¿Alguna vez acaban los problemas?

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314 días. 314 días encerrado en este maldito bunker. 314 días sin lograr un embarazo. 11 inseminaciones, ninguna de ellas efectiva. No entiendo como los otros chicos no dejan de quedar embarazados, no dejan de ser padres, de criar bebés...¿acaso hay algo mal en mi? 

Eric y Charles no dejan de repetirme que necesito intentarlo con alguno de los hombres de aquí abajo. El problema es que los únicos en los que confío para algo así son, precisamente, ellos dos. Y no puedo pedir a ninguno de ellos que se acueste conmigo para tener un hijo. Ellos tienen su propia familia. Su perfecta, pequeña e ideal familia. Incluso dentro de este sitio, ellos han conseguido crear cierta normalidad. Cierta paz. Cierta perfección. No seré yo quien se entrometa en eso. 

Mi sobrino favorito llega a intentar despertarme como todas las mañanas. Una vez mas me encuentra ya despierto, pero me hago el dormido para darle esa pequeña satisfacción. Realmente me he enamorado de esos cuatro pequeños soles que han logrado traer la alegría a mi vida. Ellos no conocen otra cosa, el bunker es todo su mundo... así que no pueden soñar con lo que hay fuera. No saben que hay nada mas allá de la puerta, así que la felicidad es plena y pura. La ilusión en ellos es real. 

Hago cosquillas a Hank cuando intenta saltar sobre mi cama, dividiendo mis manos entre los tres chiquillos hasta que los tres están rojos de tanto reír. Es Eric el que logra quitármelos de encima, el pequeño Scott en sus brazos haciendo amago de querer unirse a la fiesta. Me pongo en pie, dejando que pase a mis brazos antes de darle un besazo en esas mejillas regordetas. -¿Tu también quieres cosquillas, pequeño bribón? - Le hago una pedorreta en el cuello, sonriendo feliz. Quizá no sea la mejor vida del mundo, pero ¿por qué no encontrar la felicidad dentro de las posibilidades?¿Qué se gana pensando siempre en lo peor? 

Acompaño a la familia a desayunar, Charles es el único que no está presente. -Mark ha aparecido en la habitación hoy. Día de test. -Asiento, sin necesidad de que me diga mas. A nosotros nos dan seis meses de reposo entre cada niño, pero Mark vuelve a estar embarazado a tan solo cuatro meses del nacimiento de su último hijo. El hijo mas pequeño de Charles, Peter, cumplió dos años hace poco. Es mucho tiempo para no haber conseguido otro embarazo. 

Con el paso de los meses me he ido dando cuenta de que no todos los niños que no están pegados a sus padres tienen a sus padres aquí. Muchos de los niños que se crían en comunidad es porque han perdido a sus padres, ya sea porque han muerto en el parto, como estuvo a punto de ocurrir con Eric, o porque el señor Cleaver se deshace de ellos. Nadie sabe a donde van después, pero si es cierto que cada cierto tiempo Mark hace una tría entre los esclavos, llevándose a unos pocos del bunker. Por supuesto siempre aparecen algunos nuevos para reemplazarlos. 

Sin tiempo de esperar a la llegada de Charles, me llevo a Hank y Gideon al aula para la clase del día. Le he cogido un gran gusto a la enseñanza, sobretodo a la literatura. Las matemáticas son trabajo de Charles, a mi no se me dan demasiado bien. 

Dejo unas cuantas hojas ya preparadas a los niños que van llegando, ellos ya saben que deben copiar la caligrafía. Enseñarlos a leer ha sido fácil, pero a escribir está siendo mas cuesta arriba. Realmente me tiene muy despistado lo que el señor Cleaver planea para estos niños. Quiere que su apellido sea conocido, eso me queda claro, pero ¿cómo pretende que estos niños lleven su apellido a lo mas alto si no se preocupa por su educación? Muchos de ellos deberían estar en el colegio, con profesores de verdad, conociendo el mundo.

Un carraspeo en la puerta me distrae de mis pensamientos, Charles está apoyado en la entrada, sus ojos claros penetrándome con la mirada. -¿Podemos hablar? - asiento sin dudarlo, asegurándome de que todos los niños tienen todavía trabajo pendiente antes de salir al pasillo.

-Necesito pedirte un favor. Es importante. - se lo ve nervioso, mas de lo que nunca lo he visto hasta ahora. 

-Claro Charles, lo que sea, ya lo sabes. Me habéis salvado la vida aquí abajo. - Y realmente haría lo que sea por esa familia. Los siento ya como mi propia familia, los niños incluso me llaman tío Alec.

-Necesito que me ayudes a tener un hijo. -Casi me atraganto con mi propia saliva, mis ojos abiertos como platos. -¿Perdón?¿Por qué me pides esto?¿Y Eric?

Baja la mirada, sus hombros encogidos, las manos perdidas en los bolsillos de su pantalón. -Desde el nacimiento de Scott y la operación... Eric.. digamos que... no puede... -suspira- no podemos hacerlo. No funciona bien en la cama, nos es imposible conseguirlo por nosotros mismos... y tu eres como de la familia, Alec. Confiamos plenamente en ti... Eric está de acuerdo conmigo en que debes hacerlo. No tengo mas tiempo... cuando hagan otra tría voy a ser el próximo, lo sé. Si he aguantado hasta ahora es porque Mark confía en mi para ser su asistente, pero lo primordial para ellos siguen siendo los bebés... y yo llevo 18 meses sin quedarme embarazado. Otros se han ido por menos.

-No puedes pedirme esto... joder Charles... yo... joder, no creo que pueda. -Echo un ojo dentro del aula, nervioso como nunca antes me había sentido. Los niños siguen concentrados en sus fichas, aunque alguno empieza a despistarse. -Lo pensaré, ¿vale? No puedo prometerte nada. Necesito volver o Fred va a empezar a lanzar tizas a todo el mundo. -Pongo mis manos en sus hombros, dando un ligero apretón. -Eh... todo va a estar bien, Charles. Encontraremos la forma. No van a descartarte.

Los días desde ese momento se me hacen eternos. Ni Charles ni Eric vuelven a mencionarme nada sobre el tema y agradezco que me den mi espacio. Realmente se que ambos confían en mi para ello y si Eric no puede hacerlo, ¿por qué no? Es meterme en esa familia, pero al mismo tiempo estaré salvándola...¿Qué pasará con ellos si se llevan a Charles? 

Diez días más tarde he tomado mi decisión. No puedo permitir que la única felicidad real de aquí abajo se vaya al traste. Estoy condenado a tener hijos, ¿cierto? Qué más da uno más.

Me encuentro con Gideon en el pasillo y me pregunto como será para ellos tener otro medio hermano. Gideon es el único que tiene sangre de otro, del señor Cleaver... Pero ellos no hacen diferencias. Gideon es hijo de Eric y por ello lo aman incondicionalmente. Es su hijo, 100%. Se que el mio con Charles tendrá el mismo trato. Y si sigo aquí cuando crezca, seré el tito Alec, como para todos los demás.

Llego a la cafetería con Gideon subido a mis hombros cuando veo el ambiente demasiado serio. Necesito unos segundos para darme cuenta. Mark está aquí. Él sólo aparece a la vista de todos en una situación: una tría.

Todos siguen haciendo su vida, los que cocinan rellenando las bandejas, los más madrugadores recogiendo sus platos, los que llegamos más tarde empezando a desayunar. Mark ni se inmuta, solo cantando números, los que se van.

-Y por último, 15386... - cierra una pequeña carpeta en sus manos, seis chicos cerca de él. Busco con la mirada al séptimo. Para mi, todos aquí son nombres, no números. Al fin lo encuentro y el frío me recorre por dentro, agarrando con fuerza las piernas de Gideon aún en mis hombros.

Es Charles.

Se mantiene abrazado a Eric unos segundos que parecen eternos. Puedo verlo pese a que no les oigo. Las palabras de aliento. El amor fluyendo del uno al otro. Por un momento lo pienso. Eric, aquí con los cuatro niños, sin Charles de apoyo. ¿Cómo explicarles que no lo volverán a ver?¿Qué han perdido a su padre?

-No... - me acerco a Mark, dejando a Gideon en el suelo antes. - No. Llévame a mi. Charles es de gran ayuda aquí... Ha dado a la causa dos hijos sanos y seguro que pronto habrá un tercero... Yo llevo casi once meses aquí sin resultado. No os sirvo de nada. - por favor, por favor, por favor.

Mark me observa de forma despectiva, bajando la mirada a mi estómago, tan plano como siempre. -Sí, tienes razón. Eres un completo fracaso. Necesito siete esclavos. Normalmente esperamos al año para retiraros, pero si tanto insistes, está bien, 24. Dejaré a ese 15 para la siguiente tría.



I dreamed a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora