Me encuentro asustado y aliviado al mismo tiempo. No sé exactamente que pasará conmigo ahora que he sido requisado del señor Lloyd, pero por lo menos me alivia saber que no tendré que volver a servirle. Es repugnante. Por otro lado, me asusta la idea de que el siguiente sea mucho peor... o una granja. Se supone que son un mito, pero en todos los mitos hay algo de verdad, ¿cierto?
Mi corazón y mi cuerpo se relajan cuando veo a lo lejos las instalaciones de la clínica en la que me operaron. ¿De vuelta a casa?
Al llegar, se me asigna de nuevo una habitación, no la misma que tuve la anterior vez, pero de similares características. Vuelve la ropa blanca y holgada y esta vez, a diferencia de la anterior, las clases no son sobre ciclos y hormonas, puesto que eso ya lo sé. Esta vez, las clases son sobre seducción, sobre como atraer a nuestros amos, como hacer que deseen follarnos. ¿Pero de verdad alguien de aquí va a comportarse así?¿De verdad resulta factible que alguno de nosotros desee ser violado? Por favor... ya quisiera verlos en mi situación, seguro que se olvidarían de toda la teoría.
Me permiten usar el gimnasio esta vez en cuanto ven el cambio en mi cuerpo. Supongo que creen que será mas fácil volver a venderme a otro fetichista obsesivo como el señor Lloyd.
Pasan cinco meses hasta que me comunican que he sido vendido de nuevo. En cierto modo me alivia, cuando estás en un sitio como este sabes que es algo que acabará pasando, y odio vivir con la tensión de estar esperando una sentencia que no llega. Es peor todavía cuando sabes que es una mala sentencia.
A diferencia del señor Lloyd, mi comprador, el señor Anderson, viene a buscarme personalmente. Nos presentan dentro de las instalaciones, dejándonos a solas en uno de los despachos. El señor Anderson rondará los 45 años. Es alto, atlético y para que negarlo, bastante guapo. Tiene los ojos de un extraño color entre marrón y verde y el cabello castaño claro, casi rubio. -Buenos días, Alec. ¿Puedo llamarte Alec? - Su voz también resulta agradable. Asiento levemente y me siento frente a él cuando me lo indica.
-Verás... no busco un esclavo para mi. Mi mujer murió en la epidemia y no soy capaz de mancillar su recuerdo... pero tengo dos hijos que después de mucha búsqueda, se han puesto de acuerdo en quererte a ti. Por supuesto no para que sirvas a los dos... - ¿Perdón? Osea...¿me está diciendo que hay alguien mas ahí fuera...Qué tiene la misma idea que yo tenía? Buscar a alguien no como esclavo sino como...¿pareja? - ¿Alec?¿Te parece bien? Vendrías a casa, te compraré a mi nombre y tendrás un par de meses para conocer a ambos antes de que hagamos un cambio de nombre a uno de los dos... En un principio la idea es que seas para Cooper, mi mayor... pero en el amor nunca se sabe, ¿eh?
Antes de que pueda darme cuenta, me encuentro seducido por las palabras del señor Anderson, aceptando su oferta. Porque puedo elegir. Porque me deja escoger si quiero o no quiero ir con él. Y por que al menos, con su idea, es menos probable que al ser vendido me encuentre con otro fetichista loco o un violador salvaje.
Vuelvo a mi cuarto, encontrando sobre mi cama un pantalón tejano de color negro que me queda bastante ajustado y una camisa blanca sencilla. Me cambio sin prisas, pues sé que entre unas cosas y otras firmar los contratos lleva un tiempo. Lo he visto antes. Sin embargo, apenas pasan diez minutos cuando oigo dos golpes en mi puerta y al salir, fuera está el señor Anderson con uno de los celadores. -¿Estas listo para irnos?
Como la vez anterior, nadie se preocupa de despedirme de allí. Nadie habla con los esclavos, nadie nos da ninguna información... solo les importa tener mas hombres para traficar con ellos.
El señor Anderson me abre la puerta del copiloto y es la primera vez en mucho tiempo que me siento delante en un coche. Desde que estaba en casa y era libre.
Durante el trayecto intenta tener un poco de conversación, pero creo que se percata rápido de que no soy hombre de muchas palabras. No era así antes de ser vendido, pero realmente ya no me fío de nadie, o eso creo. Al menos me gustaría ser menos confiado. La verdad es que el señor Anderson parece tener buenas intenciones, pero también Goyle era agradable y en ningún momento impidió los abusos del señor Lloyd. Supongo que las mentes de la gente se han adaptado rápido a las nuevas normas del planeta.
Necesitamos unas tres horas de trayecto hasta llegar a la propiedad del señor Anderson, pero sin duda vale la pena. Es una casa casi completamente cuadrada, de dos plantas. La fachada es de ladrillo rojo y tiene el tejado de pizarra negra. Las ventanas están enmarcadas en blanco y aunque el jardín delantero es pequeño, detrás se puede ver una larguísima explanada rodeada de bosque e incluso un pequeño lago.
El señor Anderson aparca en una pequeña cochera a uno de los laterales y salimos del coche, siendo atacado rápidamente por un enorme perro que pone sus patas en mis hombros y empieza a lamerme la cara. -¡Elder! - El señor Anderson lo aparta de mi tirando del collar y no puedo evitar reirme mientras me limpio la cara. -Se suponía que sería un perro guardián, pero ya ves lo mal que trata a los extraños... -No puedo evitar hacerle una caricia ahora que está mas tranquilo. Nunca tuvimos perros en casa, pero siempre me han gustado. -Entremos, Alec. Mis hijos tienen que estar impacientes.
Le sigo al interior de la casa a través de una puerta de madera blanca muy acorde con la casa. Esta claro que quien decorase aquí tenía muy buen gusto, pienso nada mas entrar. -Mi mujer era algo excéntrica, pero tenía un gusto exquisito. No nos hemos atrevido a tocar nada desde que nos dejó. - Me señala una urna sobre la chimenea y lo entiendo rápidamente. Anotado, tener cuidado con las cenizas de la difunta señora.
Por la escalera bajan dos chicos, uno mas alto y apuesto que el otro, pero ambos con la clara genética del padre. El mayor de ellos, Cooper, recuerdo, tiene los ojos azules como el mar, pelo castaño oscuro con ciertos reflejos rubios y una mandíbula cuadrada y fuerte como el señor Anderson. El mas pequeño, por su parte tiene el cabello mas bien rizado y negro, con los mismos ojos color miel que el padre y una sonrisa encantadora. Es algo mas bajo, pero no por ello menos atractivo.
-Alec, estos son Cooper y Blaine, mis hijos.
ESTÁS LEYENDO
I dreamed a dream
FanfictionEn un mundo donde los esclavos son tan comunes como las mascotas, los hombres están obligados a reproducirse para evitar la extinción. ¿Por qué demonios has comprado un esclavo, Magnus? MALEC. M-PREG. AU. #10 en Malec 24/05/2018