Las primeras 24 horas

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Tras terminar mi segunda copa de vino decido dejar la carpeta con los papeles de Alec a un lado. Es tarde, lo importante ahora es hacerle un hueco. No creo que se sienta cómodo en el sofá, es caro pero no el mejor para dormir en él.

Voy hasta la habitación de invitados, quitando todas las cosas que tengo sobre la cama. Tengo que concentrarme seriamente en ordenar un poco esta habitación si Alec va a quedarse, parece una pocilga. Pero eso será mañana.

Inicialmente era una habitación de invitados, pero de ahí pasó a ser un estudio provisional y al final ha acabado siendo un trastero dentro del propio apartamento. Muchos de mis trabajos antiguos están abandonados en cajas por toda la habitación, a veces incluso amontonandose unos sobre otros. Rotuladores, reglas, lápices, papeles y resto de utensilios regados por todas partes. Me corrijo a mi mismo, no parece una pocilga, es una pocilga. Reviso que la cama tenga sábanas y saco una manta gruesa del armario, dejandola sobre una silla. Por esta noche tendrá que servir.

Vuelvo al salón, encontrando al chico en la misma posición en la que lo he dejado, mi gato hecho un ovillo entre sus piernas. He podido notar el cambio cuando me ha oido entrar en la sala, estaba bastante relajado frente al fuego y ahora sus hombros reflejan tensión. -Es tarde... ven, te he preparado una habitación. Tendrás que disculpar el desorden, no esperaba invitados. -Le hago un gesto para que me siga y parece dudar sobre despertar al gato. -Oh, no te preocupes por Presidente. Volverá a dormirse en veinte segundos.

Una vez se pone en pie, echo a andar por el pasillo con él tras de mi hasta la puerta de la habitación de invitados, donde le cedo el paso. -No es gran cosa... mañana pondré orden aquí, lo prometo. Te he dejado una manta, puede que haga algo de frío, esta habitación suele estar cerrada, pero he encendido la calefacción así que debería estar bien en un par de horas. - Lo veo pasar por mi lado observando a su alrededor y suspiro, en los papeles no dice nada sobre él siendo mudo.

-Si necesitas cualquier cosa, mi habitación está al final del pasillo. Como si estuvieras en tu casa. - Noto a Presidente pasar entre mis piernas hacia la habitación y lo miro con el ceño fruncido. -Sientete libre de echar al gato si te molesta. Tiende a ser pesado a veces.

Cojo el pomo de la puerta, cerrando tras de mi para abrir al segundo siguiente, su mirada fija en mi. -Soy Magnus, por cierto.

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14.37P.M. Por Merlín, la fiesta debió ser dura anoche.

Tardo unos segundos en recordar. Valentine Morgenstern. La subasta en el club. Alec. ¡Mierda!

Me levanto a toda prisa, saliendo de la habitación solo con el pantalón del traje que llevaba anoche. El apartamento está desierto, como si todo estuviese igual que siempre. Me acerco a la habitación de invitados y abro la puerta, viendo a Alec sentado en la cama, Presidente Miau dormitando a su lado. -Hey... ¿llevas mucho despierto?¿Has comido algo? -Me mira y me sorprendo de su mirada. Es como si estuviese extrañado. ¿De que me preocupe por él? 

-Vamos, no soy el mejor cocinero del mundo, pero sé como defenderme entre fogones. - Le hago un gesto para que salga de esa habitación, recordandome a mi mismo mentalmente que debo limpiarla. 

Investigo un poco el interior de mi nevera y por un momento considero pedir comida china, pero al final desisto y saco una bandeja con setas frescas y algunos huevos. En su ficha no dice nada de alergias conocidas, pero no se sus gustos personales. En realidad, estoy empezando a pensar seriamente lo de que sea mudo. 

Tras terminar el revuelto de setas bajo su atenta mirada, sirvo los platos para ambos en la isla de la cocina, dejando también una jarra de agua fresca a su alcance. Normalmente encuentro cierto placer en comer acompañado, pero ahora está resultando extraño e incómodo. Imagino que no debe ser mucho mejor para él. Ha pasado por tres dueños diferentes, no quiero saber que puede haberle pasado en los últimos tres años. No quiero ponerme en su piel, me dan escalofríos solo de pensar en ser vendido como si fuese un objeto o un animal. Ser tratado como uno. 

-Alec... quiero que sepas que no tienes que estar asustado de mi. Quiero decir... no tengo intención de tratarte como a un esclavo. No me gusta este mundo que se ha creado, no estoy de acuerdo con las nuevas leyes... No sé por qué te compré. - Suspiro, esto esta siendo difícil. - Tienes unas condiciones bastante duras... - Echo un ojo a la carpeta, apartada al otro lado de la isla pero visible. Todavía tengo hojas que revisar en ella. - Después de mi te enviarán a una granja de reproducción... esos malditos lugares ni siquiera deberían existir. - Un jadeo por su parte me hace mirarlo, el tenedor abandonado en su plato y el mirandome como con...¿orgullo? No sabría decirlo exactamente, pero si puedo asegurar que mirada está cargada de intensidad. Cuando se da cuenta de que lo observo baja la mirada y sigue comiendo, casi picoteando del plato sin ganas. Suspiro para mis adentros y termino mi plato, limpiando los restos del cocinado sintiendo su mirada clavada en mi nuca. ¿Qué voy a hacer contigo, Alec?

I dreamed a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora