Pero no fue así, ni siquiera volteó a verme.
¿Como podría sentirme después de semejante rechazo?.
Los hombres suelen ser tan idiotas.
Realmente esperaba que me detuviera, seguí caminando sin voltear atrás.
Estaba casi por llegar a la puerta de la casa cuando escuché a alguien gritar mi nombre.
Voltee hacia un lado y Natasha iba corriendo en mi dirección.–Marisa, ¿Donde habías estado?.– Preguntó cuando la distancia ya era de un metro entre las dos.
–Estaba durmiendo en la habitación.– respondí.
–Bueno, solo quería comentarte que mis primos, Joe y yo iremos a caminar un rato esta noche y pensé que a ti también te gustaría.
–Suena bien.– En realidad no podía dejar de pensar en lo que había ocurrido con Joe. Así que le presté mucha atención a su comentario.
–Bueno, entonces nos vemos más tarde. No olvides traer todo lo necesario.
–Si, claro.–¿Lo necesario para qué?, pensé. Pero no quise preguntar y solo seguí mi camino.
Entré a la casa y luego fui a la cocina.
Mi tía y la abuela de Natasha hablaban sobre hacer una fiesta hoy por la noche.
Mientas yo no podía dejar de pensar en Joe y como me trató.
Regularmente Joe se portaba lindo conmigo, rara vez me trataba mal, y cuando lo hacía me dejaba pensando en eso por horas.
Por mi cabeza se cruzó la idea de que debía olvidarme de Joe y debía enamorarme de alguien más.
Y después de eso, pensé que en realidad no debía enamorarme de alguien más, solo tenía olvidar a Joe y dedicarme a mis estudios como toda chica normal de mi edad.
A quien trataba de engañar, el drama y los amoríos son esenciales en la vida de las chicas universitarias.
Y obviamente yo no sería la excepción.
Pero enamorarte de tu primo no es algo normal.–¡Llegó el alcohol!.– gritó el abuelo de Natasha en cuanto cruzó la puerta.
Los últimos minutos estuve tan desconectada del mundo que no me di cuenta de que en verdad harían una fiesta.
El señor dejó las bolsas sobre la mesa y comenzó a sacar las cosas que habían dentro.
Botellas de vodka, cervezas, whiskey.
Y yo solo me preguntaba: ¿No compraron botana?
En realidad no me sentía tan bien como para enfiestar, creí haber venido a este lugar para pasar un fin de semana tranquilo, un fin de semana familiar y sin alcohol.Todos los chicos comenzaron a entrar, al parecer se habían aburrido de jugar fútbol y ahora querían embriagarse.
Joe ni siquiera me miró al entrar.
¿Acaso es tan malo dejar a alguien con las ganas?Conan se acercó a mí y me ofreció una cerveza.
Le negué con la cabeza y el solo hizo un gesto de asombro.
No sé qué le sorprendió tanto si no suelo beber tan temprano.Se sentó a mi lado y no dijo hasta que el silencio comenzó a incomodar.
–¿Por que estás ahí con cara de amargada mientras todos la pasan bien?.– Preguntó.
Y yo no podía creer que me había dicho amargada.–No crees que en lugares como este, sería mejor tomar chocolate caliente y pasar un rato frente a la chimenea?
–No, puedes beber alcohol en cualquier lugar y a casi cualquier hora.– respondió.
No quise responder a eso así que solo me crucé de brazos y me quedé callada.
Conan seguía bebiendo su cerveza y yo esperaba a que me dijera que yo tenía razón.
Mientras estaba en mi papel de dramática, Joe y Natasha estaban al otro lado de la habitación bebiendo y riendo de no sé qué tonterías.
Cuando Joe abrazó a Natasha por la espalda, comencé a arder por dentro, sentí como los celos me invadían.–Sabes que, a la mierda todo, iré por una cerveza.– me levanté y caminé hacia el refrigerador dejando a Conan boquiabierto.
Regresé a su lado y el seguía mirándome.
–¿Qué nunca has visto a alguien dolido beber alcohol?.– le pregunté mientras volvía al asiento.–Si, pero nunca te había visto dolida... por qué estás dolida?.– Preguntó realmente preocupado.
–No importa.– bebí hasta la última gota de la botella en menos de dos minutos.–Iré por otra.
Regresé del refrigerador, Joe y su amiga seguían de cariñosos y yo en verdad no podía dejar de mirarlos.
Seguí bebiendo hasta llegar a un punto de ebriedad que no podía hablar correctamente.
–Basta.– dijo Conan y me quitó de las manos mi cerveza marca Heineken.
–¿Que haces? Devuélveme eso!.– le dije tratando de recuperar mi bebida.
Pero mis movimientos eran torpes y lo único que logré fue casi caerme de la silla.
Joe nos miraba angustiado, pensé que en cualquier momento iría a preguntarme como estaba o algo parecido, pero eso no sucedió.
Mientras peleaba con Conan por mi cerveza, Joe tomó de la mano a Natasha.–Vamos a la habitación, aquí hay demasiadas personas inmaduras.– dijo mientras los dos caminaban recorriendo el pasillo.
Trataba de darme celos, y lo había conseguido.
–Joe espera.– dije desesperada tratando de detenerlos, no podía imaginar lo que podía suceder si se iban los dos solos a la habitación.
Pero me ignoró y siguió caminando.Y yo solo traté de no encontrarme con la mirada de Conan, podía apostar a que pensaba que me veía ridícula.
Yo también lo pensaba.No encontré otra opción más que seguir bebiendo, a pesar de que mi tía y Conan me pidieron que me detuviera.
Y obviamente debía seguir sus advertencias teniendo en cuenta que cada vez que bebo en demasía al día siguiente me arrepiento de mis actos.
Pero no lo hice, seguí bebiendo hasta que perdí la cuenta. Y la cordura.
Perdí la capacidad de pensar con sensatez y responsabilidad.–Conan deberíamos ir a tener sexo.– solté sin preámbulo.
Él no respondió. Su rostro se volvió más rojizo de lo habitual. Seguí esperando una respuesta pero parecía que estaba congelado.
Así que, como no vi respuesta, me pareció buena idea besarlo.
Y así fue, tomé su rostro con mis manos y me lancé salvajemente hacia él.
Pero sus labios no me correspondieron y preferí alejarme.
Ahora era yo quien tenía en las mejillas un tono carmesí.
ESTÁS LEYENDO
Actos prohibidos
RomanceEstá es la historia de Marisa y Joe (primos) que al conocerse se enamoraron, al principio luchan contra sus sentimientos, su principal problema es que son familiares pero ese no es el único obstáculo para estar juntos ya que Joe es mucho mayor que M...