Mentiras y cabaret.

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"Cuando era pequeña y mi madre me llevaba a la playa me daba miedo meterme al agua porque cuando me metía no me veía los pies. Entonces mi madre me decía que todo el mundo tiene miedo a las cosas que no ve, que es normal. Y también me decía que si un día faltaba tampoco teníamos que tener miedo y que si eso pasaba, Ainhoa y yo, teníamos que cuidar de papa. Lo que pasa que Ainhoa, ahora, no está. Así que nos hemos quedado solitos papá y yo. Y no sé quién va a cuidar de quien, porque yo sé que papá, a veces también tiene miedo. Le oí decírselo un día al tío Julián, "tengo miedo de perderte, Julián", así se lo dijo. Así que he pensado que el tío Julián, nos cuida a nosotros porque el tío Julián no tiene miedo a nada".

Cae la noche en el Estrella Polar. Todos están en sus camarotes para dormir. Julián, sale un momento a cubierta a vigilar que la persona que tiene que hacer la guardia la está haciendo. No puede parar de pensar en el momento que ya no esté, en el momento de decirle a Salomé, que la va a dejar sola y lo peor de todo, que no verá crecer a su hijo. Por lo que se marcha, la muchacha que se encuentra haciendo la guardia, tiene miedo, todo está apagado. Empieza a presentir que no está sola, pero mira a su alrededor y no hay nadie, pero no le da tiempo a reaccionar cuando alguien por detrás le propina un golpe tirándola al suelo.

Se mete al camarote con Salomé.

-Oh mi rubia. Siento decirlo, pero creo que esta noche no vamos a poder buscar al cangrejito. –Dice Julián.

-¿Ah no? Es que todos los días buscarlo, te está dejando flacucho y con ojeras.

-¿Flacucho yo? A ese niño lo busco como que me llamo De la Cuadra.

-A lo mejor ya no hace falta que lo sigamos buscando. Tengo una falta de nueve días.

Los dos se miran con los ojos vidriosos. Lo que parecía que iba a estar lejano, puede que llegue en unos meses.

Julián no puede aguantar y se dirige hacia donde va a ser su nuevo piso de enamorados. Ricardo, se despierta sobresaltado, oye ruidos y después de todo lo que están viviendo, no se fía de nadie. Por lo que se levanta y sigue el ruido. El ruido le hace llegar hasta donde está Julián.

-¿Pero Julián, qué haces a estas horas dando martillazos? ¿No ves que vas a despertar a toda la tripulación?

-Salomé, me ha dicho que ya tiene una falta de nueve días, Ricardo. Está embarazada. No sé el tiempo que me queda, si me voy a morir mañana o dentro de cuatro años, así que este pisito lo monto yo.

-Bueno, pero déjame que te eche una mano. Voy a cambiarme y te ayudo.

Ricardo deja a su amigo que corte la madera para irse a vestir. No tardará más de diez minutos y volverá. Cuando llega, Julián no está. Algo raro, porque todo está tirado por el suelo, nada como lo estaba antes de irse, los tornillos tirados en el suelo y su pañuelo. Sabe que algo no anda bien. De pronto, empieza a oír unos ruidos fuera del barco, por lo que se alarma, pero no es hasta que oye como un motor se aleja cuando no echa a correr para mirar por uno de los ojos de buey.

Vilma y Piti están en su camarote durmiendo plácidamente.

-He venido a despertarte. –Dice Piti, dándole besos por todo el cuerpo. –Hoy he decidido despertarte con mis besos.

Empiezan a darse besos. Vilma empieza a darle besos a Piti, pero en ocasiones le pone la cara de Palomares.

-Perdona. Es que no sé, me da como el vacío. Supongo que será del embarazo. Lo siento mi amor.

-No pasa nada. –Dice Piti.

Amanece un nuevo día y Ricardo busca respuestas. Entra en el camarote de Julia despertándola y la coge del brazo y la sienta en el aula.

El Barco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora