Capitulo 25

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-Ya sabía que no ibas a vivir como un monje todos estos años -dijo para intentar calmarlo-. No tengo nada que objetar.

En lugar de apaciguarlo, aquellas palabras lo indignaron más, y la agarró con más fuerza.

-Yo no soy tan moderno -dijo en voz muy baja, casi sin mover los labios- No quiero que otro hombre te toque.

-¿No te parece que eres como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer? -los dedos de Justin la apretaban tanto que le estaba haciendo daño-. ¡Justin, por favor! ¡Me haces daño!

Él dijo un par de palabrotas y la soltó como si estuviera liberando a un pájaro.

Ella retrocedió unos pasos y se frotó la piel dolorida de la cintura. Como él no se movía ni hablaba, ella decidió que lo mejor era salir de allí. No podía tratar con Justin cuando estaba enfadado, la haría picadillo si llegaba a perder los nervios, y lo conocía lo bastante como para darse cuenta de que eso estaba a punto de suceder.

Fue hacia la puerta, pero él se interpuso entre ella y la salida.

-No luches contra mí -advirtió Justin, mascullando en voz muy baja-. No puedes ganar, y no quiero hacerte daño. Eres mi mujer, _________.

Ella tuvo miedo. Había visto a Justin de mal humor, de mal genio, pero nunca antes había visto tanta ferocidad en sus ojos.

-Tengo que ponerme a trabajar -murmuró con precaución.

-Trabajas para mí. Te irás cuando yo diga -farfulló sin dejar de mirarla fijamente. Ella no podía apartar los ojos de él. Era como una serpiente que tuviera paralizado a un pájaro.

Desesperada, _________ trató de pensar en algo que pudiera distraerlo, hacer que apartara de ella su atención, pero no se le ocurría nada. Todo el orgullo y la dignidad que había reunido a lo largo de esos años refulgía en su barbilla cuando la alzó.

-No me amenaces -advirtió finalmente-. Si eres la mitad de hombre de lo que eras, debes darte cuenta de que no te deseo.

-Pero lo harás dentro de un momento -replicó Justin con brutal sinceridad.

__________ ni siquiera pestañeó. No iba dejar que él viera cómo la afectaba el golpe que acababa de infligirle con sus palabras.

-No confundas el pasado con el futuro. Ya quedaron atrás los días en que pensaba que eras el rey del mundo.

-Bien -respondió-. Nunca quise ser un ídolo, pero tampoco me conviertas en un villano.

___________ sintió un gran alivio al notar que el peligro había pasado, al menos de momento. Estuvo tentada de discutir de nuevo sobre el viaje a Sakarya, pero sabía que eso haría que Justin volviera a enfadarse.

-De verdad, tengo que irme a trabajar -insistió.

Al cabo de un momento, él se apartó de su camino.

-De acuerdo -la autorizó a marcharse. Su voz era al mismo tiempo tierna y amenazadora- Pero no hemos terminado, cielo, y no pienso despegarme de ti en todo el viaje a Sakarya.

_________ se escabulló y regresó a su mesa sin dejar de pensar en las palabras de Justin. Se puso a temblar y le resultaba difícil concentrarse en lo que estaba escribiendo. Estaba en un punto delicado, no sabía cómo continuar la trama y, sin

proponérselo, su mente volvía una y otra vez a Justin.

En otra época, habría delirado de alegría si él hubiera anunciado que quería que volviera a su lado, que quería tener hijos, pero de eso hacía mucho tiempo, y ahora ella era otra persona. ¿Por qué Justinno lo aceptaba?, ¿por qué esa insistencia en que

volvieran a vivir como marido y mujer?

No podía creer que fueran los celos lo que lo impulsaban a querer aquello. Debía ser su carácter posesivo. Los celos habrían indicado que ella le importaba, y sabía que

Justin nunca la había querido, ni siquiera al principio. El único lazo de unión entre ellos era el sexo, y él quería recuperar ese lazo, pero ella estaba decidida a superar su vulnerabilidad en ese aspecto.

Entonces se le ocurrió que, para Justin, una cosa era que su mujer fuera un ama de casa regordeta y hogareña y, otra muy distinta, que se tratara de una periodista con éxito que había recorrido el mundo. Ahora representaba para él un trofeo del que

presumir. ¡Antes no tenía el suficiente glamour! ¿Por eso estaba tan repentinamente interesado en ella, después de años y años de no hacerle el menor caso? Sintió una inmensa rabia, pero luego la asaltó una idea inquietante: si ése fuera el caso, entonces no la habría sacado de los reportajes internacionales, dejaría que continuara bajo los focos.

No entendía a Justin, nunca lo había entendido. ¿Por qué no la dejaba en paz?

El intenso dolor de cabeza que notó por la tarde al volver a casa lo atribuyó a la tensión que le había causado la escena con Justin. Lo único que deseaba era paz y tranquilidad, así que se regaló un baño caliente y después, en vez de vestirse, se limitó a ponerse su bata rosa, cuya cremallera subía hasta el cuello, y se sentó a trabajar en el manuscrito.

Era todavía pronto, apenas las siete, cuando sonó el timbre de la puerta. ________ frunció el ceño irritada. Cuando llegó ante la puerta, se lo pensó dos veces antes de abrir, pues se dijo que tal vez fuera Justin, que quería insistir en sus atenciones.

-¿Quién es? -preguntó con cautela.

-Coral Williams -fue la fría respuesta y ________ alzó las cejas con asombro mientras se disponía a franquear la entrada.

-Pasa -invitó a la despampanante rubia. Luego señaló la bata-. Lo siento, pero no esperaba visitas.

-Eso parece -admitió Coral, y entró en el apartamento con el paso decidido de una modelo.

Era fría y teatral al mismo tiempo. Llevaba un vestido de noche de color amarillo.

-Voy con Justin a un estreno en Broadway, así que estoy segura de que no lo esperabas a él esta noche.

«Ajá», pensó _________ para sus adentros. Era como si Coral hubiera ido a decirle que sabía que Justin estaba interesado en ella. ¿Quién se lo había dicho?.

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