★COMPLETA★
¿Saben lo que es ser un verdadero licántropo?
No es como lo narran...
La vida de un hombre lobo esta llena de dolor, angustia e ira...
La gente creía que era un asesino en serie, otros un animal salvaje como un lobo u oso enfurecido. L...
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Víktor tenía la mente hecha un desastre. No pensaba con claridad y lanzaba una tras otras las posibles hipótesis sobre el misterioso asesino de Reikiavik. Estaba agotado y confundido. Luego de examinar detenidamente el cadáver encontrado del hombre sin cabeza, llegó a la conclusión al inspeccionar el corte total del cuello. Solo un hombre musculoso podría propinar un corte tan limpio. Había muchos otros aspectos que lo sacaban de sus casillas, haciendo que volviera a su mal hábito de morderse el dedo índice de manera desesperada.
El llamado hacia su puerta le hizo dar un respingo y lanzar una mirada asustadiza a quien se encontraba asomado en el umbral de la puerta. Su secretaria, una mujer de una treintena de años con un espantoso cabello tinturado de rojo decolorado y unos gruesos lentes de carey que le resaltaban sus ojos de ratón, saludó cordialmente a su jefe y agarró con más firmeza los papeles que sostenía en las manos.
Víktor aclaró su garganta pese al pequeño susto que le había dado. —¿Sucede algo, Mónica? —dijo entrelazando sus dedos ignorando el agrio sabor en su boca.
—El señor Sanderson llegó. Lo está esperando desde el pasillo.
Al galeno le brillaron los ojos al oír aquello. Necesitaba ya una opinión diferente, o alguien que le sacara la nube de confusión de encima de su cabeza. —Hágalo pasar. Muchas gracias.
La secretaria solo agachó la cabeza ligeramente y salió del salón impregnado en formol y vainilla, sin olvidarnos el tétrico pero sutil aroma a muerte y carne deshecha de los cadáveres guardados en los grandes congeladores apilados.
El invitado entró dado sonoros pasos con sus bien lustrados zapatos de suela negros que resonaron en eco por la desolada y silenciosa sala pos mortis. No pronunció mayor palabra y Víktor ni se inmutó, solo se colocó frente a la camilla donde yacía el cadáver de Francis York, el asesinado de esa noche por el monstruo de Reikiavik.
Al llegar a su lado, Sanderson se colocó uno de los guantes que había traído consigo y palpó la superficie de la cabeza cercenada. Víktor respiraba con fuerza mientras observaba sus acciones con los labios apretados y el ceño fruncido.
Quedaron en ese silencio por un minuto exacto, hasta que el recién llegado lo destruyó al hacerle una pregunta. —¿Podrías decirme con exactitud cuál es tu duda? ¿Y por qué me has llamado?
—Necesito tu ayuda Craig, no puedo pensar con claridad en lo relacionado a estos casos. Es de las pocas veces que se me eriza la piel al tocar un cadáver de un asesinado. Su frecuencia y su brutalidad se están descontrolando. Además tu eres biólogo y científico, necesito que me expliques unas cuestiones en relación a esto...
Dicho esto, levantó parte de la vestimenta deshilachada que había decidido conservarla para entender con mayor claridad el móvil del asesino. —Mira estos rasguños —declaró pasando su mano ahora enguantada por la piel y abriendo los cortes limpios y profundos antes sangrantes de la víctima. Víktor se había tomado la delicadeza de limpiarle todo el baño de sangre que poseía.