Capitulo 56

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Aún no terminaba de maquillarme cuando llegó a mi celular un mensaje de Conan donde decía que ya había llegado a mi casa.
Miré el reloj y este indicaba las 6:34 horas.
Me apresuré cuidando que el maquillaje no me quedara mal y así poder lucir lo más linda posible.

Tomé mi bolsa y una chamarra que tenía sobre la silla y luego rápidamente bajé las escaleras.
Desde la puerta grité que ya me iba, después escuché decir a mi tía "No vuelvas muy tarde, cuídate". Solo asentí y salí.
Lo primero que vi al abrir la puerta, fue a uno de los chicos más lindos que había visto en mi vida, estaba recargado sobre su auto, llevaba las manos en sus bolsillos.
La expresión en su rostro me desconcertó un poco.

–¿Que sucede, es demasiado cierto? Iré a cambiarme.– le dije nerviosa.

–No, no.– me detuvo.–Así estás bien, te ves hermosa.–Finalizó.
Sentí como mis mejillas se calentaban y traté de ocultar mi rostro con mis manos.

–Gracias, tú también te ves genial.– Por fin logré decir.

–Gracias Marisa, ya quieres que nos vayamos?

–Claro.

Conan abrió la puerta del copiloto, entré, cerró la puerta y luego él subió por el otro lado del coche.

–¿Seguro que no es demasiado? Nunca he ido a un partido.– Pregunté con preocupación.

–No, créeme. Estás perfecta.

Sentí que el ardor volvía a subir a mis mejillas pero esta vez logré controlarme.

Llegamos al estadio, faltaban 15 minutos para que el juego comenzará.
Conan estacionó el auto no muy lejos de la entrada.
Conforme pasaba el tiempo, más gente llegaba al lugar.
Bajamos del auto, nos dirigimos a la puerta de entrada, mi amigo le entregó los boletos al encargado de seguridad y en minutos ya estábamos dentro.

–Asientos 34 fila E.– dijo Conan para él mismo.

Él, inconscientemente tomó mi mano y me guió a los asientos.
No pude evitar sentirme nerviosa ante su tacto.
Cuando logramos atravesar aquel mar de personas, nos sentamos en el respectivo lugar.
No estábamos muy lejos de la cancha.
De hecho estabas más cerca de lo que me hubiera gustado, creí que si me distraía, en cualquier momento un balón me golpearía y yo me sentiría ridícula.

–Iré por una cerveza, ¿Quieres algo?.–preguntó amablemente Conan.

–Un refresco está bien, gracias.– le respondí.

Mi amigo se levantó del asiento y se dirigió a la zona de snacks.

Estaba nerviosa, las manos me sudaban.
Y lo que me ponía así era el simple hecho de pensar que estaba en una cita con el chico más guapo de la escuela.
Pero aún no estaba segura de sí eso era una cita o si era solo una salida con un amigo.

¿Cómo podría saberlo?
Hace tiempo que no tenía una cita, no sabía cómo actuar frente a él.

¿Debí haberlo acompañado? ¿Mi atuendo no era lo suficientemente sexy? ¿A los chicos les gustan las mujeres que saben de deportes?
Esas y más preguntas pasan por mi cabeza y no encontraba la respuesta a ninguna.

Transcurridos aproximadamente 5 minutos, Conan regresó.

Volvió a su lugar, me entregó un vaso de refresco y llevaba unas palomitas grandes.

–Olvidé preguntarte tu sabor favorito, te traje uno sabor naranja, espero te guste.–dijo un poco preocupado, lo cual me pareció tierno.

Actos prohibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora