Capítulo 1

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Entre risas, cansancio y muchos sueños, ambos acompañándose únicamente el uno al otro, Mauricio y Samantha, platicaban y hacían planes para el futuro, rodeados únicamente de árboles y la brisa del rio que estaba a un costado de donde caminaban.

Él la miraba y se perdía en sus encantos; le gustaba su forma de hablar, de sonreír, inclusive su incoherencia al hablar. Le gustaba todo de ella e intentaba demostrárselo en cada ocasión y minuto que podía.

Samantha en cambio, solía ser más discreta. Evadía los piropos y poemas que él le decía. Con tan sólo veinte años Mauricio estaba seguro de que Samantha era la mujer con quién quería compartir el resto de su vida.

Caminaron cuatro kilómetros entre aquellos campos, hasta que llegaron a un viejo y abandonado establo, entonces Samantha lo miró y le preguntó.

—¿Te gusta?

ÉL confundido no entendía qué era lo que le parecía bonito de aquel lugar, pero sin pensarlo más, le contestó que sí.

Esa mañana compartieron como dos enamorados que disfrutan la compañía del otro; desayunaron, bromearon, hablaron. Él claramente parecía más enamorado que ella, aunque Samantha tampoco era tan indiferente, si lo quería, pero tenía una forma más discreta de demostrarlo. El establo sinceramente no tenía nada de especial, ni siquiera una vista agradable. No, al contrario, estaba en un lugar plano donde sólo se veía a la distancia el camino de terracería y los campos que estaban alrededor, pero a Mauricio no parecía importarle, lo único que disfrutaba era estar con aquella, a quien llamaba: el amor de su vida.

En sus pensamientos, sí había momentos en los cuales él hubiese preferido llevarla a la caída del rio, un lugar que él personalmente no conocía, pero del que sí había escuchado hablar. Además, era parte de sus tierras y de la hacienda que estaba al lado.

Quienes hablaban de aquel lugar decían que era uno de los lugares más preciosos de todo el campo, tenía una vista preciosa y, además, era un lugar mágico. Mauricio ya había invitado a Samantha a que fueran, pero no, ella decidió llevarlo al establo, pues lo describió, como su lugar favorito.

Esa misma tarde, después de la mañana tan maravillosa que habían vivido, Mauricio se sentía más que seguro que Samantha era la mujer a quien él amaba, y se decidió a ir y comprar el anillo que sellaría un compromiso, que, para él, sería lo mejor de su vida. Ya llevaban dos años de noviazgo, así que para Mauricio lo más normal era dar el siguiente paso.

Su primo Mauro quién había crecido con él como un hermano, después que sus papás murieran en un accidente cuando tenía cuatro años, se dio cuenta a qué iba Mauricio, pero pensó que era la peor tontería que podía hacer, le hizo ver que estaban muy jóvenes, que aún tenían que terminar sus estudios universitarios, que no habían vivido y disfrutado lo suficiente como para empezar a cargar con una gran responsabilidad, y sobre si Samantha estaría segura igual que él de querer casarse, pero Mauricio estaba enamorado e ilusionado y no le importó mucho lo que Mauro le dijo.

Sus papás en cambio, después de meditar un poco, lo comprendieron y apoyaron, aunque también le mostraron parte de su inconformidad. Le explicaron sobre las consecuencias que eso implicaba, pero sabían que ya era mayor y no podían evitar que tomara esa decisión.

Cuando iban de regreso después de haber comprado el anillo, Mauricio comenzó a pensar en cuál sería el mejor lugar para poder declararse. Entre burlas, Mauro, quien lo había acompañado le sugirió que quizás la mejor opción sería en el lugar favorito de Samantha, entonces, Mauricio con asombro y risas comprendió que sí, ese sería el mejor lugar y recordó que el favorito de Samantha de todo aquel pueblo era el pequeño establo que habían visitado ese mismo día en la mañana.

Para EnamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora