Capitulo 18

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Greg se echó hacia atrás y estudió la cara repentinamente enardecida con la idea de enfrentarse a Justin. Por un momento, se había sentido preocupado por ella, temía que hubiera perdido su desbordante energía, pero no, allí estaba. Sonrió. _______ se crecía con las dificultades, por eso era tan buena reportera.

-Haz lo que puedas -dijo bruscamente-. Necesito poder contar contigo.

Amanda Meade, la secretaria de Justin, sonrió a _______ cuando ésta entró. Amanda había sido también la secretaria del anterior editor y conocía a todos los empleados; prueba de su discreción era que no había circulado ningún rumor sobre la conversación que Justin y ________ habían mantenido a puerta cerrada quince días antes. ________ se lo agradecía, no quería que empezaran a circular rumores en torno a ellos, porque a Justin podía ocurrírsele despedirla para desmentirlos.

-Hola, ________ -saludó Amanda-. ¿Puedo ayudarte en algo o quieres ver al jefe?

-El jefe, si es posible -respondió.

-En seguida te recibirá -informó Amanda-, pero a las doce va a salir a almorzar con la señorita Williams, así que no podrá concederte mucho tiempo.

-No es largo -prometió ________-. Amanda pulsó el interfono y _______ oyó cómo explicaba a Justin quién quería verlo. Al cabo de unos segundos sonrió de nuevo.

-Pasa, te recibirá ahora mismo. ¡Y últimamente está de muy buen humor!

_______ tuvo que reírse.

-Gracias por la información, pero no voy a pedir un aumento de sueldo.

Entró en el despacho de Justin y cerró la puerta tras ella. Quería estar segura de que nadie podría oír siquiera un fragmento de la conversación que iban a mantener.

Justin estaba de pie junto a la enorme cristalera de la ventana, contemplando las riadas de gente que pasaba por la calle. Se había quitado la chaqueta y remangado la camisa, dejando al descubierto unos antebrazos musculosos. Cuando se giró, _______ vio que también se había deshecho de la corbata; más parecía un reportero que un editor, y emanaba un aire masculino que ningún otro hombre podía igualar.

-Hola, preciosa -saludó arrastrando las palabras. Su voz aterciopelada tenía un tono íntimo que contribuyó a acelerarle el pulso a _______-. Has tardado bastante en subir a verme. Estaba empezando a pensar que te habías rendido.

¿Qué quería decir?, se preguntó _______. ¿Es que Greg lo había llamado para advertirle de su visita? Imposible. Acababa de dejarlo en su despacho y, además, él quería poder volver a disponer de ella para los internacionales. Por las venas de Greg

corría tinta, no sangre.

-No entiendo -se limitó a decir-. ¿Qué quieres decir con lo de que he tardado en venir a verte?

-Que te ha costado darte cuenta de que te había dejado en tierra -respondió, y sonrió mientras se acercaba a ella.

Antes de que _______ tuviera oportunidad de alejarse, él se plantó delante de ella y sus manos cálidas la tomaron por los codos. Ella tembló cuando la tocó. Intentó apartarse, pero él no la soltó

.

-Iba a decírtelo la noche que te llamé por teléfono, pero me colgaste -continuó explicando, sin dejar de sonreír-. Así que esperaba que subieras a verme.

_______ estaba dotada de unos sentidos muy receptivos, y en ese momento deseó que no lo fueran tanto, porque incluso podía distinguir el cálido olor masculino de su piel por debajo del de la loción de afeitado. Estaba lo bastante cerca de ella como para fijarse en que, tantos años después, seguía sin usar camiseta, ya que el vello rizado que cubría su pecho se transparentaba por debajo de la tela de la camisa.

YA NO ME INTERESAS...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora