XVII

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—Quisiera que me dijeras la verdad Veronika

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—Quisiera que me dijeras la verdad Veronika. ¿Qué hay entre tú y el capitán? —la voz de Marina Romanoff era burlona, incluso el agente Seule aguantó una risilla sin desviar la vista de la calzada.

Quién diría que Veronika justo estaba pensando en lo que había acaecido el día anterior. Es más, no había podido pensar en otra cosa. Aún sentía la delicadeza de sus labios tocar los suyos acompañados por sus macizas manos en la base de su mandíbula, demandándole aquel beso fugaz y arrancándole el aliento por unos cuantos segundos.
Fue incómodo y a la vez grandioso. Hannes se disculpó luego de su acción mas no se esperó la respuesta de la aludida quién volvió a tocar sus labios como si estuviera sedienta de él. Veronika ni lo pensó dos veces, solo se dejó llevar por el intenso maremoto de emociones que la golpeó al instante.

Con el codo apoyado en el descansabrazos y su barbilla sobre su mano, Veronika palpaba su labio inferior ignorando la pregunta de su compañera. Había probado la boca de Hannes y ahora no podía olvidarse de su sabor.

—Te lo dije Karl, esta chica está enamorada. Lo admite solo con la mirada —canturreó Romanoff observando a su compañera en el asiento trasero y dándole un codazo leve al agente que manejaba.

En el rostro del conductor el enojo fue evidente.
—Vas a hacer que impacte con un poste, imbécil.

—Igual de todos modos nos vamos a morir —justificó ella con desagrado mientras volvía a enfocarse en la joven enamorada—. ¿Qué se traen entre manos ustedes dos que solo pasan encerrados en la oficina? ¿Qué hiciste pilla?

Fue ahí que Veronika reaccionó y no fue bien recibido. Ella frunció las cejas haciendo un gesto de confusión. A veces su compañera podía sacarla de sus casillas.
—¿Qué mierda escuchas? Nosotros no hacemos nada, solo nos enfocamos en nuestro trabajo. Somos unos profesionales.

Los pensamientos más asquerosos se cruzaron por la mente de Romanoff provocándole una sonrisita. Seule le acompañó y ambos se miraron de una manera pícara.
Luego Marina lanzó sus palabras al aire.
—Eso dijimos nosotros en los primeros meses...

Las mejillas de Veronika se encendieron.
—Es la indirecta más directa que he escuchado en toda mi vida...

—Eres inteligente, me alegra que hayas comprendido.

Todos rieron. Que ironía, pero solo esos dos lograban sacarle una carcajada de vez en cuando. Claro, antes de conocer a fondo a su capitán.

—Chicas, debo volver a la estación. Tengo turno esta noche, aunque moriría porque te quedaras conmigo preciosa —le dijo a su novia mientras ella reía histérica.

—Eso no pasará. Quiero dormir bien esta noche.

Veronika se dedicó a escuchar la conversación llena de indirectas, comentarios picantes y a la vez amorosos mientras seguía con la mirada en las afueras de la patrulla. Deseaba un tiempo a solas, necesitaba reordenar sus ideas y clasificarlas correctamente donde se debía.
—¡Déjenme aquí! —masculló de repente.

Teratos: Luna Roja (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora