Capitulo 41

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-No necesitas saber detalles -bromeó Justin-. Los dos estábamos donde se suponía que no debíamos y casi nos cuesta el pellejo. Déjalo estar, ___________. Cuéntanos en cambio cómo os conocisteis Marina y tú.

-Eso no tiene misterio -Marina se encogió de hombros-. En la universidad, no tiene nada de raro. Y ahora ¿por qué no os largáis? ¿Cómo vamos a hablar ___________ y yo delante de testigos?

Los dos hombres se rieron pero no hicieron amago de marcharse, así que aquello se transformó en una conversación a cuatro bandas. En honor a la verdad, habría sido imposible excluirlos. Justin no estaba allí para entrevistar a nadie, pero el periodista que había en él surgió en seguida y quiso intervenir. ___________ estaba admirada de su manera de formular preguntas a Zain. Algunas eran directas, exigían respuestas precisas; otras, más vagas, permitían a su interlocutor evadirse y responder a ellas como deseara. Para agradecerle su consideración, Zain se mostraba claro en sus respuestas y _________ sabía que lo que estaba oyendo era pura dinamita. El marido de Marina le contaba a Justin cosas que probablemente ignoraban muchos jefes de estado, y parecía confiar plenamente en que Justin sabría discernir qué podía contar en la revista y qué debía callar.
Lentamente, __________ empezó a entender cómo funcionaba la mente del hombre que tenía a su cargo las finanzas de una economía en eclosión y que, poco a Poco, iba introduciendo a su país en la modernidad. Era un aventurero, pero leal a su país. Tal vez por eso el rey había depositado tanta confianza en su joven ministro de Economía y, por eso también, permitía que Sakarya fuera alineándose con los intereses occidentales.

Marina jugaba un papel que en ningún modo era menor. Si Zain ejercía gran influencia sobre el rey, Marina ejercía el mismo influjo sobre su marido. ___________ se preguntaba si éste sería capaz de admitirlo; un hombre que hasta hacía poco tenía un harén no estaría dispuesto a admitir, ni siquiera ante sí mismo, que su esposa había jugado un papel destacado en el rumbo de la política exterior de Sakarya. Tampoco al rey le haría feliz que le dijeran que Marina tenía una influencia indirecta en las decisiones reales. Sin embargo, esa mujer tan hermosa y sonriente, tan enamorada de su marido, tenía un papel destacado en un ajedrez político que podría llegar a tener consecuencias mundiales, según quién, cómo y cuándo lograra acceso al petróleo sakaryano.
Finalmente la conversación se volvió más general y Marina preguntó si ____________ podría volver a visitarla de nuevo a lo largo del año. _________ abrió la boca para aceptar la invitación pero Justin se adelantó.

-Este otoño tendré que ir a Europa a rodar un documental -dijo-, y _________ vendrá conmigo. Todavía no tengo las fechas, pero cuando lo sepamos, te lo diremos.

-No te olvides -rogó Marina-. Ahora no nos vemos casi nunca. Cuando yo vivía en Nueva York, al menos una vez al mes conseguíamos vernos.

___________ no hizo ningún comentario, pero pensó que Justin daba por hechas demasiadas cosas. ¡Menuda sorpresa se iba a llevar cuando ella se marchara y desapareciera para siempre!
Era noche cuando por fin abandonaron el palacio y, como tenían el tiempo justo para llegar al aeropuerto con tiempo para tomar su vuelo, Zain hizo que una escolta los acompañara para ir abriéndoles paso. ___________ y Justin se montaron en la limusina de Zain y, al llegar al aeropuerto, facturaron y embarcaron directamente, sin pausas. Justin estuvo callado todo el camino y tampoco habló cuando ocuparon los asientos en el avión. Por ella, genial, pensó _________. Estaba cansada y no tenía ganas de discutir.
Era inevitable, siempre que se peleaban, él ganaba. Ella era demasiado impulsiva, demasiado imprudente, incapaz de controlar su genio, mientras que Justin planeaba con antelación todos sus movimientos.
Cuando despegaron y alcanzaron la altura de crucero, las azafatas empezaron a distribuir almohadas y mantas a los pasajeros. __________ pensó que podría intentar dormir un poco. Era tardísimo. Echó hacia atrás el respaldo de su asiento.

-Estoy cansada -dijo a Justin-. Buenas noches.

Él giró la cara y sus ojos la traspasaron. Luego reclinó también su asiento, le pasó un brazo por los hombros y tiró de ella para que apoyara la cabeza en su hombro.

-He pasado dos noches en vela, sin saber dónde estabas -gruñó esas palabras junto a una de las sienes de __________ mientras la arropaba con la manta-. Duérmete ahora que has vuelto a casa -la obligó a levantar la cabeza y su boca se posó sobre la de ella.

Fue un beso posesivo que duró lo bastante como para que ella también lo besara a él.
Luego Justin se recostó en el respaldo de la butaca y volvió a poner la cabeza de ________ sobre su hombro. Ella agradeció la posibilidad de esconder la cara, que ardía por el beso que acababan de compartir. ¿Por qué tenía que ser tan débil, tan boba? ¿Por qué no era capaz de permanecer indiferente cuando la tocaba?
Después de ese beso, __________ estaba segura de que no sería capaz de conciliar el sueño, pero se quedó dormida inmediatamente y sólo se despertó en una ocasión durante todo el vuelo, cuando cambió de postura y Justin volvió a arroparla. Ella abrió los ojos. La cabina de pasajeros estaba en penumbra. Miró a Justin.

-¿No puedes dormir?

-Estaba dormido -murmuró-. Ojalá estuviéramos solos.

Tiró de ella para acurrucarla más contra sí, y a ____________ no le cupo duda de por qué deseaba tanto estar a solas. Los besos de Justin se volvieron más exigentes, buscaron su boca una y otra vez, hasta que, frustrado, murmuró una palabrota y dejó que ella retirara la cabeza.

-Puedo esperar -gruñó-. Aunque no mucho.

___________ se recostó en su hombro y se mordió los labios para sofocar las palabras de amor que habían estado a punto de salir de su boca. Las lágrimas le quemaban los ojos. ¡Lo amaba! Le dolía tanto que quería gritar. Lo amaba, pero no podía confiar en él.
Cambiaron de avión en París, al igual que habían hecho a la ida, y como los días que habían pasado en Sakarya no habían sido precisamente de descanso, la fatiga y la falta de sueño hicieron mella en los dos. Cuando por fin aterrizaron en JFK, ___________ tenía un terrible dolor de cabeza y, a juzgar por el cansancio y la tensión que se reflejaban en los ojos de Justin, éste no se encontraba mucho mejor. Si hubiera empezado una discusión, __________ se habría puesto histérica, pero Justin indicó al taxista que pasarían a dejarla a ella primero y, al llegar delante del edificio donde estaba su apartamento, le dijo adiós y se marchó sin tan siquiera darle un beso de despedida.

YA NO ME INTERESAS...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora