La granja de reproducción

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  Cuando al fin entramos en casa es ya entrada la madrugada. Las pruebas de Alec solo han dejado como causa de los mareos las bajadas de tensión típicas de un embarazo, así como una posible falta de azúcar. Pasar la tarde en el hospital me ha pasado factura y realmente estoy agotado. Además, no he comido nada en todo el día, pese a que Alexander ha insistido en que fuese a por algo comestible cuando a él le han llevado una bandeja en el hospital. No es como si hubiese sido capaz de tragar nada de todas formas. 

Dejo las llaves en el cuenco de la entrada, Presidente enroscándose feliz entre mis piernas con un ronroneo, pasando a hacer lo mismo con Alexander instantes después. Cuelgo mis cosas en la entrada, quitando también mis zapatos. Ha sido un día duro.

Miro al chico tras de mi, luciendo ligeramente avergonzado. Ha estado inusualmente callado todo el camino tras disculparse en el hospital, así que no puedo mas viéndolo así. Cojo su mano en una caricia, provocando que su mirada me busque. Sonrío levemente y lo atraigo hasta mi, abrazándolo con fuerza. - No vuelvas a darme un susto así, Alexander... 

Después del pequeño accidente de Alec, vuelvo a pasar mas días en casa. Llamadme paranoico, pero no quiero arriesgarme a volver a encontrarlo en el suelo. No quiero verlo de nuevo en el hospital. Desde el día del accidente los recuerdos de Raphael han estado viniendo a mi mas a menudo de lo que me gustaría, su mirada asustada, rogando por ayuda incapaz de salir de mi cabeza. Inconscientemente veo a Raphael en Alexander, y recordar cómo acabó mi amigo no ayuda.

Como todas las mañanas últimamente, despierto por las pesadillas y soy incapaz de volver a dormirme, incluso con Alexander plácidamente dormido a mi lado, su estómago creciendo poco a poco. No salgo de la cama, pues sé que despertará si lo hago y es importante que descanse bien. El bebé le quita mucha energía.

Me incorporo hasta sentarme en la cama, Alexander moviéndose hasta rodear mi cintura con sus brazos, su cabeza apoyada en mi regazo como si de una almohada se tratase. Sonrío enternecido por la acción, acariciando su pelo, bastante largo ahora que han pasado los meses. Algunos mechones empiezan a caer por su frente, pero mientras él no quiera cortárselo no voy a ser yo quien le diga nada. Él está guapo de todas formas, y admitiré que me encanta la reacción que tiene a este contacto, incluso dormido. 

-¿Magnus? - Su llamada desvía mi atención de mis pensamientos, bajando mi mirada a su rostro, la única diferencia sus ojos abiertos ahora. Detengo el movimiento de mi mano, dejando que se acomode, girando su cuerpo hacia mi esta vez, volviendo a reposar la cabeza en mis piernas. -¿Estás bien? - su voz suena preocupada y al mismo tiempo apenada, algo ronca por el reciente despertar. -Claro cariño... vuelve a dormir. Aún es temprano.

Su mirada se desvía hasta la mesita, donde un reloj LED marca la hora en números grandes. Se estira, tensando sus músculos antes de reacomodarse. -Para ti cualquier hora antes de las diez de la mañana es temprano... -Bosteza tapando su boca con la mano que no rodea mi cintura, acomodándose una vez mas. -¿Me vas a contar que ocurre? Llevas días en alguna parte de tu mente que no es aquí... -Mis caricias sobre su cabello se detienen, mis ojos buscando los suyos, una sombra de preocupación adornándolos ahora que el sueño ha desaparecido completamente de ellos. 

-No es nada, Alexander... -sonrío levemente intentando aliviar esa preocupación en sus ojos, pero una arruga aparece en su frente. Diablos. - Magnuuus... -sonrío esta vez de verdad, rindiéndome a sus encantos y su voz cantarina. Acaricio sus cabellos una vez mas, mirando fijamente esos ojos azules mas profundos que el mismo océano. -Esta bien...

Vuelvo a recostarme en la cama, Alexander apartándose de mi cuerpo lo suficiente como para dejar que me acomode antes de volver a acercarse a mi, nuestros cuerpos estirados, uno frente al otro, mirándonos. Llevo mi mano a su mejilla en una caricia, un ligero rastro de barba apareciendo ya en ella, como cada mañana. -Se llamaba Raphael... 

I dreamed a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora