Tras un muy refrescante brindis, veo como curiosea la comida frente a nosotros y sonrío divertido. -Esos seguro que los has visto antes, son rollitos de langostino. No es mas que una pasta como oblea rodeando un langostino, suelen tener un ligero toque picante pero nada que no se pueda soportar. - Le guiño el ojo, señalando entonces el plato del centro - alitas de pollo, extremadamente picantes. Pero son como las patatas fritas, una vez empiezas a comerlas no puedes parar. - señalo entonces el tercer plato, acompañado con algo de ensalada para hacerlo mas llamativo - Pastel de marisco frito con salsa agridulce. Descrito así parece una guarrada, pero es uno de mis platos favoritos. Nadie imaginaría que dentro de esa fritura hay una verdadera delicia. - Y como para probar mi punto, es lo primero que escojo para llevar a mi boca. Si empiezo por las alitas perderé el sabor de todo lo demás.
No tardo en llevarme a la boca una de ellas de todas formas, todavía bastante calientes por la reciente elaboración de las mismas. Un gemido escapa de mis labios. Llevaba demasiado tiempo sin pasar por aquí y vaya si lo echaba de menos. -No te cortes. No hay mayor placer en esta vida que comer con las manos. Los cubiertos deberían estar prohibidos para lo que no sean estrictamente necesarios.
Picoteamos de los aperitivos en un agradable silencio, armonizado por el suave hilo músical del local. Llegado a un punto en el que sé que si sigo comiendo no tendré espacio para todo lo que viene, limpio mis dedos en un pequeño bol con agua que hay sobre la mesa y las seco con cuidado, apoyando mi cabeza sobre mi mano, observándolo detalladamente. -¿Qué hay con el pelo?¿Te gusta llevarlo así? - Llevo queriendo preguntar desde el primer momento. Los restos en su cabeza me indican que no tiene entradas, no como para querer raparse como hacen algunos... y no es cosa de esclavos, pues recuerdo vagamente a algunos de los otros esclavos de la subasta.
Traga y se limpia la boca antes de hablar, aún con la mirada gacha, como si se avergonzase. -Eh... no. En realidad me gusta algo mas largo. No me importa cuanto, siempre que no moleste... No es como que lo suela llevar por la cintura, pero... -se encoge de hombros levemente- mi último amo lo quería así. Nos hacía pasar la máquina dos veces por semana.
Frunzo los labios, no queriendo saber mas del tema. No estamos aquí para hacer memoria sobre él siendo tratado como un esclavo, ¿cierto? Es mas como... ¿una cita? Si, una cita con un buen amigo.
Un camarero aparece para retirar los platos minutos mas tarde, dejando en su lugar un bol de madera que contiene una refrescante ensalada de papaya. -Muy recomendable. El sabor puede sorprenderte un poco al principio si no estás acostumbrado a esta clase de cítricos, pero te aseguro que es muy bueno para limpiar la boca del picante. Es como el café para los aromas, te devuelve a un estado neutro. -Noto como me observa con una ceja alzada y sonrío encogiéndome de hombros. -Soy curioso, creo que hay demasiado para aprender en el mundo como para centrarse en una sola cosa. Y la vida es larga, o espero que lo sea, al menos. -Alzo mi copa en un brindis individual y doy un largo trago. Es un vino blanco exquisito, con unos ligeros toques frutales que lo hacen maridar de maravilla con toda la comida.
Cuando llega el turno del Tom Yung me froto las manos, acercándome a oler el bol con la boca hecha agua. -Puede parecer una bomba picante, pero te aseguro que es mucho mas fresca y agradable de lo que crees. -Cojo el bol con ambas manos, llevándomelo a la boca para sorber directamente de él, tendiéndoselo inmediatamente después. No está siendo muy hablador, pero puedo ver por sus gestos que tiene ese punto de curiosidad que me gusta en las personas.
-¡Está increíble! - Río, asintiendo con el bol de vuelta en mis manos. - ¿No te lo había dicho acaso? -Bebo de nuevo, cediéndole el bol mientras me hago con mis palillos para ir pescando la sustancia al fondo del bol. No tiene nada que ver, lo mejor es el caldo, pero todo hay que comerlo.
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I dreamed a dream
FanfictionEn un mundo donde los esclavos son tan comunes como las mascotas, los hombres están obligados a reproducirse para evitar la extinción. ¿Por qué demonios has comprado un esclavo, Magnus? MALEC. M-PREG. AU. #10 en Malec 24/05/2018