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Todavía no conseguía entender como todo había acabado así. Ellos eran solo amigos. Eran.

Toda la situación había dado un giro inesperado.

Otabek y Emil se abrazaban, se acariciaban, se decían cosas tiernas. Otabek besó el pómulo de Emil, por el que caía una lágrima. Otabek le susurró algo que le sacó una risa, borrando así sus ojos de dolor.

Pero la cosa no acabó allí. El tiempo pareció pararse a la vez que uno le quitaba la camiseta al otro. Ya no había risas, sino miradas. Miradas que dejaban ver el deseo que sentían.

Otabek se deslizó sobre el cuerpo de Emil. Lo acorraló entre sus piernas. Emil se inclinó a besarlo y paseó sus temblorosas manos por el abdomen de Otabek hasta pararse en la goma elástica del pantalón. Entonces empezó a bajarla a la vez que se mordía el labio. Ambos lo deseaban. Se veía claro al ver que Otabek le ayudaba a terminar la tarea.

-¡Mierda! -se incorporó Yuri jadeando- ¿Qué cojones...?

Un almohada le dio en la cara.

-¿¡No te vale con estar toda la noche gimoteando que aún encima me despiertas cuando consigo dormirme!?

-Una pesadilla -miro el reloj de la mesita-. Además, ya son las diez.

-Pues imagínate como debo de estar -Micky lo miró-. Tampoco tienes buena cara. ¿Qué has soñado?

-Luego te lo cuento. Vamos a desayunar.

La mañana fue como todas. Al menos si todos los días te ibas a un hotel a dormir con tu amigo en la cama de al lado (sin contar el sueño de la noche; eso no era normal). Entonces, sí sería algo habitual.

Excepto por el pequeño hecho de que ambos tenían el móvil petado de mensajes y llamadas de Vicktor. Los dos tenían la costumbre de apagarlo, para dormir con tranquilidad, sin que pesados o cualquier notificación los despertara cada media hora.

Yuri decidió mandarle un mensaje para decirle el plan de la mañana: desayunar por ahí y volver al apartamento.

Vícktor llamó, y Yuri colgó bajo la atenta mirada de Micky.

-Mal hijo. No preocupes a tu papá.

Yuri lo fulminó con la mirada, pero no añadió nada. Había escuchado (o leído en la red) tantas veces bromas de mierda de ese tipo que ya pasaba de ellas.

Siguieron el plan. Y a las 12, estaban plantados delante del timbre del lujoso apartamento, Yuri con su mochila y Micky con su bolsa de deporte y sus cascos rodeándole el cuello.

-¿Crees que esos dos habrán llegado ya? -preguntó Micky-

-Puede -respondió-.

Y siguieron allí, perdidos en su mundo, como dos bobos, admirando el timbre y cada uno de sus nombres. Ninguno hizo el intento de presionar el botón.

-¿Qué hacéis?

Ambos se sobresaltaron. Se giraron a tiempo para ver como Otabek les miraba extrañado mientras Emil reía. Otabek llevaba otra mochila mientras Emil arrastraba una maleta con ruedas.

-¿Tú que crees? -respondió Micky- Estamos esperando a que contesten, pero se están tomando su tiempo.

Se giró y pulsó el botón varias veces. Al parecer, Micky sabía improvisar. Emil y Otabek parecían haberselo tragado.

-¿Quién es? -contesto Vicktor por el telefonillo.

Esta era la suya. El toque de gracia.

-¡Ya era hora, macho! -dijo Yuri- Mira que sois lentos. Llevamos un buen rato esperando. ¿Nos abres ya o qué?

¿Qué es el amor? (Otabek x Yuri x JJ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora