Capítulo 39

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—¿Qué haces aquí Johanna? deberías estar en el salón de conferencias —agregó Susana.

Iba en compañía de Jeremy, Mauricio y Fer.

—Lo estaría de no ser por este señor —respondió con fastidio.

—Discúlpenme, mi intención no fue incomodar a nadie. Es solamente que la señorita se parece mucho a alguien que conocí hace años —interrumpió el señor.

—Está todo bien, no se preocupe —agregó Mauricio.

—Los veo adentro, ya estoy muy atrasada.

Se adelantó Susana.

—Perdonen nuevamente, pero es que el parecido es impresionante tanto que juré que era familiar de la persona que yo conozco, aunque le perdí la pista hace mucho —dijo aquél hombre.

—¿Tiene una foto? —preguntó Fernanda con curiosidad.

Fue la única siguió la conversación.

—Sí, sí, acá la tengo —registró su saco—, está un poco gastada.

—No puedo creer que vayas a caer en las mentiras de este señor, debe estar borracho —agregó Johanna con mucha desconfianza.

—Fernanda, es tarde y estamos perdiendo tiempo —dijo también Mauricio.

—Vea, acá está —le enseñó la foto el señor.

Fernanda, se quedó perpleja al ver la fotografía. Era un retrato de una muchacha joven, no era exacta a Johanna, pero el parecido era muy notorio.

—Se llama Isabel Salvatierra —indicó el señor.

Incluso Johanna estiró el cuello para verla mejor.

—Es mí tía Isabel —susurró Fernanda con una sonrisa.

—¿Tú tía? —preguntó el señor muy contento—, podrías ayudarme a hablar con ella —suplicó él con ansias.

—Le ayudaríamos con gusto, pero resulta que mi tía está muerta hace trece años —dijo Johanna con indiferencia y sin decir más, se fue al salón de conferencias.

—Siento mucho que tenga que enterarse de esta manera, y disculpe, pero tengo que irme —dijo Fernanda devolviéndole la foto.

—Mi nombre es Patricio Uruñas, aquí está mi tarjeta. Lamento ser inoportuno, pero si en algún momento tiene tiempo ¿Podría llamarme para charlar? —preguntó.

Lo hizo en tono de súplica.

—Claro que sí —respondió Fernanda y se alejó en compañía de Mauricio.

—¿Estás bien? —preguntó Mauricio, antes de entrar al salón.

La notó muy pensativa.

—Si, es solo que... me sorprendió que un extraño tenga una fotografía de mi tía cuando en mi casa no hay ninguna.

—¿Estás segura que es ella?

—Totalmente. No recordaba bien su rostro, pero ver esa foto fue como un flashazo de recuerdos.

—¿Qué tipo de recuerdos?

—A ella cuidándome, Mauricio no entiendo por qué nadie en mi casa habla de ella. Mis recuerdos no son claros, pero los pocos que tengo me dicen que era una buena persona.

—Quizás es por eso, debió ser difícil perderla y borrar su recuerdo fue una manera de encontrar consuelo.

—Fernanda, tienes que entrar —dijo Susana desde la puerta del salón, con tono de enojo.

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