Max

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Observo al padre de mis hijos con seriedad, sin una sola pizca de pena ni compasión. Bueno, vale, quizá un poco si. ¿Pero cómo evitarlo? He amado a este hombre durante años... y pese a todo el daño que nos ha causado, en el fondo, sigo amandolo. Cuando lo haces así, no dejas de hacerlo nunca, por herido que te dejen.

-No voy a quitarte a Max, Alexander. Debería, dios sabe que podría. Pero no voy a hacerlo. -Suspiro y me muevo contra el escritorio, apoyando mis codos en él, uniendo mis manos la una con la otra. -Sin embargo, tenemos que hacer algo con esta situación. Quiero conocerlo, quiero convivir con él. Quiero que sepa que soy su padre, que Rafa es su hermano. 

Asiente enseguida, sus ojos azules nerviosos y brillantes, las lágrimas de la desesperación brillando tras sus párpados. El alivio es visible en su rostro y creo que ahora mismo, aceptaría cualquier propuesta con tal de que no cambie de opinión y le denuncie para obtener la custodia de Max. Duele pensar que crea que haría algo así. Cualquiera pensaría que me conoce un poco mas. ¡Tenemos dos hijos juntos! 

Suspiro, porque necesito estudiar bien todo esto antes de pedir nada. Creo que ambos necesitamos estar mas relajados y definitivamente, necesito conocer a Max antes de establecer unas condiciones. Por mi, los llevaría a ambos a vivir conmigo inmediatamente, pero no puedo cambiar la vida de Max de la noche a la mañana, llevarlo a mi apartamento sin conocerme y sin su padre. Sin el único padre que ha conocido en su vida. 

-Hablaremos de los detalles mas adelante. Ahora, la clase de Rafa está a punto de terminar. Creo que es el momento de conocer a Max. Si no te parece bien, me da igual. He esperado cinco años, no lo haré ni un día mas. -Sueno firme mientras me levanto de la silla, cerrando la chaqueta de mi traje y caminando a la salida del despacho, poniendo una mano en el pecho de Alexander cuando va a salir delante de mi, suavizando mi tono de voz. Es mejor que nos llevemos bien, por los niños. -No quiero que le digas a Rafa quien eres. No todavía. Tampoco le diré nada a Max. Lo mas importante son ellos. Conozco bien a Rafa, no es el momento. -Suspiro, cerrando los ojos.- Y tu eres quien mejor conoce a Max. Será tu decisión cuando informarle. Pero tienes que hacerlo, pronto. 

Asiente y le dejo salir del despacho, caminando a su lado a paso rápido hacia el campo, observando a los niños desde el límite, Rafa mezclado entre los demás niños de camino al vestuario mientras Max sigue junto a las dianas, disparando unas pocas flechas. Siento la presencia de Alexander a mi lado, mas débil que cuando era un esclavo, pese a ser ahora un hombre libre. Era mucho mas seguro de si mismo cuando estaba conmigo. O al menos eso creía. Si realmente no se fue por no amarme, sino por creerse engañado, ambos fuimos siempre unos ingenuos. -No se que creíste ver, Alexander... pero nunca hubo ningún otro. No has sido jamás ningún iluso. Te amaba. No tenía motivos para mentir sobre ello. 

Echo a andar sin esperar respuesta hacia el vestuario, donde varios padres están ya ayudando a cambiar a sus hijos. Rafa se ha quitado ya el carcaj de la pierna cuando llego hasta él. Me agacho, sonriendo levemente cuando aparto el flequillo de sus ojos. -Te he visto lanzar. Se te da muy bien. -Guardo su equipo en la bolsa, colocando todo en su sitio mientras se cambia de camiseta. Le subo la cremallera de su chaqueta hasta arriba y pongo el gorro de lana sobre su cabeza, sonriendo antes de besar su frente. 

-¿Se me da igual de bien que a papi? - Asiento, poniéndome en pie y cogiendo su bolsa, guiándolo hacia fuera con una mano tras sus hombros. -Creo que se te da incluso mejor. ¿Te lo has pasado bien? 

-¡Super bien! Max me ha enseñado trucos nuevos. ¿Sabes que es mejor ponerse de lado del todo? Y coger la flecha con el corazón y el anular, ¡yo lo hacía con el índice y el corazón! -Sonrío viéndolo rebotar a mi lado, hablando emocionado como pocas veces se permite hacerlo. 

Puedo estar muy enfadado con Alexander por habernos abandonado, pero en parte agradezco que dejase a Rafa atrás. No se que habría sido de mi sin mi pequeñajo. Es mi razón de ser, la luz que ilumina mis días. Siempre sabe hacerme sonreír, incluso cuando no se da cuenta. No puedo estar mas orgulloso. Y pensar que un desastre como yo es culpable de que un ser tan maravilloso exista.

-¡Max!¡Max!- Sonrío mas, dejándolo ir cuando sale corriendo campo a través, el pequeño cuerpo de su hermano cerca de Alexander. -¡Vamos papá! - Vuelve atrás y tira de mi mano, haciéndome sonreír. -¡Vamos, vamos! - En otra ocasión me haría el remolón, un juego de tira y afloja que es bastante frecuente entre mi hijo y yo... pero esta vez tengo que reprimir el echar a correr delante de mi niño, ansioso por ver mas de cerca a mi hijo pequeño. Mi Max.

-¡Mira Max!¡Este es mi papá!¡Es el mejor! -siento como me sonrojo, la mirada de ambos morenos sobre mi, la de Alexander entre dura y llorosa. No podría importarme menos ahora mismo, porque los ojos de Max me miran con interés, su color y forma idénticos a los míos, igual que su piel color caramelo. Su pelo en cambio es rebelde y oscuro, como el de Alexander y Rafael. Y sin apenas conocerlo puedo darme cuenta, por lo que Rafa me ha contado y lo poco que lo he visto, que su carácter es tan similar al mío como el de Rafael lo es al de Alexander.  

Me agacho hasta quedar a la altura de Max, tendiéndole la mano con mi mejor sonrisa. -Así que tu eres el famoso Max... Rafa me ha hablado mucho de ti. 

Y oh... cuando su pequeña mano hace contacto con la mía mi corazón se estruja, encontrando esa pieza faltante que me ha estado haciendo falta los últimos cinco años. 

I dreamed a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora