Dejé la caja en la habitación de Joe y regresé a la mía.
Intentaba dormir cuando escuché que alguien golpeó mi puerta.
Después de dos golpes volvió el silencio.
Joe había regresado, yo estaba en la oscura habitación, deseando dormir y olvidarme de todo lo sucedido.
Después de unos minutos volví a escuchar golpes en la puerta, está vez eran uno tras otro.
Joe gritaba desesperado esperando que yo abriera la puerta, pero yo no quería verlo y no iba a hacerlo.-Marisa, ¡Por favor, abre la maldita puerta!.- gritaba Joe desde afuera de mi recámara.
Cubrí mi cara con las cobijas esperando que las palabras de Joe fueran inaudibles para mí.
Pero mi intento fue un rotundo fracaso, aún podía escucharlo, se oía molesto, su impotencia le hacía perder el control.
Golpeaba la puerta como su vida dependiera de ello.
-Marisa, ¡necesito que me escuches! Por favor sal de ahí.- volvió a gritar.Finalmente, después de golpes, gritos y pataleos, se dio por vencido, podía escuchar sus sollozos, me sentí mal por él, pensé en salir de mi habitación, abrazarlo, tranquilizarlo y decirle que nada de lo que hizo me importaba, pero no iba a ceder, no podía perdonar lo que hizo, simplemente no podía.
El sábado por la mañana, la luz del sol me pegaba directo en la cara. Con dificultad, abrí los ojos lentamente.
Giré sobre la cama para quedar frente al reloj que está sobre la mesilla de noche, lo miré y este indicaba que eran las nueve de la mañana con ocho minutos.
Me levanté tranquilamente, no había dormido muy bien así que mi rostro estaba soñoliento.Debía ducharme para despertar bien o pasaría todo el día con cara de amargada.
Me acerqué a mi guardarropa y saqué un suéter negro, unos jeans y una toalla.
Fui al baño, me bañé, me vestí.
Luego dejé la ropa sucia en el canasto y fui a la sala.
Mi tía aún dormía así que me puse a limpiar, eché la basura en el cesto y después de dejar la cocina y sala limpia me senté un momento en el comedor.Revisaba los mensajes que tenía y en eso alguien llamó mi atención haciéndome sobresaltar y poner una cara de horror.
-¡Mierda Joe! Me espantaste.
-No era mi intención.
-¿En que momento llegaste aquí?.- le pregunté aún con la respiración agitada.
-Apenas llegué, Marisa, por favor. Escucha lo que tengo que decirte.
-No, no tienes que decir nada.- dije tratando de mantener mi orgullo intacto.
-Fui un idiota... fui más que eso. Fui un estupido. Jamás debí molestarme solo por qué trajiste a un amigo. Lo lamento, de verdad.- su rostro denotaba angustia.
-Joe, tú fuiste quien le dio alegría a mi vida, de verdad, pero también me has destruido, tu actitud hacia mí ha matado mis sentimientos por ti.- dije afligida.
-No... por favor no digas eso, déjame arreglarlo. Déjame demostrarte que aún te merezco.
-Demuéstralo Joe, solo hablas y no demuestras lo que dices.
Salí de casa con la intención de caminar a cualquier otro lugar donde Joe no estuviera, estaba tan confundida que necesitaba despejar mi mente.
Todos mis intentos por olvidarme de mi primo habían fallado.
Aún lo amaba, a pesar de todo, aún lo amaba.
Y me sentí mal conmigo misma por no ser capaz de acabar con lo que siento por él.Después de caminar un rato regresé a casa de mi tía.
Ya era tarde y yo no había desayunado.-¿Dónde estabas?.- preguntó mi tía preocupada en cuanto me vio entrar a la cocina.
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Actos prohibidos
RomanceEstá es la historia de Marisa y Joe (primos) que al conocerse se enamoraron, al principio luchan contra sus sentimientos, su principal problema es que son familiares pero ese no es el único obstáculo para estar juntos ya que Joe es mucho mayor que M...