Nada por aquí.

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"Escuche una vez a un viejo en el bar que el hombre con el tiempo se acostumbra a todo. Se acostumbra a vivir en Laponia a menos de veinte grados, se acostumbra a estar en una silla de ruedas a perder un brazo a no tener padre. Incluso, a vivir en un estúpido barco. Decía que es la estúpida manera de ser felices. Pero hay cosas a las que no te acostumbras, ni con todo el tiempo del mundo. No te acostumbras al hueco de la cama, a no ver su sonrisa, o a dejar de pedir dos copas en un bar, a no notar su olor ni sus besos, ni a que se te reviente el alma cada vez que te mires en el espejo y te des cuenta de que eres un imbécil por haber dejado escapar al amor de tu vida. "

-Dios mío. –Dice Salomé, cuando ve llegar a los chicos con Vilma en brazos.

-¿Qué os ha pasado? –Grita Julián.

-He pisado un cepo. –Dice Vilma.

-No estamos solos, hay más gente. La cámara que echamos al agua para ver donde estaba Sol, grabó a uno de ellos. –Explica Ainhoa.

-Han intentado matarnos. Había muchos hombres con gafas de gas disparando. –Dice Piti.

-Tenemos que volver. Sé que es peligroso, pero tenemos que ir a por él. –Dice Ainhoa.

-Ainhoa, tranquila. Nadie, nadie, va a ir al palmeral a buscar a nadie. Es peligroso. Vamos a agrandar el trecho de vigilancia. No quiero que nadie vaya solo a nada. –Ordena Julián.

-Julián, tienes que avisar a Ricardo. Que vengan a por nosotros y nos vamos de aquí. –Dice Salomé.

-No vamos a decirle nada a Ricardo. A la distancia en la que están tardarían en llegar y lo único que vamos a hacer es agobiarles. –Contesta Julián.

-A ver, podemos ir y escondernos. Sólo nos querían asustar, no nos han seguido. –Dice Vilma.

-No cariño. No sabemos que hacen aquí ni porqué nos disparan. Si quisieses que estuviésemos aquí, no nos hubiesen asustado. –Dice Salomé.

En el puente de mandos, se encuentran Gamboa y Ricardo.

-No sabemos lo que nos vamos a encontrar cuando lleguemos. No contestan. –Dice Ricardo. –A esta distancia si que pueden contestar.

-No he visto a nadie asomada a ninguna ventana, ni oímos a nadie. Parece que nos acercamos a un cementerio. –Dice Gamboa.

-Vuelve a poner la grabación. –Ordena Ricardo.

En ella, se escucha hablando a Ulises pidiendo ayuda.

-Capitán, no vamos a encontrar nada en ese edificio. –Dice Gamboa. –Capitán, no es necesario arriesgar a todos. Como primer oficial, me ofrezco voluntario a ir de avanzadilla y así cerciorarme de que no hay nada malo en el edificio.

-Le ofrezco su preposición, pero en este barco somos un equipo. Una familia, no hay peones que se manden primero por si hay peligro.

-Las vueltas que da la vida. Usted y yo, cubriéndonos las espaldas.

-Para eso están los amigos, para cubrirse las penas. Para tomarse dos copas en la barra de un bar, y de ahí se pasa a los bautizos.

-Capitán, creo que debería de salir a cubierta a ver esto. –Dice un marinero.

Salomé, está preparando un té para tranquilizar a Ainhoa y Cho y Vilma, se dirigen hacia la orilla.

-Vilma, yo sé quién puede entrar y salir del bosque. –Dice Cho.

-¿Quién? –Dice Vilma.

De pronto, se oye el mugir de la vaca. Cho, hace un gesto y señala a la vaca.

El Barco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora