durmiendo en su cuarto y el fuego de la chimenea casi apagado, el ruido de las llaves en la cerradura me pone alerta, observando entrar a Magnus con esa mirada de triunfo que le he visto tan pocas veces. Justo tras él, entran, uno tras otro, los cuatro retoños de Charles y Eric: Hank, Gideon, Peter, Scott y entonces me percato de un quinto niño, poco mayor que Rafa, en los brazos de Magnus. No necesito preguntar, con esos ojos solo puede ser el tercero de Charles.

Los gritos de '¡papá!' no se hacen esperar y verlos a los siete juntos, hechos un lío de lágrimas y abrazos en mitad de nuestro salón me hace querer llorar de pura alegría. No conozco familia que merezca mas el nombre que ellos... bueno, quizá ahora también nosotros. 

-¿Tío Alec? - sonrío asintiendo, la cabeza del pequeño Hank asomando del lío de cuerpos, mas rubio y despierto que nunca. - ¡¡¡Tío Alec!!! - Abro los brazos, alzándolo contra mi con una sonrisa, las lágrimas escapando inevitablemente. -Que grande estás, compi... 

Observo a Magnus al otro lado de la habitación, sonriendo ampliamente entre las lágrimas, enviándole un "gracias" silencioso que se que capta. 

Y mientras montamos un gran campamento improvisado con colchones y mantas en medio del apartamento, no puedo sentirme mas afortunado de ser un esclavo, de haber sido subastado, de haber llegado a los brazos de este maravilloso hombre que haría cualquier cosa por nuestra felicidad y también por la de otros. 

I dreamed a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora