Capítulo 50

1.4K 93 8
                                    

Una cena en el mismo lugar en el que le pidió que fuera su novia fue la mejor forma de celebrar. Ambos se sentían felices y tranquilos, estaban en su mejor momento. Sus papás sabían de su relación y las pruebas habían salido negativas.

—¡Estás loco, Mauricio! Te están viendo.

—No me importa, quiero que todos sepan que te amo.

—Yo también te amo, pero prefiero que se quede entre nosotros —agregó con pena.

Justo eso era lo que más le enamoraba.

Los días fueron pasando rápido, y su relación era cada vez más sólida. Incluso la amistad de Pablo y Johanna se había fortalecido, cosa que también ayudaba a que la relación con Fernanda fuera mejorando.

Salida de la Universidad

—¿Qué haces aquí? Creí que no te vería hoy.

—Lo sé, pero me gustaría invitarte a un buen lugar. ¿Qué te parece?

—Pablo, sabes que me da mucho gusto verte y que hayas venido, pero... quedé en ir con Fer al cine. Así que, me parece bien, pero solamente unas horas.

—Sí, claro. O si quieres lo dejamos para otro día.

—No, hoy me parece bien, pero si me llevas a mi casa temprano. Ya sabes, por lo de Fer.

Ignacio y Sonia

—¿Cómo se te ocurre venir a buscarme? —preguntaba Sonia.

—No me respondes ni los mensajes ni las llamadas, no me quedó de otra.

—Te dije que terminamos, no tenemos nada más de qué hablar.

—Ya sé, me quedó claro, pero ¿qué hay de lo otro?

—¿Lo otro?

—Sabes muy bien a qué me refiero. ¿Quieres que diga la palabra?

—No, pero ya te expliqué que no te lo pedí para mí, sino para una amiga, y ella ya no quiere.

—Las cosas no son así, Sonia. Te dije que, si ibas a comprar, tenía que ser todo y no solamente un poco. Te lo expliqué y me dijiste que estaba bien.

—Sí, pero mi amiga ya no lo quiere y no me voy a hacer cargo de eso.

—Pues entonces, los dos estamos en un problema. No puedo devolver la mercancía, al menos necesito el dinero, y tampoco me lo voy a quedar yo. ¿Quieres que me maten o metan preso?

—Claro que no, pero no puedo hacer nada.

—Mira, Sonia, he sido bastante amable contigo, pero no me voy a meter en problemas por tu culpa. Así que o recibes lo que pediste, o tendré que entregárselo a tu mamá.

—Así, ¿qué le vas a decir? ¿Qué te metiste conmigo, y ahora que te dejé no me quieres dejar en paz? ¿En serio, vas a hacer todo eso solo por unas cuantas latas de cerveza? El único que saldría perdiendo en eso serías tú.

—A mí no me amenaces, mocosa.

—No te estoy amenazando, solamente te estoy poniendo las cosas en claro. ¿Crees que no me he dado cuenta de que todo lo estás haciendo para fastidiarme? Son pocas botellas, incluso pudieras venderlas en una discoteca y bien que le ganas buen dinero.

—Si es tan fácil, ¿por qué no lo haces tú? Además, no entiendo por qué tu amiga ya no las quiere. Se supone que eran para una fiesta.

—Sí, pero cambió de opinión.

—Se me acaba de ocurrir una idea —dijo Ignacio cambiando el tono de voz.

—¿Cuál?

—El cumpleaños de Fernanda y Johanna está a la vuelta de la esquina. Le puedes dar las botellas a ella, a Johanna le encanta.

Para EnamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora