Capítulo 40

1.2K 83 13
                                    


—Al fin, un momento a solas —sonreía Mauricio, sujetando a Fer por la cintura.

—Hoy cuando te vi entrar a la habitación, creí que todo se iba a complicar.

—Dijimos que no más, y sé que será así —la besó.

—Sabes, tengo muchas dudas respecto al señor que vimos.

—Se veía bastante sorprendido.

—Sí, pero mi tía Mónica me dijo que no sabía quién era, pero para cargar una foto de mi tía a estas alturas, no sé, supongo que fue algo importante.

—Quizás estuvieron enamorados y por alguna razón no funcionó. Tú tía murió hace muchos años, y para no saberlo quiere decir que le perdió la pista desde mucho antes. Por cierto, mi papá me preguntó por ti.

—¿Qué te preguntó?

—Que cómo estabas y cosas así. Me dijo que le comentó a mi mamá sobre lo nuestro y que mi mamá está feliz, aunque también le preocupa tú papá.

—Eso me alivia un poco, aunque también me preocupa. Mau, tenemos que hacer algo para lograr que mi papá si quiera se contente contigo. Así será más fácil.

—En mala hora pasó lo que pasó, pero ya se nos ocurrirá algo.

La abrazó.

«Ojalá ese abrazo sea lo suficientemente fuerte porque falta poco para que todo se les termine» pensaba Susana en voz alta viéndolos de lejos.

Restaurante del hotel.

—Buenas noches, papá —saludaba Pablo a don Patricio.

—Hasta que te veo, te desapareciste toda la tarde. Te esperé para almorzar, pero no llegaste.

—Lo siento, pero es que... conocí a alguien.

—Con razón, ahora entiendo la tardanza ¿Estabas con ella?

—Sí...

—Te puedo pedir que seas responsable Pablo por favor —pidió Patricio sin dejar terminar de hablar a su hijo.

—No, no, no, no. Tampoco es lo que estás pensando. Sí es cierto que me tardé por la chica que conocí, pero si mucho fueron minutos, porque salió prácticamente corriendo como la cenicienta. La mayor parte del tiempo pasé averiguando su nombre porque solo me dijo su apellido.

—¿Y cuál es si se puede saber? —preguntó el señor. Cuando al mismo instante vio a lo lejos a Fernanda quien estaba llegando al restaurante—, hazme un favor hijo. Ves a la chica de allá, la de pelo castaño, por favor entretenla hasta que yo vuelva por favor —pidió Patricio levantándose de la mesa inmediatamente.

Dejando a su hijo con un gran signo de interrogación, pero al verla no le pareció tan desagradable el favor.

—Buenas noches —saludó Pablo.

—Buenas noches —respondió Fernanda cortante, aunque era amable, no lo solía ser tanto con las personas que no conocía y menos con un tipo que no estaba nada feo y tenía dotes de galán.

—Pablo Uruñas para servirte. ¿Puedo sentarme?

—Si tengo una razón válida para permitirlo con mucho gusto.

—Está difícil porque ni yo mismo sé —sonrió él. Fernanda le pareció muy bonita, y le atrajo mucho por lo que continuó haciendo plática—. Mi papá me pidió favor de que hablara contigo, se llama Patricio Uruñas ¿Lo conoces?

—Creo que sí, siéntate —dijo con más amabilidad.

—Pablo Uruñas —se presentó.

—Fernanda Monteros.

Para EnamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora