-¿Magnus? - Alzo la mirada del ordenador, observando a Alec frente al gran ventanal del salón, de perfil, la luz del atardecer creando una preciosa silueta a través de su cuerpo, su estómago mas abultado que nunca, algo mas bajo de lo que había estado las anteriores semanas.
En teoría, el pequeño Rafa debería nacer en 17 días. Sólo 17 días, parece mentira. Hace un año tenía un gato por único compañero y ahora, en menos de tres semanas, tendré un hijo. Y Alec. Él ha resultado ser todo lo que necesitaba, incluso sin saber que lo hacía. Un pequeño golpe de suerte, fruto del mas tonto impulso; aquel que me llevó a pujar en una subasta de esclavos, algo que siempre me había causado repulsión. Odiaba a los esclavos, a los amos, y a aquellos que traficaban con ellos... y ahora yo soy uno. Me guste o no, legalmente soy el amo de Alec. Legalmente, en la calle, Alec vale lo mismo que un caro traje de diseñador o un coche deportivo.
Mi amado y preciado Alexander, que para mi ya vale el mundo entero y lo que haya mas allá.
-¿Puedo pedirte algo? - Sonrío, apagando el portátil mientras me pongo en pie, acercándome a él sin prisa alguna. -¿No lo vas a hacer igualmente, mi pequeño caprichoso? -Pone una mueca ante el apodo, arrugando la nariz y la frente mientras su boca se frunce en disgusto. Oh, mi hormonado hombre, siempre enfadado. Se cruza de brazos sobre su abultado vientre y solo puedo sonreír un poco mas. Es adorable. -Vamos... pide lo que quieras, ángel... -Mi mano llega a su mejilla, acunandola al tiempo que mi pulgar frota las arrugadas líneas entre sus cejas, las cuales se relajan ante mi toque. Los brazos de él soltándose de su agarre, buscando mi cuerpo, el contacto. Alec se enfada con facilidad, sí... pero con la misma facilidad se tranquiliza también. Basta un toque agradable y gentil para calmarlo.
-Quiero practicar tiro con arco. -Así, de sopetón. Mi caricia se detiene por un segundo pero vuelvo a retomarla un instante mas tarde. -¿Tiro con arco?¿Es uno de tus antojos, como el día que quisiste bañarte en una piscina naranja y tuvimos que pagar el vaciado, limpieza y llenado de la piscina de la comunidad después de que la llenase de tintura naranja? - se sonroja violentamente y no puedo evitar reír acordándome ese día. Desde luego si algo voy a recordar con claridad del embarazo de Alec son sus muy variados y exóticos antojos.
-No es un antojo, Magnus... estoy hablando en serio. -Noto un golpe en el hombro cuando su puño golpea ahí con suavidad, queriendo llamar mi atención. Las arrugas han vuelto a su entrecejo y ceso la broma, mirándole curioso. -¿Por qué tiro con arco, así tan de repente? - Puedo ver como se encoge de hombros y su mirada se separa de mí, tímido de pronto.
Sus pasos lo llevan al sofá y los míos le siguen, ayudándolo a sentarse, pues cada vez le es mas costoso hacer según que movimientos. Si yo tuviese que cargar con un bebé del tamaño del pequeño Rafael dentro de mi probablemente ya me hubiese dado un ataque, pero Alexander parece tomarlo bastante bien. Me sonríe y sé que está nervioso. Me siento a su lado, apoyando mi mano sobre la suya, ambas sobre su vientre.
-Practicaba el tiro con arco cuando era niño... mis padres decían que necesitaba hacer algún deporte, me pasaba la vida encerrado en la biblioteca o en mi habitación, siempre con libros... - se encoge de hombros y evito hacer algún comentario sobre lo mucho que sigue haciendo lo mismo ahora. No es habitual que Alexander hable de su pasado, así que no voy a ser yo quien lo interrumpa. -lo intenté con el ajedrez, pero no fue un deporte a ojos de mis padres... Quisieron que probase con el baloncesto, el béisbol, el lacrosse o incluso el karate... pero ya me conoces... no soy muy de acción. -Ríe levemente y asiento, dando un breve beso en su mano. -¿Entonces llegaste al tiro con arco?
Niega, su mano girando sobre su vientre, atrapando la mía, entrelazando nuestros dedos mientras su pulgar acaricia mi muñeca. -No fue algo intencionado... me hicieron probar media docena de deportes pero ninguno me convencía. Al final terminé practicando esgrima solo porque el entrenador me dejaba quedarme en el banquillo durante las clases y siempre llevaba algún libro conmigo... -sonríe levemente, su pequeño truco al descubierto. Sus mejillas rojas, como si todavía se sintiese un niño confesando una travesura. -Mi hermana, en cambio, adoraba el deporte. Hacía gimnasia, practicaba artes marciales y cuando finalmente cumplió seis, convenció a mi madre para que la apuntase a hípica.
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I dreamed a dream
FanfictionEn un mundo donde los esclavos son tan comunes como las mascotas, los hombres están obligados a reproducirse para evitar la extinción. ¿Por qué demonios has comprado un esclavo, Magnus? MALEC. M-PREG. AU. #10 en Malec 24/05/2018