CAPITULO 7'2

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Después de haber comprobado lo que era su genio, y de haber visto su mirada de tranquila decisión al mostrarle la pistola, Shaoran tenía una opinión completamente distinta de esa mujer. Sin embargo le convenía que los otros dos continuaran subestimándola.

Se encogió de hombros con aire indiferente.

-Si no me creen, pregúntenselo a ella. Tôya se volvió para hacerlo.

-¡Eh, Sakura! -gritó-. ¿Es cierto que Li se ac...?

Una fracción de segundo antes de que pronunciara las palabras, Shaoran adivinó lo que el imbécil estaba por decir, y ése fue exactamente el tiempo que tardó en pegarle un puñetazo en la boca del estómago. Tôya se dobló en dos, tosió y empezó a vomitar.

Shaoran dio un paso atrás, y Reed también.

Cuando el espasmo terminó, Shaoran aferró a Tôya por la camisa y lo obligó a ponerse de pie.

-Le aconsejo que se mantenga sobrio -advirtió-. Porque si le llega a decir a Sakura algo que a mí no me guste, lo voy a tirar de culo al barro, aunque no se encuentre en condiciones de pelear, ¿me ha entendido?

Tôya trató de apartar la mano de Shaoran, pero éste le retorció la tela de la camisa.

-Le pregunté si me había entendido -insistió.

-Sí -contestó por fin Tôya, entre jadeos- ... sí.

-Le aconsejo que no lo olvide. -Soltó a Tôya con un empujón y se volvió a mirar a Reed entrecerrando los ojos. -Bueno, ¿qué decide?

A Reed el asunto no le gustaba... en realidad no le había gustado nada de nada desde que las embarcaciones zarparon de Manaos, pero lo que vio en los ojos de Li lo obligó a retroceder. Juró para sus adentros que acabaría con ese tipo en cuanto encontraran el diamante y ya no lo necesitaran, ni a él ni a Sakura Kinomoto. Entonces se encargaría de que le cortaran el cuello, pero antes permitiría que mirara mientras Dutra se divertía con esa pedante de Sakura.

-Está bien -murmuró-. Hablaré con Dutra.

-Le aconsejo que haga más que conversar con él. Si ese tipo se atreve a mirarme torcido, queda afuera de la expedición.

Tras esas palabras, Shaoran se dirigió a la primera lancha, consciente de la mirada curiosa de Sakura. Le alegraba que hubiera permanecido donde estaba, en lugar de bajar a tierra para enterarse del motivo del altercado. Posiblemente lo hubiera hecho para vigilar mejor a Dutra.

La idea de que ella le cuidara las espaldas provocó una enorme calidez en Shaoran.

Tôya y Reed lo miraron alejarse, ambos con distintos grados de odio en la expresión.

-¡Hijo de puta! -exclamó Tôya, enjugándose la boca-. ¡Lo mataré!

Reed le dirigió una mirada furibunda. Tôya Kinomoto era un verdadero inútil, aunque se las diera de duro. Sus lloriqueos le estaban poniendo los nervios de punta; liberarse de él sería un verdadero placer, pero por el momento tendría que soportarlo.

-Tú estás demasiado borracho para matar incluso a un mosquito. Li tiene razón. ¿Por qué demonios no te mantienes sobrio? En ese estado no me sirves para nada.

-Este río imbécil es aburrido -rezongó Tôya, malhumorado-. No hay nada que hacer en todo el día, aparte de ver pasar los árboles de la orilla.

-Hasta Dutra consigue mantenerse sobrio. Tal vez conviniera dejarte atrás a ti.

Todavía furioso por haber sido vencido, Reed se acercó a Dutra, que blandía el machete con fuerza asesina.

-Quiero hablar con usted -dijo con un movimiento de cabeza para que se alejaran, porque los brasileños entendían algo de inglés.

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