Keep living

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Magnus consiguió apenas una semana mas tarde un piso apto para una familia de siete a unas cuantas calles de nuestro propio apartamento. Eric intentó conseguir que le permitiésemos devolver el dinero con el tiempo, pero no hubo forma. -Ahora tienes que centrarte en mantener siete bocas... es suficiente trabajo para un solo hombre. -Fueron las únicas palabras de Magnus, sin darle tiempo al ex esclavo para replicar.

También se encargó de ayudarlo a conseguir trabajo. Como un antiguo esclavo, no es que fuese a tenerlo fácil, así que Magnus le dio un puesto en una de sus empresas, lo suficientemente remunerado como para poder sostener a la familia. -Además, os usaremos de niñeros ilimitadamente... ese será vuestro pago. -Obviamente fue una broma, pero Rafa se lleva tan bien con los niños y yo me he sentido siempre tan a gusto con Charles y Eric, que fácil es que termine siendo una realidad.

Las semanas pasan rápido y aunque al principio estamos muy en contacto, muy pendientes, después el contacto se vuelve mas común que obligado, por el simple hecho de tener una pareja de amigos con hijos con quienes pasar el rato. A veces nos juntamos en su piso, otras ellos vienen a nuestro apartamento. Organizamos cenas, meriendas o incluso salidas ambas familias. Disfruto mucho de ver a esos niños que son casi como mis sobrinos aprender del mundo. Siempre me sorprendió lo inteligentes que eran los chicos mas mayores de la pareja... pero ahora que los veo en el mundo exterior es todavía mas sorprendente lo curiosos e interesados que son por todo lo que les rodea. Yo estaría aterrado después de haber vivido siempre rodeado de las mismas cuatro paredes.

Un domingo, Magnus dejó a Rafa en casa de la pareja y consiguió que me pusiese histérico veinte minutos antes de relajarme y disfrutar de un día de nuevo los dos solos. De salir a la calle y tener una cita, como en los viejos tiempos. 

Con el tiempo, he aprendido a ignorar las miradas de la gente. No me escondo, no me hago pequeño... soy un esclavo, si, pero tengo un dueño. Nadie mas puede tocarme, que se atrevan. Magnus es capaz de cortarles la mano sólo por rozarme. 

Fuimos de nuevo al thai de nuestra primera cita, disfrutando esta vez sin penas ni miedos. La primera vez no conocía a Magnus, no confiaba en él... ahora si me hiciese caminar de su mano por el borde de un precipicio lo haría sin dudarlo. Sé que no me dejaría caer. Resulta increíble como en solo dos años se ha convertido en mi vida entera y ha cambiado completamente mi forma de ver el mundo, los deseos para el futuro que una vez tuve... aunque la base sigue ahí: una familia. 

Rafa crece mas y mas cada día. Pese a lo mucho que se asemeja a mi físicamente, en carácter es muy similar a Magnus. Vivaracho, extrovertido y con un punto de delirio que, a su edad, resulta muy gracioso. 

Mientras esperamos la llegada de Magnus, ambos estamos en el suelo, sobre la alfombra del salón. La música de alguna emisora de radio suena de fondo mientras Presidente limpia sus patas subido sobre el mueble del televisor, lo suficientemente alejado del bebe. 

Observo a Rafa ponerse en pie, tambaleante. Hace algunos días que se incorpora sin apoyo, pero no se decide a caminar, solo se queda en pie hasta que se cansa y se sienta o cuando sufre una pérdida de equilibrio y cae. 

Estoy por ver la primera opción como la mas posible cuando las llaves suenan en la puerta y gira sobre sus pies en dirección a esta. -¡Papá! - Río, atrapándolo cuando pierde el equilibrio, incorporándome para ir a recibirlo pero manteniendo al niño en el suelo, guiándolo con mis manos en las suyas para que camine agarrado a mi, cosa que hace cada vez mas deprisa. 

Magnus, aún en la puerta, se da cuenta de nuestros movimientos y se agacha, animando a Rafa a llegar hasta él y en cuanto lo hace, se olvida de mis manos y se abalanza contra él, siendo recibido por sus brazos. -Hola mi campeón... dentro de poco papi y yo vamos a tener que salir corriendo detrás de ti... -Lo alza en sus brazos antes de acercarse a darme un beso, la sonrisa siempre presente en sus labios. 

-Llegas tarde... - el mohín que se me escapa debe parecerle divertido, porque con una risa me da otro beso. -Tenía algunos asuntos legales que tratar... pero ya estoy aquí... y mañana me tomaré el día libre para pasarlo con mis chicos favoritos. La previsión dice que hará buen tiempo... 

El día siguiente amanece siendo una de esas mañanas perezosas de sofá, Rafa aún no se suelta a andar pero va haciendo el amago... y presidente ha decidido que el sofá no está lo suficientemente alto y ha empezado a acomodarse sobre las estanterías, bien alejado del pequeño en sus horas de mas actividad. 

Magnus es quien se ocupa del desayuno mientras yo visto y pongo en pie a Rafa, aún adormilado y perezoso. Parece que nuestras pocas ganas de hacer nada se le contagian al niño... y gracias al cielo. Ha resultado ser un pequeño la mar de inquieto... no nos hace falta ni gimnasio, con correr detrás de él tenemos suficiente. 

Me acerco al comedor con él contra mi pecho, pero siempre tiene otros planes. -¡Papá! - Se tira, literalmente, desde mis brazos en cuanto sus ojos lo ven allí. Por suerte reacciono a tiempo y logro sostenerlo, porque Magnus con las manos en los fogones lo último que necesita es al niño en brazos. 

-Hey campeón... - apaga los fuegos, su lógica, como siempre, totalmente contraria a la mía. Tiende las manos al pequeño, que enseguida pasa de mis brazos a los suyos, acurrucándose en su hombro con un puchero adorable que hace que quiera comermelo a besos. Rafa adormecido es lo mas bonito del mundo. 

No es hasta ese momento que el olor del desayuno llega hasta mi y noto como se me revuelve el estómago. -¿Qué demonios estás preparando? - No es que huela mal pero... uff. Tiene algo que no me convence. Intento echar un ojo, pero un nuevo aire lleno del olor hace que el alboroto en mi estómago vaya a peor, una fuerte arcada subiendo a mi garganta, haciendo que me retire un par de pasos. 

-¿Alexander? Mi amor, ¿estás bien? - Niego rápidamente y antes de que pueda decir nada una nueva arcada viene a mi, obligándome a tapar mi nariz y mi boca, corriendo de vuelta por el pasillo hasta vaciar mi estómago. 

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Siento horrores el retraso. Mi vida se ha puesto entera cabezabajo y al mismo tiempo la inspiración se ha ido al garete. Por otra parte, tengo noticias y es que esta historia está llegando a su fin. No cuento con que le queden mas de media docena de capítulos. 
¡Nos leemos!  


I dreamed a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora