Tras haber hablado todo los detalles con Michele, Yuri se había decidido ponerse unas gafas de pasta y un gorro de lana esperando pasar desapercibido para sus fans. Aunque no había salido en dos días del hotel, no quería arriesgarse a encontrarse con alguna loca suelta.
Como le había prometido a Michele, empezó a seguir a Sara en cuando esta salió del hotel. La había estado esperando semioculto detrás de una papelera, y cuanto la vio, fue tras sus pasos. La mujer había pasado por un par de tiendas antes de encaminarse al lugar de encuentro de su cita, la Sagrada Familia. Le mandó un mensaje a Michele informándole de donde estaban. A los pocos minutos llegó un chico moreno y afeitado; no era Emil, aún así, ambos parecían animados. Le mandó otro contándole el hallazgo y que volvían a moverse. Seguirlos no fue difícil. Los persiguió hasta llegar a un café y se quedó en la calle. Mandó un último mensaje informando de donde estaba la pareja. La respuesta que recibió fue que salía en camino. Esperó a que Michele apareciese para poder largarse con su nueva sudadera.
-Gracias -jadeaba Michele apoyándose sobre sus rodillas. Con una mano de tendió la bolsa-. Toma.
-A ti -dijo Yuri feliz-.
Se despidió de el patinador italiano y decidió ir a ver algunas tiendas antes de volver al hotel, pues aún tenía tiempo. Solo entró a ojear una que le había llamado la atención, cuando a través del escaparate vio algo que lo impactó: Otabek sentado sobre su moto. Y no estaba solo. Estaba con una chica muy, muy atractiva. Ella iba vestida de motorista y conversaba muy animadamente con el chico. Demasiado incluso. Yuri trató de calmarse. ¿Y a él que le importaba? A lo mejor eran conocidos, amigos, al fin y al cabo también parecían gustarle las motos a aquella desconocida. Yuri se acercó un poco al cristal; por curiosidad, se dijo a si mismo. Otabek sonrió a la mujer, y como respuesta, ella se acercó un poco más a él, posando sus manos sobre el cuello del kazajo. Entonces lo besó. Y no en la mejilla. Otabek la agarró por los hombros. Yuri apartó la vista, ya no quería seguir viendo aquello.
Salió de la tienda aferrando fuerte la bolsa con la sudadera. No quería mirarlos, y ellos tampoco lo vieron, o al menos no lo reconocieron. Siguió andando por la calle a paso rápido. No quería mirar atrás. No quería recordar aquellas palabras. No quería recordarlo a él. Cuando te gusta una persona, no vas por ahí besando a otras, ¿no? Pero, ¿por qué demonios tenía que afectarle eso? ¿Por qué le había mentido tal vez? Y si... Se detuvo en seco. Se preguntó: ¿Qué es el amor?
-¡Yuri!
Aquella voz sonó por encima del ruido que había en la calle. Se giró ante aquel llamamiento. Había demasiada gente para distinguir quien había sido. Entonces, pudo ver una mano alzada, y recorriendo el trayecto de esta hasta parar en el pelo negro de la persona, reconoció a su dueño.
Era un sonriente JJ. El patinador canadiense se paró en seco y lo miró preocupado.
-¿Te encuentras bien? Tienes los ojos vidriosos.
Yuri se apartó las gafas y limpió con la manga de la chaqueta las lágrimas que parecían querer salir.
-No es nada. ¿Y tú que haces, solo?
-Mi chica no tenía nada bonito que ponerse para esta noche, así que he decidido darle una sorpresa.
Le mostró la bolsita de una joyería con una sonrisa boba. Lo volvió a mirar serio.
-¿Seguro que estás bien?
-Que sí, joder.
-No es por meterme, pero... ¿tiene algo que ver con Otabek? No os he visto juntos desde la otra tarde.
Yuri se quedó rígido. Lo había calado. No debería contarle aquello a un tipo como él.
-Y si la respuesta fuera un sí, ¿qué más te da?
-Aunque no lo creas, te he cogido cierto... aprecio. No tienes por que contarme nada. Se que todo este tiempo he sido un idiota, que me he metido mucho contigo, que he sigo un insoportable. Pero me he dado cuenta. Así que si necesitas un amigo, yo estoy a tu disposición.
JJ sonaba avergonzado. Yuri no sabía que contestarle. Era cierto que el tío siempre había sido un capullo engreído. Pero también lo era que desde aquella actuación desastrosa, estaba cambiando. Podía intentar darle una oportunidad, ¿qué tenía que perder? No hacia falta contarle nada, pero podía intentar llevarse bien con él.
-¿Damos una vuelta? Aún queda un rato para la cena-sugirió JJ con algo de esperanza en su voz. Yuri asintió; no tenía motivo para negarse.
Ambos comenzaron a caminar, en silencio. Pero JJ decidió romperlo.
-¿Me cuentas que ha pasado?
-Solo digamos que me dijo algo que al parecer no era verdad. Y no me he enterado de la mejor manera.
Yuri esperaba no arrepentirse de haberlo dicho aquello. Pero JJ lo había pillado en un momento de debilidad. Dirigió la vista hacia el suelo. JJ apoyó una mano en su hombro momentáneamente.
-A veces, la gente que más nos importa, es la que más lejana parece estar de nosotros.
Yuri no dijo nada. Tampoco comprendía el significado con que JJ había pronunciado aquellas palabras, aquel secreto que guardaba el canadiense. No le preguntó nada. Solo asimiló sus palabras. Decidió olvidar el tema de Altin, pero no lo consiguió.
Todo comenzó a ir mejor cuando JJ comenzó a preguntarle cosas sobre Rusia y a contarle cosas sobre Canadá. Y a hablar sobre ellos.
-No sabía que llevabas gafas -dijo JJ-. ¿Las llevabas a menudo?
Yuri no se acordaba de que aún llevaba ese disfraz. Se quitó el estúpido gorro y las estúpidas gafas; era más cómodo ir sin ellas. Como si deshaciéndose de la persona que los llevaba, pudiera olvidar lo que esta había visto.
-No, solo era por pasar desapercibido.
-Pues yo te he reconocido en seguida.
-Pero tú ya me tienes muy visto.
-No sabes cuanto...
...
Chan, chan, chaaannn... Un saludo a mi amiga. (:Me gustaría haberle puesto más dramatismo... pero no me sale.
Os informo de que Michele Crispino tendrá de que "reírse". No sé vosotr@s, pero yo me quedé con más ganas de italiano cuando terminé la serie. :'(
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¿Qué es el amor? (Otabek x Yuri x JJ)
FanfictionCurioso, ¿no? Hay personas que ocultan sus sentimientos. No los quieren aceptar. Les dan vergüenza. Les dan miedo. Como le ocurre a Jean-Jacquets Leroy, o el gran JJ King para sus fans, quien esconde un secreto, un zumbido constante en su oreja que...