Capítulo 60

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Erick levantó a Beatriz, y la acostó en su cama. Con la ayuda de Clara comenzaron a intentar Pocos empleados de dieron cuenta de lo sucedido, pero quienes lo hicieron llamaron al doctor Sebastián.

—¿Qué me pasó? —preguntó Beatriz, bastante confundida.

Se tocó la cabeza de inmediato, le preocupó que Erick la hubiese visto.

—No te preocupes, me parece que te caíste y te lastimaste. Me asusté cuando te vi —respondió con mucha calma.

Ya había visto el poco cabello que tenía, así que no le fue difícil darse cuenta de que algo estaba sucediendo con su esposa y ella no quería decirlo. No quería confrontarla en ese momento.

—Sí, creo que me resbalé cuando entré a la duda.

—Igual Sebastián viene para acá.

—No creo que haga falta, fue solo un golpe.

—Estabas inconsciente cuando te encontré, así que me quedaré tranquilo cuando te revise —dijo dándole un beso en la frente.

Salió de la habitación muy abrumado. No solamente había notado la poca cabellera, si no que marcas de agujas que no entendía por qué tenía. No había tenido intimidad con su esposa desde el nacimiento de su hija, por lo que no había podido notarlas antes.

Aeropuerto.

—¡Bienvenido! —exclamaba don Emilio.

Le daba mucho gusto ver a su hijo allí. Fabián, al contrario, no se veía muy feliz.

—¿Cómo estuvo el vuelo? —preguntó Mara.

Intentaba ser amable, muy pocas veces habían convivido.

—Cansado, tengo ganas de dormir mucho —sonrió—. ¿Y Carolina?

—No pudo venir.

—Pero ¿Está en el pueblo?

—Sí, está en la casa.

—Perfecto. Estuve viendo sus redes, y se ve que tiene unas amigas muy bonitas. Así que quiero que me las presente mañana mismo si es posible —sonrió con picardía.

Fabián, no era un mal muchacho, pero tenía ciertas aficiones que no eran precisamente las mejores.

Casa de Beatriz

—Esto se está saliendo de control Beatriz, debes decirles de una buena vez lo que está sucediendo —decía Sebastián.

Se veía preocupado.

—¿Cómo está doctor? —preguntó Erick, entrando a la habitación.

—Estoy bien, no te preocupes. La herida fue superficial así que ni por eso tienes que preocuparte —dijo Beatriz.

Se adelantó, quería evitar que Sebastián dijera algo.

—Eso me tranquiliza. Tus papás están abajo, quieren verte.

—No puedo creerlo, ¿Les llamaste a mis papás?

—Discúlpame, pero me asusté cuando te vi en el baño inconsciente. Les avisé cuando despertaste que estabas bien, pero aun así decidieron venir.

—Erick, tú sabes muy bien que detesto que se preocupen. Terminan tratándome como a una inútil y no quiero eso.

—Beatriz, se supone que estás bien. Te verán y se quedarán tranquilos, no entiendo por qué te molesta tanto.

Tragó saliva al escucharlo.

—¡Santo Dios Beatriz! ¿Cuántas veces no te he dicho que debes tener cuidado? —cuestionaba doña Irene, se veía bastante preocupada, pese a que Erick ya les había dicho que todo estaba bien y el doctor ya había llegado—. Hay que decirles a todos que cambien los productos que estén usando para limpiar el baño, hay que evitar otra caída como está. ¿Vas a necesitar muletas? o ¿Una silla de ruedas? ¡Santo Dios! Mira ese golpe.

Para EnamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora