Enfrentando el mundo real

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Han pasado cinco días desde que me enteré de que lo habíamos logrado.  Al principio me sentó algo mal darme cuenta de que Alec lo sabía y no me lo había dicho. Después pensé que eso no nos llevaría a ningún sitio. Probablemente estaría nervioso, ¿quién no? Yo todavía lo estoy y casi ha pasado una semana. 

Inconscientemente no dejo de mirar el estómago de Alec. No quiero hacerlo ni que se me note que lo hago, pero a lo que quiero darme cuenta mi vista vuelve estar clavada allí, como si de hoy para mañana su estómago fuese a abultarse como si se hubiese tragado un balón de playa y lo hubiese hinchado dentro de él. -Magnus, lo estás haciendo de nuevo. -Noto el sonrojo subir a mis mejillas, desviando la mirada de él. -No es que me moleste tener tus ojos permanentemente en mi, ya sabes... -Niego, acercándome a él hasta colocarme entre sus piernas, él cómodamente sentado en uno de los taburetes de la cocina. -Prefiero besarte que mirarte... aunque no me cansaría nunca de hacer ninguna de las dos cosas. -Sonríe bajo mis labios, lo que me provoca una sonrisa también. Adorable Alexander.

-Por cierto... vístete. Tenemos reunión con el doctor en... - miro mi reloj - una hora. Tenemos tiempo, pero no quiero llegar tarde. - Reservé hora para esta reunión en el mismo momento en que me enteré de que lo habíamos logrado. Aún así, cinco días se me han hecho eternos. Necesito que alguien profesional lo confirme, no solo un aparatito. No estaré tranquilo hasta que eso suceda. Hasta que me digan que tanto Alec como el bebé están bien. Hasta que podamos respirar con calma, la seguridad de que no aparecerán en tres semanas para llevarse a Alec. Una vez eso esté solucionado, podremos entrar en pánico con la realidad de ser padres.

Cuando llegamos a la consulta puedo notar los nervios de Alec a mi lado. No se me hace extraño, yo odio a los doctores, así que tampoco es que esté especialmente cómodo... pero es por él por quien venimos. En la sala de espera hay algunos hombres, un par de ellos en avanzado estado de gestación. Alec no les quita el ojo de encima y sinceramente, a mi me cuesta. Sorprendiéndome a mi mismo, lo que no me cuesta es imaginar a Alec así. El pánico por ser padre está ahí, pero poco a poco ha ido apareciendo un gusanillo feliz en mi estómago al que parece agradarle la idea. 

Cojo a Alec de la mano, estrechándola con fuerza, guiándolo hasta unos asientos vacíos en la sala, dándole un beso en el hombro una vez nos sentamos. -Tranquilo... todo va a estar bien, ya lo verás. - Le acaricio la mejilla, buscando su mirada. Sus ojos azules están cubiertos de pánico y me siento mal una vez mas porque se haya visto obligado a estar en esta situación. Me acerco y beso sus labios con cariño, repasando su mejilla con el pulgar. -Tranquilo... estoy aquí contigo. -Llevo nuestras manos unidas a mis labios, depositando un pequeño beso sobre la suya antes de acomodarnos en los sillones para esperar.

Finalmente entramos a la consulta veinte minutos mas tarde y un enfermero prepara a Alec para sacarle sangre. Veo como se tensa inmediatamente y acaricio su brazo, intentando calmarlo. A mi tampoco me gusta, pero se que es necesario. -Así que 24601... - levanto la cabeza hacia el médico. Me habían dicho que era de los mejores de la ciudad, ¿y llama a los esclavos por su número? -Es Alec. -lo corrijo. 

El doctor me mira fijamente, cerrando la carpeta que estaba ojeando y cruzando sus manos. -Señor Bane, 'Alec' es un reproductor. Los informes, los tratamientos, las etiquetas identificativas... todo aquí va a ser tratado por su número identificativo. Acostúmbrese. Así es la ley. - Estoy a punto de gritarle toda una sarta de estupideces a ese simio del siglo dieciséis cuando la mano de Alec presiona la mia, una leve sonrisa en su rostro. -Déjalo, Magnus.. esta bien. - No, no esta bien. Por mucho que sean reproductores, que se les considere esclavos, no dejan de ser seres humanos. No dejan de tener un nombre. No deberían ser tratados así... pero no es por el honor de Alec por lo que estamos aquí, así que simplemente le hago caso y cierro la boca.

El enfermero sigue trabajando alrededor de Alec mientras el orangután-doctor habla sobre suplementos vitamínicos, cambios en la alimentación y otras tantas cosas que la rabia solo me deja escuchar a medias. Puedo ver como el chico mas joven mide y pesa a Alec, le toma la presión e incluso le da un botecito para hacerle una prueba de orina, dejándolo entrar en un pequeño baño a un lado en la propia consulta. No le quito ojo a la puerta hasta que vuelve a salir de allí, entregando el bote de vuelta al enfermero, que sale de la habitación.

-Bien, 24601, no te acomodes mucho. Ve a la camilla, vamos a confirmar que todo está correcto. Con lo que te ha costado lograr un embarazo nunca está de mas asegurarse. -Lo veo ponerse unos guantes de látex y por un momento temo por Alec, pero cuando veo lo que pretende no puedo evitar que la emoción me embargue. Una ecografía.

Alec a mi lado da un pequeño respingo cuando el gel toca su trabajado estómago, el doctor extendiendolo por todo su bajovientre. Cuando la pantalla finalmente carga, solo soy capaz de vislumbrar una marea de manchas de color naranja y negro. Parpadeo perplejo y luego miro a Alexander, igual de perplejo que yo. La imagen cambia conforme el doctor mueve la máquina sobre Alec, hasta que al final se detiene.

-Parece que esta todo bien. Se ha implantado correctamente. Apenas estás de cuatro semanas, 24601, pero eso no es motivo para ser descuidado. Las primeras semanas son muy importantes y las mas peligrosas. -Nos señala un pequeño punto en la pantalla, un bultito de color negro del tamaño de una canica con un punto naranja aún mas pequeño en su interior. Antes de que pueda llegar a reaccionar, el monitor se apaga y Alec esta limpiando el gel de su estómago. Le devuelvo su camiseta para que se vista y espero a que se ponga en pie antes de recibir una hoja de parte del hombre con todas las indicaciones sobre alimentación, ejercicio, vitaminas y hormonas que debemos seguir mientras esté embarazado. -Es muy pronto para detectar cualquier problema. Pidan cita para dentro de un mes.

La vuelta a casa es inusualmente silenciosa. No es hasta que aparco el coche y subimos al apartamento que Alec se lanza contra mi, abrazándome con fuerza. En un primer momento me sobresalto porque no lo esperaba, pero un instante después correspondo a su abrazo, besando su sien mientras acaricio su espalda. -Gracias por evitar que me tirase encima de ese neandertal... no me habría gustado acabar el día en comisaría.

Puedo notar su sonrisa contra mi pecho y lo abrazo mas fuerte, la tranquilidad de pronto invadiéndome. -Alexander...¿te das cuenta de lo que acaba de pasar?¿Lo que acabamos de ver?¡Vamos a tener un bebé! - Oh-dios-mio. ¡Vamos a tener un bebé! 

Sonrío como un bobo al pensar en el pequeño punto naranja de la pantalla. Ese pequeño milímetro es mitad Alec y mitad yo, lo hemos hecho juntos, esta vivo y definitivamente, será perfecto. 


I dreamed a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora