Los tres ayudantes brasileños conversaban en voz baja entre ellos, mientras el tucano permanecía sentado a corta distancia de Shaoran, en completo silencio pero sin perderse detalle. Aunque el calor y el movimiento de la lancha la adormecía, Sakura se negaba a dormir.
Se sacó el sombrero y empezó a abanicarse. Al poco rato, el lento e hipnótico movimiento de su propia mano le resultó tan soporífero que tuvo que parar.
Su mirada adormilada se fijó en Shaoran. Le gustó lo que veía. Estaba sólidamente parado detrás del timón, de espaldas a ella, con los pies separados para mantener el equilibrio. Sobre el cuello se le enrulaba el pelo abundante y oscuro; a menos que se lo cortara en algún momento de esa expedición, cuando volvieran le llegaría a los hombros. Los anchos hombros estiraban la tela de la camisa, húmeda de traspiración. Los pantalones color caqui revelaban un par de piernas musculosas y nalgas apretadas. Sakura sonrió para sí misma. Le gustaba admirar un cuerpo masculino bien formado, y el de Shaoran era perfecto. Estéticamente hablando, por supuesto. La belleza siempre estaba allí, donde uno la encontraba.
Como si fuera clarividente, en ese momento él se volvió y le guiñó un ojo, en un gesto lento, conocedor y lascivo.
Sakura solo controlo el impulso de sacarle la lengua y en lugar de eso permanecio impacible.
Reed se puso furioso al ver que navegaban por el "río equivocado" y gritó sus protestas por la radio. Al cabo de un rato Shaoran se cansó de oírlo y tomó el micrófono el tiempo estrictamente necesario para decir:
-Lo siento, pero la señorita Kinomoto me indicó que debemos ir por acá. -Se mostró muy contento de poder echarle toda la culpa a Sakura. Después de un rato, Reed no tuvo más remedio que aceptar que sus protestas no servían para nada y se calló.
Bastante antes del anochecer, Shaoran dirigió la embarcación al refugio de un abra.
-Viene una tormenta -le dijo a Sakura-. Éste es un buen lugar para echar ancla, así que conviene que nos quedemos a pasar la noche. Cuando pase la tormenta, ya no habrá mucha luz para seguir navegando.
Desde que estaban en Brasil había llovido casi todos los días, de modo que a Sakura no le sorprendió el anuncio de una tormenta. Hacía rato que veía las nubes color púrpura que se juntaban en el horizonte y se les acercaban cada vez más. Y ahora que habían apagado los motores, alcanzaba a oír truenos.
Los brasileños de ambas embarcaciones empezaron a desenrollar las pesadas telas engomadas que estaban aseguradas sobre los techos planos. Ninguna de las embarcaciones poseía cabina, sino sólo un techo sobre la zona de carga, con los cuatro lados abiertos salvo un pequeño espacio que era una suerte de retrete. Sakura había visto las telas y creyó que estaban destinadas a proporcionar sombra a la tarde, cuando el ángulo del sol permitía que sus rayos penetraran debajo del techo, pero cuando comenzó a levantarse viento comprendió la verdadera finalidad que tenían. Una vez desenrolladas, las ataban a unos aros que había sobre cubierta, para poder protegerse de la lluvia. Sólo quedaba abierto un lado, el contrario del viento.
Pero la tormenta todavía no se había desencadenado y Sakura no quería permanecer en ese refugio cerrado y sombrío. Salió a cubierta, donde se encontraban los hombres. Uno de los brasileños le sonrió con timidez y ella le devolvió la sonrisa. Shaoran aseguraba que esos hombres no eran de los mejores, ni los que contrataba por lo general, pero a Sakura ese individuo le resultaba simpático. Escuchándolos conversar se había enterado de que se llamaba Jorge. Los otros dos eran Floriano y Vicente. Shaoran llamaba Pepe al indio, aunque ella estaba segura de que ése no era su verdadero nombre. Pero a él no parecía importarle. Respondía a ese nombre y se mantenía apartado y solitario. El otro indio, Eulogio, piloteaba la segunda embarcación en la que viajaban Joaquín y Martín, los otros dos hombres contratados por Shaoran.
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SALVAJE
Fanfiction» La arqueóloga Sakura Kinomoto se ve envuelta en una misión un tanto aterradora: rodeada por un cazatesoros, un asesino a sueldo, un hermano que la odia y un guía que la vuelve -Literalmente- loca. Todo sea por su padre. Adaptacion de L Howard. Es...