Todos se sorprendieron cuando se enteraron de que Johanna se había ido, por lo que también lo hicieron. No había cariño hacia Patricio, así que no ninguno tenía una razón para quedarse. A excepción de Fernanda, que quería comprobar si Patricio, realmente era su papá con una prueba de ADN.
Aún guardaba la esperanza de que todo fuera un error, por el bien de su hermana.
Siguiente día
—¿A dónde vas? —preguntó doña Irene.
Johanna, se veía tranquila. Como si nada hubiera pasado la noche anterior. Sonia, iba con ella.
—Al Spa, mira esto —dijo mostrándole sus uñas—. Necesito arreglarlas ahora mismo. Además, creo que necesito unos buenos masajes, para que me quiten la tensión de estos días. Es más, creo que a tí también te haría bien ir.
Doña Iren no respondió. Le sorprendió la actitud de su hija y más bien se preocupó.
—Buenos días —saludaba Fernanda—. ¿Va al hospital? —preguntó luego de ver a Johanna irse.
Recién, regresaba de montar.
—No, dijo que al Spa. La vi muy animada.
—¿Enserio?
—Sí, dijo que tenía que hacerse las uñas y unos masajes —dijo doña Irene, intentaba mantener la calma—. No pongas esa cara, por favor. Creo que es preferible que haya amanecido así, y no como creí.
—No estoy haciendo ninguna cara mamá, más bien creo que tú también sabes que eso no es normal. Después de que lo que pasó, no es normal que esté como si nada. Yo sé lo importante que Pablo era para ella.
—No, no, no. Ella está bien, eres tú la que siempre toma las cosas de otra forma. Cuando se enteró de la verdad solo lloró unos días y estuvo como si nada, esta vez será igual, confío en eso.
—Nadie puede recibir una noticia como esa, desmayarse y estar como si nada al otro día. No me trates de culpar a mí, por lo que tú también estás pensando. Quizás sí, Johanna tomó mejor que yo la noticia sobre nuestra verdadera mamá, pero también te recuerdo que, aunque hemos crecido juntas mucha de la educación y cariño recibido no fue el mismo.
—No digas eso Fernanda, porque no es así. Sé que como madre he cometido muchos errores y lo acepto, pero Gonzalo y yo siempre hemos velado por las dos de igual manera. Incluso ahora, a pesar de que no estamos de acuerdo con la relación que tienes con Mauricio, lo permitimos.
Fernanda ya no quiso responder, sabía que estaba en un terreno en el que nunca ganaría.
—Ni se te ocurra mencionarle el tema a Johanna por favor. Si está bien, prefiero que siga así —advirtió doña Irene.
—Familia —saludó Paco.
Recién llegaba junto a Jazmín. Ambos se veían contentos.
—Al menos alguien está feliz en esta casa —comentó don Gonzalo, que justo iba saliendo del despacho.
—¿De qué nos perdimos?
Paco era el único que aún no sabía lo sucedido con Patricio. Se había quedado en la hacienda para atender a los invitados.
—Te lo resumo —respondió Fer—. El papá de Johanna y mío, apareció y resultó ser nada más y nada menos que el papá del chico con el que Johanna estaba saliendo.
—¡¿Qué?!
—Pero... Johanna, no nos dijo nada de eso. Le llamamos para saludarla y preguntarle por su amigo, y dijo que todo estaba bien. Jamás mencionó nada al respecto —dijo Jazmín.
Ninguno entendía nada.
—Por suerte Johannita lo está tomando bien.
—Demasiado bien, para ser verdad, mamá. No es que quiera pensar mal, pero... nos dijo que todo estaba bien con mucha calma. Se me hace raro que esté tan tranquila después de una noticia así, ni siquiera soy yo el involucrado y siento feo.
—¡No vayas a comenzar tú también, igual que Fernanda! —se quejó doña Irene—. Paco, Johanna es una muchachita inteligente, y sabe que pese a todo debe seguir con su vida.
—Lo sé, mamá y me parece perfecto, pero es muy raro que lo esté haciendo de un día para otro.
A doña Irene no le gustó lo que dijo Paco, porque la preocupaba y no era lo que quería. Don Gonzalo en cambio, se quedó analizando las palabras de su hijo, no quería echarlas en saco roto.
Spa.
—Ya vuelvo Johanna, dejé el bloqueador en el auto.
—Está bien. No te digo que te presto el mío porque sabes que no me gusta compartir —sonrió.
No habían pasado ni cinco segundos de que Sonia se había ido, cuando comenzó a llorar. No estaba bien, pero no quería que nadie lo supiera.
—Necesito que consigas esos exámenes pronto. Ya te dije que Mauro me está va de llamar para que me los haga en el hospital, pero sabes muy bien que, si eso pasa, todos se van a dar cuenta de que es mentira y lo último que queremos es que Mauricio se entere —decía alguien.
Hablaba en voz baja, pero, aun así. Johanna alcanzaba a escuchar.
—Lo sé, estoy resolviendo eso, no me lo vuelvas a decir lo que tengo que hacer. Por nada del mundo voy a perder la única oportunidad que tengo, para separarlos. Fernanda, tiene que dejar a Mauricio, de una buena vez —respondió otra voz.
Por lo que Johanna se asomó para poder ver el rostro de las personas que hablaban, especialmente porque habían mencionado a Mauricio y a Fer.
—¡Vaya, vaya! Tan viejas y con planes de niñas —dijo.
Cuidó que nadie la viera o escuchara.
—Y ¿Qué se supone que haga mientras espero? —preguntaba Samantha.
—Ya te lo dije, hasta te di un manual con información. Tienes que seguir fingiendo más síntomas, especialmente si Mauro te hace preguntas. No podemos dejar que nos descubran. Mauricio no es médico, así que te creerá con lo más mínimo, los síntomas lo van a convencer de que te estás muriendo, pero para eso Mauro también tiene que estar convencido. Es la única forma de que nuestro plan funcione, y termine dejando a Fernanda para estar contigo, en tus últimos días de vida.
Ambas rieron.
«Así que están fingiendo que Samantha se va a morir para separar a mi hermana de Mauricio»
Estaba muy sorprendida por lo que acababa de escuchar.
ESTÁS LEYENDO
Para Enamorarte
Teen FictionMauricio es un joven soñador y está enamorado de Samantha y ella de él, pero las vueltas de la vida son tan impredecibles que diez años después se encuentra soltero, siendo exitoso como abogado, pero no en su vida sentimental, hasta que un día llega...