Se deja caer sentado a mi lado, una de las piernas bajo su cuerpo, la otra estirada. Una de sus manos va a parar a mi espalda en una caricia suave que me provoca escalofríos. La habitación todavía huele intensamente a sexo.
Me obligo a incorporarme un poco, aunque la mueca de dolor es inevitable. Puedo ver la preocupación en su rostro cuando vuelvo a fijarme en él, pero termino de sentarme, la toalla húmeda esta vez entre mis manos, aprovechándola para limpiar mi estómago de mi propia corrida. Ya puedo tirar esa almohada.
-¿Estás bien? Lo siento si yo... - pongo dos dedos sobre sus labios, sonriéndole de medio lado. -Estoy bien. No te disculpes. -Encojo las piernas, rodeándolas con mis brazos y apoyando mi sien sobre ellas, la cabeza ladeada hacia él. -Hacía años que no confiaba lo suficiente en alguien como para ser pasivo, ¿sabes? Empecé a tener relaciones muy joven, me liberaban de mis demonios... Tuve un par de novios aquí y allá, pensé que yo les importaba, era joven e ingenuo.
-Solo era un crío... me metí en líos con las drogas, me metí en líos con esos chicos... -me encojo de hombros, sonriendo levemente, recordando esa época con tristeza. -Tuvo que ser mi mejor amiga la que me cogiese del brazo y me sacase de toda aquella mierda. Me tuvo encerrado en su casa diez días hasta que se me pasó el mono... Entonces llegó la epidemia. Solo tenía 17 años, ¿sabes? Nunca tuve mujeres cerca, una hermana, una madre... nadie que me importase... pero ella suplía todos esos puestos. Estudiaba enfermería, así que fue de las primeras en morir.
Muevo mi cabeza, mirando a la pared, mis piernas siendo aprisionadas un poco mas fuerte. -Me prometí a mi mismo ser mejor persona, por ella. Si el mundo había perdido toda la bondad de personas como ella... otros tendríamos que suplir esa parte, ¿no? -Vuelvo a mirarlo, sonriendo de medio lado, mi mano viajando hasta su sien en una caricia. Empieza a crecerle el pelo... está guapo.
-Conseguí un trabajo... no fue difícil. Cada día mas mujeres morían o se ponían enfermas, todo eso eran plazas vacantes en cientos de sitios. Al principio solo eran puestos de supermercado o restaurantes, nada que me ayudase con mi propósito... los días se hacían largos, la motivación para continuar era difícil de encontrar... pero cada vez que quería caer, volver a las drogas, al mundo en el que me habían enseñado a desenvolverme tan bien... me acordaba de ella. Visité su tumba tantas veces en dos años que creo que la desgasté de tanto mirarla.
Lo noto receptivo y atento a mi lado, así que me muevo, apoyándome en él, mi cabeza reposando en su hombro. Su cuerpo es cálido a pesar del frío y resulta agradable. -También visité muchos bares, no voy a mentir. Dejé a un lado la droga, aunque hubo días en los que estuve tentado de volver a caer, no lo negaré. Pero entonces conocí el alcohol... y tu mejor que nadie sabes que aún puedo tener un problema con eso. Descubrí que era mas fácil liberarme y dejar de pensar con un par de copas mas. Dejar de querer.
-Tenía mi propia casa por aquel entonces. No era ni de lejos como esta, pero tenía un baño y una cama, para mi era suficiente... para traer a revolcones de una noche también fue suficiente. -Alzo la mirada hasta su rostro y atrapo una de sus manos entre las mías. Son mas grandes, los dedos mas nudosos a comparación de las mías, finas y mas delicadas. El color de la suya contrasta increíblemente con las mías, aún en la penumbra de la habitación.
-Con el tiempo el trabajo cambió, el éxito llegó... pude cambiar mi ropa, mi casa, mi coche, los lugares y los hombres que frecuentaba... pero en esencia mi vida seguía igual, ¿sabes? No era capaz de confiar en nadie, tenía la necesidad de estar en control... hasta que llegaste. -Entrelazo mis dedos con los suyos, mirándolo con media sonrisa. -Siento que no nos conocemos de nada y sin embargo confío en ti... ¿Qué tienes, Alexander?
-Yo también confío en ti, Magnus. -Su agarre en mi mano se hace mas fuerte antes de soltarse, ambas manos subiendo hasta mis mejillas, acunando mi rostro al mismo tiempo que lo sujeta, acercándose a besarme. Sonrío atolondrado por el gesto, mirándolo enternecido en cuanto rompe el beso. -podría acostumbrarme a esto, ¿sabes? -Acaricio su mejilla, sus ojos cerrándose al contacto.
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I dreamed a dream
Fiksi PenggemarEn un mundo donde los esclavos son tan comunes como las mascotas, los hombres están obligados a reproducirse para evitar la extinción. ¿Por qué demonios has comprado un esclavo, Magnus? MALEC. M-PREG. AU. #10 en Malec 24/05/2018