-¿Sabes que ya puede distinguir tu voz? No deberías maldecir de esas formas. Va a aprenderlo antes de nacer - ruedo los ojos, su tono burlón irritándome todavía mas, pero contengo las palabras malsonantes que estaba a punto de dejar escapar, obligándome a respirar un par de veces antes de continuar con la conversación telefónica que estaba manteniendo.
Cuando al fin cuelgo me doy la libertad de relajarme de nuevo, sentándome en el sofá con él, observando su vientre descubierto mientras acomoda su cabeza sobre mis piernas. -Así que puede aprender, ¿eh? - Asiente, cogiendo de nuevo el libro abierto sobre su pecho, repasando lo leído. - A las 29 semanas ya empiezan a crear recuerdos... y pueden reconocer las voces importantes para él... la mía, la tuya... - sonrío, acariciando su pelo de forma cariñosa, encantado de oírlo hablar. -Mags, voy a engordar muchísimo... -No puedo evitar una carcajada al ver el mohín que hace, inclinándome a besar sus labios. -Estarás hermoso de todas formas.
Me deslizo hasta el suelo instantes mas tarde, dejando el sofá completamente para él, acariciando con ambas manos el bulto que es ahora su vientre, estirándome para depositar un beso en él. -¿Ya puedes entendernos, eh? Bueno... entonces lo primero que deberías saber, pequeño Rafa... es que te amo, muchísimo. -Noto la mano de Alexander acariciando mi pelo y elevo la mirada hasta él, su sonrisa iluminando mi mundo. -Él también te ama, Magnus.
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La línea de los seis meses ha traído consigo más cambios en Alec. Uno de ellos en concreto quizá no sea el mas destacable, pero desde luego si es el mas molesto: antojos. Alec tiene mas antojos de los que jamás creí posibles en una persona. Podría tener antojos sencillos, como bombones o frituras, pero no. Alec tiene antojos de lo mas variados, desde helado de nueces de macadamia hasta sopa de pollo y aguacate, pasando por noodles, chile extra picante o emparedados de tomate y chocolate.
Odio un poco que tenga la seguridad de que va a ser consentido en lo que se le ocurra pedir. No hay ningún estudio que lo demuestre, pero siempre he oído que los niños pueden tener manchas de nacimiento si se les niega un antojo a las madres... Al padre en este caso. Yo mismo tengo una mancha en forma de regaliz en mi omoplato, tuve un padre poco detallista, eso esta claro. Así que si mi chico desea cerezas confitadas a las tres de la mañana...¿Quién soy yo para quedarme durmiendo? No quiero que el pequeño Rafa nazca con una cereza confitada dibujada en su frente.
El reloj va corriendo y la semana 29 da paso a la 30, y esta misma a la 31, y la 32... la cual nos encuentra de nuevo en la consulta del doctor. Ya se nos hace habitual venir aquí, puesto que desde el accidente Alec es revisado quincenalmente para detectar pronto cualquier anomalía que pudiese presentarse. Aunque hoy es un día especial. Toca ecografía, y no puedo estar mas ansioso. Han pasado un par de meses desde la última y lo admito, internet es una gran fuente de imágenes para saber que esperar.
-Solo cruzo los dedos para que esta vez no nos des la espalda, pequeño coco. A veces pienso que no quieres que te veamos la cara... - Entrelazo mis dedos con los de Alec, sentados ambos en la sala de espera. Las últimas tres ecografías habían resultado una frustración, pues aunque el pequeño Rafa estaba sano y era todo lo que realmente importaba, en el fondo mantenía la esperanza de poder jugar a adivinar sus rasgos o la simple alegría de poder verlo... pero por mucho que lo habíamos intentado mover, el bebé siempre nos daba la espalda.
Cuando al fin nos dan paso a la consulta el tiempo parece detenerse e ir aún mas despacio. El médico hace sus preguntas de siempre, sobre los malestares que aparecen y desaparecen en Alec, sus cambios de alimentación -y por petición de Alec, ambos callamos los antojos como si se tratase de un secreto de estado- y también lo pesa, anotando los cambios en su cuerpo. Es verdad que ha subido de peso y perdido mucho tono muscular, pero no es como si fuese algo que pudiesemos evitar. Un bebé y un six pack no son compatibles.
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I dreamed a dream
Fiksi PenggemarEn un mundo donde los esclavos son tan comunes como las mascotas, los hombres están obligados a reproducirse para evitar la extinción. ¿Por qué demonios has comprado un esclavo, Magnus? MALEC. M-PREG. AU. #10 en Malec 24/05/2018