Encierro

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-Cooper, ¿qué has hecho? - Lo miro horrorizado, el cuerpo de Blaine aún caliente, su cabeza aún sobre mi regazo, completamente inerte. 

La comprensión parece llegar lenta pero segura a su cerebro, su rostro mutando en una mueca de pánico con rapidez. Lo veo ponerse en pie y antes de que pueda darme cuenta tiene una pequeña daga decorativa clavada en su estómago por su propia mano. Consigo reaccionar con rapidez y sujeto su mano antes de que se la inserte una tercera vez. -¡Cooper!¡Basta! - Puedo sentir las lágrimas cayendo con desesperación por mi rostro, mi vista nublada por afluencia de las mismas, pero no suelto las muñecas de Cooper hasta que deja caer la daga al suelo, hasta que el pánico da paso al arrepentimiento. 

Cojo lo primero que encuentro cerca, la camiseta de Blaine, y con ella presiono las heridas en el abdomen de Cooper, obligandolo a tumbarse en el suelo mientras pierde cada vez mas sangre. Empieza a sollozar, la vista fija en el cuerpo de su hermano a unos metros de distancia. 

Un jadeo me hace levantar la vista hacia la puerta, donde el señor Anderson se agarra con fuerza al marco de esta mirando la escena horrorizado. -¿Blaine?¿Cooper?¿Qué les has hecho a mis hijos, maldito desgraciado? 

Me aparto rápidamente de Cooper al ver que el hombre viene a por mi con la ira pintada en su rostro, pero Cooper se planta entre él y yo, agarrandose el estómago con fuerza, la camiseta de Blaine manchada con su propia sangre. 

-No... no ha sido Alec... he... he sido yo, padre. Todo esto es culpa mía... yo... no se por qué... no se... yo... Blaine... lo siento tanto... lo siento... -Casi con miedo de dar un paso en falso, me acerco a Cooper, llevándolo con mis gestos hasta recostarse en la cama, presionando bien las heridas en su cuerpo. Puedo oír al señor Anderson aún en shock pidiendo una ambulancia. Al menos Cooper va a estar bien.

Ni siquiera llego a ver a los médicos. El señor Anderson de pronto parece tomar una decisión y me agarra del brazo con tanta fuerza que creo que va a amputármelo, arrastrándome así hasta mi antigua habitación, empujándome dentro y cerrando la puerta con llave tras de mi.

Lo único que se durante las siguientes horas es que una ambulancia ha llegado hasta la casa y se han llevado a Cooper. Supongo que también a Blaine, o por lo menos su cuerpo. ¿Qué pasa ahora conmigo?

La mañana llega y con ella algo de luz a mis pensamientos. Llevo toda la noche sentado en el suelo, las rodillas pegadas a mi pecho y mi espalda contra los pies de la cama. Observo entonces mis manos, todavía llenas de sangre. La sangre de Cooper. Cooper, quien ha matado a Blaine. A su hermano. Al dulce, cariñoso y apasionado Blaine. 

Cierro los puños con fuerza, clavándome las uñas antes de levantar mi entumecido cuerpo y caminar con pasos débiles hasta el cuarto de baño de la habitación, lavándome las manos con fuerza hasta que mi piel se pone roja y duele de tanto frotar. Siento como si la sangre no fuese a desaparecer nunca. 

La noche se hace presente sin que la puerta se abra o algún ruido se oiga fuera, y tras ella otra mañana y otra noche de nuevo. Me mantengo hidratado con el agua del baño, pero la falta de alimento empieza a pasarme factura. Las imágenes de Blaine tirado en el suelo, la apariencia desquiciada de Cooper mientras le golpeaba... me impiden conciliar el sueño, así que solo espero mientras las horas pasan, mis manos limpias aún manchadas de sangre en mi mente, mi estómago vacío creando dolor físico en todo mi cuerpo, mis pensamientos haciéndome enloquecer mas con cada hora que pasa.

Al amanecer del tercer día, la cerradura gira y la puerta se abre. Dos hombres uniformados con lo que reconozco como el logotipo de los laboratorios New Life se adentran en la habitación, sujetándome de ambos brazos y guiándome escaleras abajo. La puerta de la habitación de Blaine está cerrada, como si no hubiese pasado nada. 

No veo al señor Anderson. Tampoco a Cooper. Al llegar a la furgoneta de los laboratorios, un pinchazo en el cuello me hace perder la consciencia.

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Despierto y el aspecto de las habitaciones de los laboratorios New Life se me hace ya incluso familiar. Sin embargo, el que haya una persona en pie delante de la puerta no es para nada común. Normalmente los esclavos hacemos vida bastante libres dentro de las instalaciones, esperando a que nos vendan al mejor postor. No suelen hablar con nosotros, ni siquiera cuando preguntamos. 

-24601, has sido devuelto por la muerte de tu último propietario, Blaine Anderson. Se te informa por la presente que este hecho ha sido borrado de tu historial para no afectar a tus opciones de compra. Como consecuencia, no debes mencionar este hecho jamás. No ha ocurrido, ¿entendido? - Asiento, aún confuso, un fuerte dolor palpitante en mi sien. Me doy cuenta entonces de que tengo un gotero anclado a mi muñeca, pero cuando quiero preguntar el hombre ya ha desaparecido de mi vista. 

Y ya está. Un hombre muere a manos de otro por un crimen de odio y yo simplemente debo olvidarlo, pasar página y hacer como si Blaine nunca hubiese existido. Como si nunca lo hubiese querido. Como si no hubiese muerto por mi culpa. Se merecía tanto...

Los primeros días no dejo de entristecerme y llorar, aunque a nadie parece importarle. Me cuesta comer, pero me obligo a hacerlo y encuentro en el gimnasio una buena salida para mis pensamientos, lo cual me ayuda a volver a alimentarme correctamente.

Las pesadillas no desaparecen con la misma rapidez, y el saber que voy a sufrirlas no me ayuda a conciliar el sueño. Cada vez son mas frecuentes, mas intensas y mas dolorosas. Pero a nadie parece importarle la salud mental de un esclavo. Aunque quizá he hablado demasiado pronto.

Un día dos hombres se acercan a mi en el gimnasio, uno de ellos con una sonrisa burlona en su rostro. -Levanta, 24601. Has sido vendido. Me extraña que hayas tardado tanto, ya ni los tarados te quieren... casi han tenido que pagar para que alguien te lleve. Al menos con este sabemos que te van a preñar de una maldita vez, bastardo. 


I dreamed a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora