Cambios

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Okay, nunca imaginé que ser padre vendría cargado de tantos problemas. Siempre se oye que es algo maravilloso, ser padre, criar a tus hijos bla bla bla...¡pero si no hay tiempo de nada! 

Las pocas horas del día que Rafa está despierto se pasan rápido entre biberones, llantos, baños y cambios de pañal. Y cuando duerme hay tanto por hacer que siento que no me da la vida. No recuerdo la última vez que dormí toda la noche del tirón... pero necesito estar al frente de esta familia mientras Alec siga convaleciente. Los puntos de la cesárea todavía están frescos e incluso ha pasado un par de días de fiebre.

Tras pasear media hora por el salón en penumbra intentando que Rafa se duerma, al fin me doy cuenta de que sus gimoteos han desaparecido. ¡Se ha dormido!¡Se-ha-dor-mi-do! 

Hago una danza de la victoria en el mas absoluto de los silencios y vuelvo a la habitación, el reloj de la mesilla marcando las 4.12 de la madrugada. Dejo al bebé en su cuna a mi lado de la cama con todo el cuidado del mundo. No me gustaría que se despertase otra vez. ¡Necesito dormir! Solo tiene ocho días, pero siento como si llevase cuidando de él ocho meses. 

Me meto en la cama de nuevo con un gran suspiro de alivio, cubriéndome con las sábanas hasta los hombros. Siento el movimiento a mi lado en cuanto cierro los ojos y sonrío levemente. -¿Se ha dormido ya? -Asiento, abriendo los ojos de nuevo, viendo esos increíbles ojos azules fijos en mi, aún en la penumbra de la noche. -Podría haber salido a mi en esto del sueño y dormir 12 horas seguidas... 

Oigo su leve risa mientras cierro de nuevo los ojos, agotado. -Espero que mañana me quiten algún punto y pueda ayudarte un poco... te ves agotado. -Murmuro por lo bajo, ya medio dormido. Si algo tengo seguro, es que Alec no va a hacer esfuerzos hasta que el médico diga que está bien con ello. Si tiene que estar en cama y reposo un par de semanas mas, que así sea. 

En cuanto el mas mínimo rayo de sol entra en la habitación, oigo los murmullos de Rafa. Está despierto. Oh, oh... En cualquier momento llegará el llanto. 

Me levanto como un rayo, acercándome a la cuna e inclinándome al interior, poniendo una mano sobre el pecho de mi pequeño retoño, captando su atención. -Buenos días, pequeño demonio llorón... - giro mi cabeza hacia Alexander, sonriendo al verlo despierto. -¿Quieres ir con papá, campeón? - lo cargo en brazos, notando sus manitas contra mi pecho desnudo los segundos que me cuesta rodear la cama y dejarlo en el colchón, pegado a su padre. Todavía le duele sostenerlo en brazos, pero intento que estén cerca el mayor tiempo posible. 

-Voy a preparar el biberón antes de que llore... -me muevo como un zombie hasta la cocina, buscando entre los restos que hay esparcidos por todas partes un poco de fórmula, calentando el agua antes de preparar la cantidad necesaria de leche y un poquito mas. Rafael ha resultado ser un pequeño glotón y el enfermero nos dijo que le diésemos a demanda.

Me acerco de vuelta a la habitación, casi sorprendiéndome al darme cuenta de que no está llorando, al menos no todavía. Normalmente no aguanta diez minutos desde que despierta hasta que llora. 

Cuando llego a la puerta de la habitación puedo darme cuenta del porqué. Alec está tumbado de lado, uno de sus brazos rodeando el cuerpo del bebé, la otra acariciando su rostro y sus pequeñas manos. Los susurros llenan la habitación, el pequeño bebé hipnotizado con la voz de su padre. Vete a saber que le está contando.

No puedo sino enternecerme con la vista, grabándolos unos segundos con mi teléfono, lleno ahora de fotos y videos del pequeño bebé. Es increíble como en tan pocos días se ha convertido en el eje central de mi vida. -No se que demonios le estás contando, pero funciona. -Alec sonríe hacia mi mientras me acerco a la cama, sentándome a la orilla. 

-¿Puedo? Siento que estés cargando con todo el trabajo... déjame hacer esto a mi. -Asiento y le tiendo el biberón, moviéndome lo justo para tumbarme al otro lado del bebé, manteniéndolo entre nosotros mientras Alec se encarga de darle la leche, observando la escena frente a mi. Es cierto que estoy agotado, pero lo haría mil veces por ver la magia que se crea entre ellos dos cada vez que están juntos. 

-Cada vez que lo miro me arrepiento de haber pensado que no quería tener un bebé... sé que es llorón, cagón y da mucho trabajo, sobretodo cuando tienes que hacerlo todo solo... pero es precioso, Magnus... -Sonrío levemente, dejando que atrape uno de mis dedos en su pequeña manita, acariciando sus deditos con mi pulgar. - Cada día se parece un poco mas a ti... - Río, negando con la cabeza. Ni hablar... cada día que pasa se parece mas y mas a Alec. Si es cierto que hemos ido descubriendo en él mas rasgos míos, como la forma de sus orejas o el pequeño remolino que le sale en la coronilla del pelo. También tiene un pequeño lunar en la nalga izquierda, idéntico a uno que yo también tengo... pero por lo demás es Alec cien por cien.

-Yo creo que cada día estás mas ciego, cariño. - Me estiro a darle un suave beso, satisfecho de la sonrisa boba que logro dejar en sus labios. ¿Cómo he podido vivir hasta ahora sin él? 

Cuando el doctor llega a media mañana para revisar a Alec, lo encuentra relajado en la cama, semi incorporado, con un libro en sus manos y el pequeño Rafael acomodado a su lado, cómodo entre su padre y las almohadas. 

Revisa primero a Rafael, aunque es mas un vistazo de aprecio que una revisión en sí. -Ha estado engordando... es raro que un bebé suba de peso la primera semana, debe estar comiendo bien... -Río mirando de forma cómplice a mi chico. -Es un pequeño tragón... pero su enfermero dijo que debíamos proporcionarle alimento a demanda, así que eso hemos estado haciendo... -Me encojo de hombros, quedándome algo mas tranquilo cuando asegura que Rafael está perfectamente bien. 

Cuando descubre la cicatriz en el abdomen de Alec unos minutos mas tarde me asomo atento a sus atenciones. He estado limpiando la herida como los chicos de la clínica me explicaron que debía hacerlo, pero sigue teniendo mal aspecto. -Parece que está curando bien... te voy a quitar algunos puntos y vas a poder moverte un poco, pero debes evitar hacer esfuerzos. Eso incluye cargar al pequeño, todavía es pronto y no querrás retroceder... si la herida se abre volverás a la cama así que tómalo con calma. 

En cuanto despido al doctor en la puerta vuelvo al cuarto, sentándome al lado de mis chicos. -Ya has oído al doctor... te toca seguir portándote bien. -Sonrío acercándome a darle un beso suave, acariciando su mejilla, algo rasposa por su barba de varios días. Se le nota cansado también, pero no deja de parecerme sexy con ese aspecto. 

Rafa gimotea llamando nuestra atención y bajo la mirada, observando al bebé poner una cara que ya conozco demasiado bien. -Oh Rafa...¡qué peste! 

La risa de Alec llena el ambiente y cojo al pequeño Rafa, el momento de la tortura se acerca de nuevo. Me dan mucho asco las cacas, y no se que lleva la leche en polvo pero las de Rafa son especialmente apestosas. 

Noto a Alec moverse tras de mi y alzo una ceja, el bebé apoyado contra mi pecho. -¿Dónde crees que vas? - se encoge de hombros, sonriendo de medio lado. -No puedo cargar pesos, pero no ha dicho nada sobre no ponerme en pie un poco mas a menudo, ¿cierto?

Veo la mueca que el tirón de los puntos provoca en él, pero accedo a que venga con nosotros al cuarto de Rafa, donde está toda su ropa, su cambiador y también sus pañales, cremas y resto de utensilios. La única cosa que hay en nuestro cuarto es su cuna. 

Madre mía, Magnus...¿Qué has estado haciendo toda la semana? Parece que ha pasado un huracán por la casa... -Ríe con ganas, abrazándome por la espalda, su aliento chocando contra mi cuello. Un escalofrío me recorre de los pies a la cabeza, sintiéndome en casa al notar sus brazos rodeándome. -Prueba tu a vivir una semana solo con esa bolita adorable, cariño... No ayuda nada a recoger, pero desordena que da gusto. -Giro la cabeza, dejando un beso en su mejilla antes de recostar al bebé sobre el cambiador. -¿Listo para aprender? 

Tenía la esperanza de que a Alec le gustase el momento del cambio de pañal para poder librarme de ahora en adelante, pero tras verlo salir directo al baño tras una arcada creo que me va a tocar cambiar muchos mas pañales. -Mas vale que aprendas pronto a usar el baño por ti mismo, pequeño Rafa... 

I dreamed a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora