El delicado batir de alas de una mariposa contra el cristal de la ventana había despertado la atención de la joven griega. Con el cabello adherido a la tersa piel de su rostro como cascadas negras se acercó a la pequeña criatura y la tomó entre sus dedos. La mariposa había sido capaz de vivir en el grotesco frío de Islandia sin congelarse las alas, cosa casi imposible.
El débil aleteo amarillo brillante se entremezclaba con el iris dorada de la chica mientras con su lengua de túbulo sentía la superficie donde estaba posada. Hacía unas cuantas cosquillas.Abrió la ventana y le permitió seguir gozando de su libertad, alejándose entre los delgados copos de nieve a perecer a merced del frío invierno.
Leena no supo si catalogar su acción como un acto de bondad y comprensión o un acto de maldad. Lo comparó con soltar una pequeña cabritilla salvaje al bosque para que sea comida para lobos. La animaba a seguir con su camino por cruzar el bosque, aunque en el fondo sabía que iba a morir de todos modos. Una acción egoísta propia del raciocinio humano. Los animales, ineptos de su destino, viven en modo piloto. Los humanos en cambio, pilotean la vida y la de los que no son capaces de hacer lo mismo.Con una pesada chaqueta gastada de cuerina, también obtenida de sus asesinatos pasados, un par de billetes y comiendo un trozo de queso de la refrigeradora salió de su apartamento rumbo a la biblioteca que Travis le había enseñado aquel día con el libro obsequiado bajo el brazo.
Las calles estaban poco transitadas a esa hora media de la mañana. El resplandor era tan fuerte que a Leena le picaban los ojos acostumbrados a la oscuridad. Varios olores citadinos golpearon su nariz. Desde las desagradables alcantarillas hasta el perfume Chanel de una mujer adinerada en el porche de un lujoso hotel rebuscando en su cartera de piel de serpiente. Otra vez sacaban recién hechos los apetitosos rollos de canela en la panadería cerca del asilo. La loba volteó y detuvo su caminar contemplando el viejo edificio color marfil a diferencia de los otros que eran de paredes llamativas y chillonas. Presenciaba el olor de la muerte, el cual conocía a la perfección. Aquel olor antiguo de vainilla y flores mustias emanaba de aquel lugar. Estaba segura de que allí estaba él, con sus trajes oscuros y alma desencantada esperando realizar su trabajo. Como el lobo deseaba volver a estrechar las manos con ese ente oscuro.
El aroma de la canela la hizo olvidar de sus pensamientos mientras se alejaba hasta la plaza de Austurvöllur repleta de personas conversando acerca de su día a día. Muchos reían a carcajadas entre amigos y familiares y otros estaban lejos de los demás besándose o abrazándose, disfrutando de la compañía de los unos con los otros.
Leena no lo pensó dos veces y se alejó corriendo de allí dos calles más abajo. Pasó divisando la punta de la catedral de Reikiavik y el paraje pasó de ser colorido y llamativo a gris y oscuro por la poca pulcritud de los edificios.
Se había dado un largo trayecto caminando que ya ni se había percatado que había llegado la tarde y a lo lejos, podía escuchar a las olas desintegrándose contra la costa.Entonces algo la hizo incomodar y mantenerse alerta. Pensó en ladrones o depravados sexuales pero no era ese aire desdeñoso en el ambiente. Era más denso que él. Su lobo comenzaba a arremeterse contra sus cadenas de nuevo y su resistencia cardíaca se aceleró. Con cada paso que daba, más inquieta se sentía cuando de repente lo percibió en sus fosas nasales como el perfume del jazmín entremezclado con la niebla húmeda. Era ella, la chica que se había escapado de sus fauces.
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Teratos: Luna Roja (EDITANDO)
Hombres Lobo★COMPLETA★ ¿Saben lo que es ser un verdadero licántropo? No es como lo narran... La vida de un hombre lobo esta llena de dolor, angustia e ira... La gente creía que era un asesino en serie, otros un animal salvaje como un lobo u oso enfurecido. L...