Capitulo 19

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Cuando él separó su boca de la de ella, _______ estaba tan débil y temblorosa que tenía que apoyarse en él para no caerse. En los ojos de Justin había un brillo triunfante mientras con un brazo le rodeaba la cintura y con la mano que le quedaba libre la obligaba a levantar la barbilla y esparcía una lluvia de besos leves sobre su cara y sus labios.

-Mmm -dijo con un profundo gemido-, esto sigue siendo igual que siempre. Pura dinamita.

Esas palabras ayudaron a poner algo de cordura en la mente enfebrecida de ________, y ésta trató de apartarse un poco. Efectivamente, aquello seguía siendo dinamita, ¡y casi le había estallado en plena cara! Sería una tonta si dejaba que Justin

utilizara la atracción física que había entre ambos para hacerle olvidar la razón que la había llevado hasta allí arriba.

-Ya está bien, Justin -protestó mientas apartaba la cara-. Suéltame. He subido a verte para hablar de...

-Ya hemos hablado -la interrumpió ásperamente, su voz era aún más profunda y ronca, señal de que no tenía intención de detenerse-. Ahora preferiría hacer el amor.Hace mucho que no lo hacemos, pero no tanto como para que haya olvidado cómo eran las cosas entre nosotros.

-Pues a mí sí se me ha olvidado -mintió ella, y volvió a esquivar un beso-. ¡Deja de hacer el Oops! Me tomo muy en serio mi trabajo y no quiero que me dejes en tierra porque opinas que una mujer no puede defenderse en una crisis.

Él dejó de intentar besarla y la miró con impaciencia.

-Está bien, hablaremos de tu trabajo y, luego, zanjaremos el tema. Yo no digo que una mujer no sepa cuidar de sí misma, digo que no quiero que «tú» te veas envuelta en una situación de peligro, porque creo que no podría soportarlo.

-¿Y por qué iba a importarte tanto? -preguntó _______, sorprendida-. No es que mi bienestar te haya preocupado mucho hasta ahora, así que no me fastidies mi trabajo haciéndote ahora el protector.

De pronto él la soltó y ella se alejó unos centímetros. Agradecía la distancia, necesitaba concentrarse para poder vérselas con Justin, y la cercanía nublaba su mente con impulsos eróticos.

-Es una decisión irrevocable -anunció concisamente-. Te he sacado para siempre de los reportajes internacionales.

Ella se quedó mirándolo fijamente y notó que su estómago se contraía. ¿«Para siempre»? ¡Seria más fácil para ella dejar de comer que renunciar a las emociones que le proporcionaba su trabajo! Ni aunque lo hubiera planeado durante años podría haber encontrado Justin una cosa capaz de herirla más.

-¿Tanto me odias? -murmuró. Sus ojos azules se oscurecieron hasta volverse casi negros de pesar-. ¿Qué te he hecho para que me trates así?

-Pues claro que no te odio -aseguró él con impaciencia, acariciándole la cabeza con una mano-. Lo que intento es protegerte. Eres mi mujer y no quiero que te pase nada.

-¡Tonterías! -gritó. Tenía los puños apretados-. ¡Que me cortes las alas es peor que cualquier cosa que pueda sucederme durante una misión! El trabajo en la redacción me roba la vida. Me vuelvo loca cuando paso horas y horas delante del teclado sin que se me ocurra nada para escribir. ¡Y no me vengas con que soy tu mujer! Nuestra relación consistía sólo en acostarnos entre viaje y viaje; luego tú te fuiste por tu lado y yo por el mío, y ahora soy mucho más feliz de lo que llegué a ser nunca contigo.

Se calló para tomar aire. Temblaba e intentaba controlar las ganas de romper algo, de darle un puñetazo. Aunque tenía su genio, nunca llegaba a esos extremos. Se dio cuenta de que la frustración que sentía había podido con sus nervios.

-Te guste o no, eres mi mujer y vas a seguir siéndolo -afirmó con frialdad. Las palabras eran como piedras que cayeron sobre la cabeza de _______-. Y no quiero que mi mujer ande por ahí.

-En ese caso, ¿por qué simplemente no me pegas un tiro? -preguntó, furiosa, levantando la voz-. Sería más piadoso que dejar que me muera de aburrimiento. Maldito seas, Justin. Además, ni siquiera sé por qué te casaste conmigo -concluyó con

honda frustración.

-Me casé contigo porque me dabas pena -la informó sin rodeos. Ella se quedó mirándolo boquiabierta y, luego, con expresión ofendida.

-Que... ¿que te daba pena? -gritó, y pensó que iba a estallar de rabia. ¡No podía haberle dicho nada más humillante!

-Parecías tan sola, tan desvalida... -explicó él con calma, como si cada palabra que añadía no fuera una nueva ofensa-, y tan necesitada de cariño, de caricias... Así que pensé: ¿por qué no? Tenía veintiocho años, era hora de ir pensando en casarme. Y, además, había un incentivo.

-Claro -le espetó. Fue hasta la ventana y se puso a mirar la calle, cualquier cosa con tal de no ver la expresión burlona de Justin-. ¡Te blinda contra todas las amiguitas que te persiguen! -estuvo tentada de darle un puñetazo en la boca, pero sabía qúe Justin buscaría venganza, que no la dejaría irse de rositas.

El sonrió al verla enfadada y fue hasta ella. Estaba tan cerca que ________ notaba su aliento en la sien.

-No, preciosa. El incentivo era cómo te excitabas cuando te tocaba. Parecías tan sosita..., una gordita cariñosa, pero en la cama te convertías en una pantera. El contraste era fascinante.

-¡Ya veo cómo te habrás reído a mi costa! -le espetó. Tenía la cara congestionada por la humillación que sentía.

-No, no, de eso nada -replicó, y su voz se volvió susurrante y melosa-. El sexo entre nosotros era demasiado bueno. Ninguna mujer ha podido igualarte desde entonces. Has cambiado en todo, pero no en la forma en que reaccionas cuando te

toco.

Eso hirió el orgullo de ________.

-Olvídate de lo que ha pasado. No significa nada -respondió con rotundidad.

-Pues yo creo que sí. Significa que he recuperado a mi mujer. Quiero que vuelvas conmigo, ________ -dijo con voz dulce.

El asombro la obligó a girarse hacia él. Se quedó mirándolo con ojos llenos de incredulidad.

-¡Me estás tomando el pelo! -lo acusó. Le temblaba la voz-. ¡No puede ser!

-¿Y por qué no? -murmuró él. La abrazó e inclinó la cabeza sobre su pelo-. Nunca quise que te alejaras de mí -continuó con voz cada vez más seductora.

________ era consciente de que él estaba usando deliberadamente el poder erótico de su voz para desarmarla, pero reconocer las armas que usaba el adversario no le daba automáticamente la fuerza para resistirse a ellas. Tembló e intentó apartarse, pero él la retuvo.

-Pensaba que reflexionarías y me llamarías.

-Estaba harto de tus reproches y quería darte una lección -dijo mientras levantaba la cabeza y miraba su cara de asombro-. Pero tú no me llamaste y, bueno, yo tenía que enfocarme en mi carrera... y fue pasando el tiempo. Siete años es mucho tiempo, pero los dos hemos madurado y yo pienso aprovecharme de la atracción que todavía nos une.

HOLI EH VISTO QUE HAN LEIDO PERO NO SE HACEN PRESENTE:/ DONDE ESTAN LAS LECTORAS ;) VOTEN Y COMENTEN :( <3

YA NO ME INTERESAS...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora