XLVI

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La tensión estaba en toda la comisaría al escuchar la declaración sobre el asesino de la ciudad

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La tensión estaba en toda la comisaría al escuchar la declaración sobre el asesino de la ciudad. Muchos quedaron absortos al no haber sido comunicados antes sobre el tema y otros, como un peculiar policía gordo y bonachón recibieron la noticia con agrado y orgullo. El operativo ya estaba planeado para realizarse el día de mañana, donde un grupo de veinticinco policías, entre novatos y experimentados, saldrían a las calles de Reikiavik para acorralar a dicho asesino, del cual la apariencia les sorprendió bastante: una joven de nacionalidad griega de diecinueve años llamada Leena Vranjes.

Hannes les recalcó lo que alguna vez su propio mentor hace casi diez años atrás, le había mencionado al decidir portar con orgullo el uniforme azulado de policía. Sentados en el pórtico de su hogar mientras el humo de la nicotina salía despedidos de sus bocas él había comentado aquella frase, la cuál había acompañado al joven policía durante cada operativo y misión que le era asignada.

-A veces siento que estás asustado cada vez que pisamos la morgue o atrapamos a un peligroso criminal...

-No, señor. Yo...

-Sabes mentir bien y esconder tus emociones. Has aprendido bien de mí aquello.

Aquello le causó cierta gracia al joven de en ese entonces veinte años, lleno de vitalidad y astucia característica de la juventud.
-Tengo al mejor maestro...

-Te diré algo muchacho. En este trabajo todo te puede asustar, alegrar y entristecer pero jamás sorprender. Aquí es cuestión de segundos el vivir o morir y por esa misma razón, cada vez que te encuentres en alguna situación difícil piensa que gracias a tí podrías salvar o mejorar la vida de muchos y agarra fuerte esa pistola que cuando la determinación es tuya, la victoria igual. Un vaivén te costará la vida...

Las sabias palabras de su anterior mentor zumbaban por su cabeza mientras la mirada cansina de su pupila inspeccionaba sus acciones. Aún no podía creerse que estaban a solo unas cuantas horas de que el demonio aparezca. Tanto tiempo de investigación y miedos y el único momento importante era el día del eclipse.

-Me pareció estúpido que no les haya dicho que se estarían enfrentando a un hombre lobo -declaró Joseph Dahl luego de entrar al cubículo de su jefe y cerrar con seguro la puerta.
Las miradas de Víktor Petrov y Veronika Reede lo interceptaron pero la del capitán Jónsonn permaneció oculta bajo su mano derecha mientras las palabras taladraban sus oídos.

-Lo sé, no tienes porque mencionarlo.

-Entonces, ¿por qué les obvió la verdad?

Hannes no quiso responder aquello, así que Víktor tomó la batuta y prosiguió con su pose altanera de cruce de brazos.
-¿Crees que decidieran ir si supieran a que es lo que en realidad se enfrentarán? Ésta es una misión suicida.

Dahl estaba indignado ante la actitud de sus superiores. Trataba de no mostrar su furia pero su rostro ya estaba coloreado de rojo y sus puños apretados.
-Veronika, ¿estás de acuerdo con esto? -dijo de repente a la chica que permanecía inmóvil a un lateral de la oficina, con la mirada fija en la nada y el corazón desbocado en una mano.

Teratos: Luna Roja (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora