Capitulo 35

1.5K 63 0
                                    

Justin la miró con admiración después de ayudarla con la cremallera.

-Me parece un poco arriesgado que salgas ahí fuera -dijo, y se inclinó para murmurarle al oído-: Algún jeque podría raptarte y llevarte al desierto, y tendría que empezar una guerra para conseguir que volvieras.

-¿Cómo? ¿Y arruinar una buena historia? -se burló, y sus ojos se encontraron con los de él reflejados en el espejo-. Estoy segura de que lograría escaparme, y fíjate la crónica que podría escribir después.

-Me reiría -dijo él forzadamente-, pero sé por experiencia propia la clase de peligros que has tenido que afrontar, y me hierve la sangre cuando lo pienso. Una cosa es exponerme yo, y otra que a ti pueda pasarte algo.

-De eso nada -dijo, y se inclinó hacia delante y, con el dedo, se quitó una manchita que acababa de descubrirse debajo del ojo-. Antes, cuando estábamos juntos, a mí me aterrorizaba que te pudiera pasar algo, y casi me muero cuando te hirieron. Ahora comprendo por qué volviste a marcharte en cuanto pudiste; ahora yo también estoy enganchada, necesito emociones fuertes.

-Eso se te pasará -dijo, y una expresión casi fatigada cubrió su rostro-. El peligro llega a resultar aburrido, y la idea de dormir en la misma cama más que unos pocos días seguidos cada vez se hace más atractiva. Echar raíces no tiene por qué atarte, cielo, sino que puede ayudarte a seguir creciendo.

-Eso es cierto, pero sólo si la maceta es lo bastante grande como para que noasfixie las raíces -señaló, y se giró para mirarlo a la cara. Sonreía, pero la expresiónde sus ojos era seria, y él le puso un dedo debajo de la barbilla para obligarla a
levantarla.

-Pero sujetarte a ti es muy divertido -bromeó.

-¿Es que no piensas en nada más? -sacudió la cabeza con regocijo.

-¿Cuándo estoy contigo? Rara vez -un destello de pasión brilló en sus ojos grises mientras la miraba-. Incluso antes de saber que tú eras tú, en cuanto veía esa trenza bailando encima de tu trasero, me entraban ganas de asaltarte allí mismo, en los pasillos.

___________ sonrió, pero en su fuero interno se daba cuenta de que las palabras y los actos de Justin estaban basados en la atracción física y no en una necesidad emocional. Justin la deseaba, de eso no había duda, pero iba dándose cuenta de que era incapaz de amar. Tal vez fuera mejor así. Si amaba tan intensamente como deseaba, su amor podía ser destructivo para el alma.
La fiesta tenía lugar en un hotel, ya que el palacio Al Mahdi estaba cerrado con los preparativos para el baile, y el marido de Marina no quería abrir su casa al público por razones de seguridad. El camino de entrada del hotel estaba repleto de limusinas. Europeos, estadounidenses y sakaryanos se mezclaban y una confusa mezcla de acentos presidía las conversaciones. Las medidas de seguridad eran estrictas: había guardias apostados en puertas y ventanas, vestidos con uniformes militares y botas y tocados con unas boinas, que observaban a la multitud de visitantes extranjeros con los ojos negros de los hombres del desierto. Les pidieron varias veces que mostraran sus credenciales y tuvieron que enseñar la invitación mientras se unían al río de invitados que entraban en el hotel.
Una vez dentro, los guiaron hasta la suite donde se celebraba la fiesta y las medidas de seguridad se volvieron invisibles. Sonaba una música ligera y el tintineo de los cubitos de hielo en los vasos indicaba que el ambiente era distendido y los
invitados estaban relajados. La suite estaba amueblada con sencillez, al estilo árabe, pero había asientos de sobra para los que prefirieran sentarse a estar de pie. Los colores que predominaban eran los dorados, los marrones y el blanco, y ___________ adivinó el toque final de Marina en muchos de los centros de flores que adornaban la habitación, los cuales daban un toque alegre sin resultar nunca estridentes. Miró a su alrededor buscando a su amiga, pero fue incapaz de descubrir su rastro en medio del constante trasiego de invitados.

-¿Por qué había tantos controles de seguridad fuera? -preguntó inclinándose hacia Justin para que nadie los oyera.

-Porque Zain no es tonto -gruñó Justin-. A mucha gente le gustaría verlo muerto. Parientes del rey que están celosos de su influencia, fundamentalistas religiosos a los que no agrada su política progresista, terroristas que no necesitan ninguna razón... Sakarya es una mina de oro hoy en día.

-He oído hablar de las reservas de petróleo -susurró ella-. ¿Son tan grandes como dicen?

-Enormes. Si las prospecciones son correctas, las reservas de Sakarya serían las segundas del mundo después de las de los saudíes.

-Ya -musitó ella-. Y dado que el ministro de Economía está casado con una estadounidense, lo lógico es que sus simpatías se inclinen hacia Occidente. Lo cual significa que su influencia sobre el rey es doblemente importante. Cielo santo, ¿Marina está a salvo en este país?

-Zain hace todo lo que puede para que así sea, y es un hombre astuto. Su-idea es llegar a viejo.

Ella iba a seguir preguntando, pero un destello rubio capturó su atención y, al girar la cabeza, vio a Marina, que se acercaba a ella. Su amiga estaba fantástica, radiante; sus preciosos ojos verdes resplandecían de alegría.

-¡____________! -exclamó, riendo, y las dos se abrazaron con entusiasmo ¡No estaba segura de que pudieras venir! Casi no me lo creo cuando me di cuenta de que pretendían mandar a otro periodista en tu lugar. Me negué a conceder la entrevista,
claro -dijo con una risa triunfal.

-«Claro» -repitió ___________-. Por cierto, Marina, te presento a mi editor, Justin Bieber. Es el que pretendía sabotear mi viaje.

-Será broma, ¿no? -Marina sonrió a Justin y le tendió la mano-. ¿No sabías que _________ y yo somos amigas?

YA NO ME INTERESAS...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora