Capítulo 49

1.2K 84 11
                                    

—Al parecer, no está —dijo Fernanda.

Mauricio sonrió al escucharla. La había acompañado a buscar a Jeremy.

—No te rías, no seas celoso.

—¿Qué te parece si hoy nos escapamos a la playa? Con todo lo que ha pasado esta semana, no hemos tenido mucho tiempo para nosotros. Y las clases ya están por comenzar.

—Mis papás se mueren si hago eso.

—Ya tenemos su permiso. ¿Y si le dices a Mónica? Seguro nos ayuda con el plan.

—¿Sabes qué? Puede que sea una buena idea.

No necesitaron convencer a Mónica; aceptó de inmediato, con la condición de ir también, pues necesitaba distraerse. Fue un viaje fugaz, ninguno llevaba ropa ni cepillo de dientes.

—Hubiera preferido que viniera con nosotros —dijo Fernanda.

Mónica había decidido ir en autos separados.

—Dijo que necesitaba distracción, así que supongo que manejar tres horas le puede ayudar.

—Eso sí, tendrá todo el tiempo del mundo para pensar bien lo que sea que esté pensando. ¡No puedo creer que vayamos de viaje!

—Y que llevamos chaperona —sonrió Mauricio.

Llegaron después de cuatro horas, habiendo hecho algunas paradas en el camino. Encontraron un hotel fácilmente y, tras reservar las habitaciones, Fer y Mau fueron al mar. Mónica prefirió quedarse en el hotel, permitiendo que el plan inicial de pasar tiempo a solas se llevara a cabo.

—¿En serio sabes manejar eso? —preguntó Fer.

Habían hablado sobre dar una vuelta en moto acuática, pero creyó que alguien más conduciría.

—Sí, vamos. Será divertido.

—Mauricio, creo que podemos seguir caminando a la orilla del mar.

No se sentía muy convencida.

—Fer —sonrió él—, no seas miedosa.

—¿Y si nos caemos?

—No nos vamos a caer, pero en caso de que pase, yo te rescato.

—¡Ay, Mauricio! —exclamó.

Aunque no muy convencida, se subió.

Discoteca.

—Johanna, ¿qué te parece si vamos a otro lugar?

—Sí, si tú quieres.

Pablo sonrió y ambos salieron.

—Johanna, sabes que he sido muy sincero contigo respecto a todo. Justo por eso, me atrevo a decirte que no es necesario que hagas cosas solo porque yo quiero. Tú también debes quererlas.

—Sí, lo sé.

—¿Estás bien?

Johanna comenzó a llorar.

—Sí, estoy bien. Es solo que... nadie se había preocupado tanto por mí. O quizás sí, pero nadie me había hecho ver todo lo mal que he estado.

Pablo la abrazó. Sabía que le gustaba, pero más que eso, le despertaba ternura.

—Sabes, ahora que pasó lo de mis papás y me enteré de la verdad —suspiró—, ha sido difícil saber que con la única persona con la que realmente soy familia es con quien peor me he llevado.

—No comprendo, me dijiste que tu verdadera mamá era hermana de tu otra mamá.

—Sí, me refiero a mi hermana. Al final, la única verdad es que somos mellizas. Nunca nos hemos llevado bien, hemos tenido buenos momentos, pero cuando pasó lo de Jeremy, todo se arruinó.

Para EnamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora