Capitulo 64

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–Vamos Marisa, solo disfruta el presente, no te preocupes por nada más.– insistió Joe.

Pero no podía hacerlo, no podía vivir con algo inconcluso.
En un momento podía estar conmigo y al siguiente se lanzaría a los brazos de alguien más sin ningún remordimiento. ¿Como podía seguir con eso cuando mis sentimientos crecían un poco más cada día?
Pero tampoco podía obligarlo a tomar una decisión, era yo quien debía dejar mis sentimientos en claro. Pero no podía pensar, su torso desnudo me distraía de las cosas realmente importantes.
Me miraba fijamente esperando una respuesta, una respuesta que ni siquiera yo tenía, debía tomarme un tiempo para meditarlo y así tomar una decisión.

–Estoy comenzando a sentir frío.– dije pasando mis manos sobre mis brazos frotándolos suavemente, y antes de que Joe pudiera hacer o decir algo, pasé por un lado de él y nadé rápidamente hacia la orilla, impulsando mi cuerpo con ambos brazos y apoyándolos sobre el pasto, logré salir del lago en cuestión de segundos.
Me puse de pie y giré mi cuerpo en dirección a Joe, lo miré por unos segundos y luego incliné mi cuerpo hasta llegar a alzar mis pertenencias con mis dos manos aún cubiertas de agua.
Busqué la mirada de Joe, y la encontré puesta sobre mis ojos.
Tenía al chico más lindo que había visto en la vida, no de la manera que yo quería, tampoco de la manera correcta, pero lo tenía.
Si quería a quien besar ahí estaba Joe.
Pero no era lo que yo quería, yo quería a alguien para un viernes por la noche ver películas y comer alguna botana previamente preparada por ambos, ir a caminar los domingos y a alguien a quien contarle lo que sucedió en el día al llegar a casa.
Joe no podía ofrecerme eso, Joe me ofrecía un rato divertido antes de volver a casa, antes de volver con su hija y a sus responsabilidades.
Estaba en un momento decisivo, en un momento de "lo tomas o lo dejas".
Decidí tomarlo.
Y es que, ¿que haces cuando puedes tener aún que sea una pequeña parte de lo que más deseas? ¿Lo aceptas por qué algo es algo? O ¿lo dejas por qué no viene el "paquete completo"?
Yo decidí aceptarlo porque eso poco que me ofrecía me hacía feliz.

Así que lo miré y le dije que lo esperaba en la habitación.
No esperé su respuesta, di la vuelta y caminé hacia la casa, llegué a la habitación y cerré la puerta.
Llevaba la toalla al rededor cubriéndome con esta, aún escurrían algunas gotas de agua de mi cabello que caían al suelo.
Me quedé ahí, junto a la puerta, pensando en lo que había hecho, había invitado a mi primo a mi habitación, estando mi tía en la misma casa, me estaba volviendo loca, no podía creer lo que estaba sucediendo.

Un golpeteo en la puerta de madera provocó que me espantara. Un instante después, reaccioné y giré la manecilla, abrí la puerta y ahí estaba Joe de pie con el torso desnudo.

Me miró y luego camino hacia la cama y se sentó tranquilo, cerré la puerta y lo contemplé detenidamente intentando descifrar sus pensamientos sin obtener resultados.
Caminé hacia él, Joe veía a todos lados, a la ventana, al techo, al suelo, todo excepto a mí, me acerqué hasta llegar a unos cuantos pasos de distancia.
Alzó la vista y me miró directamente a los ojos, sonreí nerviosa, tomó mi mano y me llevó hasta él, me coloqué sobre sus piernas y lo besé, recorrió sus manos desde mi espalda baja hasta llegar a los cordones del traje de baño y desatarlos, sus labios se dirigieron a mis pechos succionándolos con tanta ansiedad que no pude evitar retorcerme entre sus brazos, aferré mis dedos a su cabello forzándolo a quedarse ahí por más tiempo.

Volví a besar sus labios, acercando mi pecho a su torso y rodeándolo con ambos brazos.
Joe se recostó y yo quedé sobre él.
Luego se detuvo en seco y lo miré desconcertada.

–¿Tienes condones?–Preguntó preocupado.
Mi rostro confundido se notó aún más tras escuchar ese par de palabras.

–No.– Respondí esperando volver a lo que estábamos, pero no movió ni un músculo. –No tengo, pero no pasará nada.– dije tratando de tranquilizarlo pero mis esfuerzos parecían no funcionar.
Así que decidí intentarlo una vez más.

–No tengo pero puedo comprar alguna pastilla al terminar, de verdad no tienes de que preocuparte.

Lo pensó durante unos segundos y su semblante cambió.
Parecía que eso último había dado resultados y su preocupación se esfumó.
Lo deseaba tanto que no podía dejar pasar la oportunidad por ninguna razón.

Tomó mi rostro con sus manos y lo llevó hasta él.
Luego recorrió mi espalda con ambas palmas hasta llegar a mis piernas que estaban al rededor de su cadera, sostuvo mis muslos y se levantó cargándome para luego colocarme en la cama con delicadeza. Me miró de pie y yo solo podía mirar su marcado abdomen.
Era una imagen que nunca olvidaría, se miraba tan imponente que me hacía desearlo como loca.
Se recostó sobre mí y comenzó a besarme nuevamente.

En ese momento no pude evitar pensarlo, lo estábamos haciendo otra vez, estábamos cometiendo algo que no era correcto, algo de lo nadie debía enterarse nunca. Pero a pesar de todo eso, se sentía tan bien.
Estaba feliz por estar con quien subconscientemente deseo. Aún que no quiera aceptarlo Joe es lo que mas deseo, tenerlo para mí.

Después de un rato terminó.
Aun que él no lo decía yo sabía que estaba nervioso, era de esperarse por el hecho de que estábamos en la habitación donde estaban las pertenencias de mi tía y podía ir a buscar algo en cualquier momento, aún así su desempeño no estuvo mal.

Salió de mí de mí y se recostó a un lado por unos segundos, mordí mis labios pensando en lo que acababa de suceder, se levantó y se volvió a poner sus shorts.
Me dió un corto besó y se fue.

Actos prohibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora