Capítulo 24

1.3K 86 6
                                    

—Hice una pregunta —dijo don Ernesto con un timbre de voz elevado.

—No entiendo su pregunta —agregó Susana—, pero qué bueno que llega. Fernanda nos ha estado dando muchos problemas a Mau y a mí.

—Discúlpeme señorita, no fue eso lo que escuché —aclaró don Ernesto.

Ni siquiera reconoció a Susana.

—Basta Susana, es mejor que te vayas. Papá, yo no estoy saliendo con Susana, y lo que escuchaste es así, estoy enamorado de Fernanda y tenemos una relación.

—No puedes estar hablando enserio —se quejó Susana.

—No más Susana. Vete por favor y déjame a solas con mi novia y mi padre.

A Susana no le quedó más remedio que irse. Eso sí, iba que echaba chispas.

—Necesito que me expliquen todo esto —dijo don Ernesto.

Se veía desencajado.

—Papá, siendo sincero no sé cómo pasó. Me conoces bien y sabes que tampoco soy de tomarme las cosas a la ligera, pero me enamoré de Fernanda y mis intenciones son serias con ella.

—Y justo te tenías que enamorar de ella —lo vio con asombro—. ¿Hace cuánto pasó esto?

—Desde el primer día que llegué al pueblo. Me enamoré de ella desde el primer día que la vi en la boda de Paco. No sabía que era ella, y cuando me enteré, luché contra todo lo que estaba sintiendo, pero no pude.

—Don Ernesto, yo también estoy enamorada de Mauricio. Sé que el tema de la diferencia de edad puede resultar un problema para algunas personas, pero ya no estamos en la época de tatalapo.

—¿Ustedes dos, acaso se imaginan lo que va a suceder cuando Gonzalo se entere? ¡Va a estar en desacuerdo! Tú lo sabes muy bien Mauricio, y tú deberías —vio a Fernanda—. Mucho más ahora que pasó el problema con los inversionistas.

—Lo sé, pero confío en que terminará comprendiéndolo. No soy menor de edad tampoco, como para que eso sea un problema.

—Escúchate Fernanda, hablas como una niña, las cosas no son así de fácil. Gonzalo es tu padre, ¿Enserio te gustaría perder la comunicación con él?

—No, claro que no.

—Bueno, pues justo tú que conoces bien a tu padre, sabes perfectamente que eso pasará. ¡¿porque te tuviste que enamorar justamente de Fernanda, Mauricio?! —reclamó nuevamente.

—En el corazón no se manda, papá. Tú lo sabes perfectamente.

—Por mí no hay ningún problema, soy tu padre y siempre te voy a apoyar. Y Fernanda, hija, tú sabes lo mucho que te aprecio. Pero con Gonzalo, no sé qué pueda pasar. Lo conozco, y sé que no lo va a tomar bien, y mucho menos ahora con los problemas en la empresa, mucho menos si se entera que has traído a su hija a tú apartamento.

—¡No, no, papá! No es lo que estás pensando. Yo respeto a Fernanda como mi novia y como mujer. Jamás sería capaz de hacer lo que estás pensando.

—Lo sé hijo, te conozco, pero Gonzalo no pensará lo mismo, ya ves el problema que hubo con lo de Francisco. Enserio que no quiero imaginar lo que va a pasar cuando se enteré que justamente la luz de sus ojos está saliendo con un tipo mayor. Cometiendo los mismos errores de su madre.

—¿Cómo que los mismos errores de mi mamá? —preguntó Fernanda sorprendida—, mi papá solamente le lleva dos años, ¿A qué se refiere?

—A nada Fer, solamente lo pensé en voz alta.

Para EnamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora